En el paro agrario, desde La Lizama, Santander

Víctor de Currea-Lugo unio de 2016 (Desde Santander)

Cerca de Barranca, está un punto llamado La Lizama. Un compañero de viaje dice “si ya vemos soldados, quiere decir que estamos cerca del sitio de la Minga”. A lado y lado de la carretera, entre Bucaramanga y Barranca, están las tiendas improvisadas donde acampan entre 700 y 1.000 personas.

Allí están, entre otras expresiones, integrantes de El Coordinador Nacional Agrario, la Unión Campesina y Transportadora de Colombia, la Asociación de Familias Agro-mineras del Sur de Bolívar y Antioquia, la Asociación Agro-minera del Sur de Bolívar, y el Comité de Interlocución Agro-minera del Nordeste Antioqueño. Muchas voces y muchas esperanzas.

A los del Sur de Bolívar les mueve más el tema minero; a otros los mueve más el tema de territorios campesinos agro-alimentarios; a las comunidades del proceso de Rio de Oro, les preocupa  la estigmatización del Catatumbo; a los transportadores les mueve su lucha contra la multinacional Impala, y a unos últimos la dinámica de los cultivos de coca y los procesos de sustitución gradual con alternativas productivas.

Recientemente, se sumaron los indígenas del Pueblo Barí: su bandera es de acompañamiento, de suma en defensa de la tierra. Todos coinciden, además, en la agenda nacional del Paro, siendo más sensibles al tema de tierras y territorios.

El sábado 28 de mayo, empezaron a llegar a varios puntos a lo largo de la carretera, primero a La Lizama y luego a cinco puntos más. El lunes en la noche llegó un escuadrón del Esmad con la intención de desalojar el sitio, lo que fue impedido por la acción de la comisión de derechos humanos del lugar. La militarización ha sido permanente y suele aumentar durante la noche, como lo comprobé.

La gente permanece. Mientras pasan las horas, hacen talleres de formación en derechos humanos, sobre la propuesta de territorios campesinos agro-alimentarios y, especialmente, sobre los ocho puntos de la agenda nacional del paro.

Una cosa muy bonita es que aquí la gente le perdió el miedo a hablar en público: callados al comienzo, ahora piden la palabra en las  reuniones, ríen y animan con aplausos a los más tímidos. Pero lo que más resaltan es la convivencia en medio de las diferencias.

El martes pasado, en la madrugada, los hombres del Esmad se orinaron en el economato que organizaron los manifestantes; la noche del jueves, el Ejército y la Policía rodearon una zona de acampar de las gentes para intimidarlos. La presencia de periodistas y el apoyo desde Barranca les ayuda a mantenerse. Y el viernes hubo cortos bloqueos de la vía para informar a los viajeros de las causas del paro.

En la noche no hubo espacio para los talleres. Alrededor de un viejo televisor nos sentamos a ver el partido, a pujar segundos antes del penalti, a gritar los dos goles. La noche pasó sin contratiempos, los de la guardia se turnaban cada cierto tiempo, no faltaron las historias y los chistes. Antes del amanecer, las personas encargadas del desayuno se pusieron manos a la obra, hubo cafecito y agua-de-panela. Y claro, más chistes y sonrisas.

Fotos Victor de Currea Lugo

Fotos Victor de Currea Lugo

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Publicado originalmente en Las 2 Orillas