El conflicto palestino, sin novedad en el frente

Víctor de Currea-Lugo | ‎27 ‎de ‎marzo ‎de ‎2016

Los académicos, incluyendo a los colombianos, pecan generalmente en dos cosas con relación al conflicto palestino: saben poco y lo poco que saben está sesgado. Cuando se parte de la lógica de que el judío es “eternamente víctima”, desde Masada hasta el Holocausto, y que el árabe es siempre “el terrorista”, no hay discusión académica posible.

La actitud cómoda, es igualar a las partes del conflicto y asumir una fingida postura de neutralidad entre el ocupado (Palestina) y el ocupante (Israel), que no deja de ser más que una posición cosmética para maquillar la falta de criterio o conocimiento. En el caso colombiano, los intercambios económicos y militares entre Israel y Colombia, más la constante presión del lobby judío, han generado resultados en la manera en que la academia analiza el conflicto plaestino.

La historia queda contada de tal manera que la versión sionista es neutral mientras que la versión palestina es sesgada. Así las cosas, decir “territorios en disputa” es algo neutral aunque todo el derecho internacional sobre el tema diga “territorios ocupados”.

Es de esperar este juego lingüístico en los escenarios políticos, pero si una universidad cae en el mismo juego, renuncia al Derecho Internacional como categoría de análisis, decide que toda crítica a Israel es antisemitismo, persigue a aquellos que basados en la evidencia denuncian las violaciones a los derechos humanos realizadas por Israel, la universidad no estaría solamente negando el estudio de la realidad y sesgando su carácter mismo, sino asumiendo una posición política ajena al derecho: la negación de la ocupación y la relativización de los crímenes de guerra que suceden allí.

Hasta las estadísticas de organizaciones judías de derechos humanos son rechazadas. No es posible negar los Convenios de Ginebra y al mismo tiempo preciarse de ser universidad. Los crímenes son presentados por el sionismo como “narrativas” y problemas subjetivos de percepción. Así, la demolición de casas y las torturas son sucesos marginales ante las pretensiones milenarias del pueblo judío sobre la histórica Palestina, como si Abraham tuviera algo que ver con el muro que construye Israel encerrando palestinos.

El más claro ejemplo, fue la persecución al profesor universitario judío Norman Filkenstein, autor del libro La Industria del Holocausto. Muchos que no han leído más allá del título, asumen que es un negacionista cuando en realidad, toda su familia por parte de padre y de madres fueron asesinados en los campos nazis. Filkenstein cuestiona es la instrumentalización del Holocausto para generar inmunidad/impunidad a los sionistas y al lobby judío, y para condenar cualquier cuestionamiento a Israel alegando antisemitismo.

Si las universidades construyen el conflicto palestino sobre la base de lo poco que se sabe y sobre los vicios que el poderoso lobby judío vende, es fácil entonces censurar cualquier postura sacando a relucir la carta del “antisemitismo”.

A continuación se tratará de combatir este cumulo de desconocimiento, desinformación y mal uso del lenguaje de la academia colombiana a través de realidades y cifras que comprenden al conflicto palestino-israelí tal y como se ha desarrollado desde la Nakba (o “Catástrofe) hasta la actualidad.

Particularidades del conflicto palestino

En el caso palestino se observan elementos comunes a otras crisis, como los problemas de acceso a las víctimas[1]. Pero también tiene una serie de particularidades que hacen de la crisis palestina algo diferente:

  1. la cronicidad del conflicto palestino, un conflicto crónico hace que la población pierda el límite entre lo usual y lo normal, como sucede en el conflicto colombiano. Así, las demandas inmediatas se mezclan con las necesidades de desarrollo acumuladas, lo que produce que a su vez la asistencia humanitaria se mezcle con planes de desarrollo y ayuda en la lucha contra la pobreza. “Una ocupación prolongada pone a prueba y distorsiona las normas aplicables, pero el derecho relativo a la ocupación beligerante debe ser respetado plenamente durante todo el período de la ocupación”[2];
  2. las partes del conflicto palestino no parecieran ser partes armadas, como lo definen los Convenios de Ginebra, sino sociedades enfrentadas, como fue el caso de la Antigua Yugoslavia. Esto hace que la frontera entre combatiente y persona civil sea frágil y maquiavélicamente negada, contribuyendo a las dificultades de acceso a las víctimas y al deterioro general de la situación. Tal percepción es inexacta pues el conflicto sucede, principalmente y de manera resumida, entre un pueblo ocupado y un ejército ocupante. En otras palabras, la naturaleza del conflicto es esencialmente la de una ocupación donde hay grupos de resistencia identificados e identificables, y, por tanto, se puede hacer la distinción entre civiles y combatientes, si se quiere hacer;
  3. el antisemitismo como tema; además de la complejidad de querer ver el conflicto sólo como dos sociedades enfrentadas, una de ellas tiene cierto velo de protección nacido de su condición de víctima durante la Segunda Guerra Mundial (resulta curioso que la expresión “antisemitismo” olvida que los palestinos también son semitas). Esta característica no existe en otro conflicto y cualquier crítica hecha a Israel es asumida como una postura antisemita. Por ejemplo, mi experiencia personal en una serie de conferencias sobre el muro en diferentes ciudades de Holanda (febrero y marzo de 2004) casi siempre se mencionó el genocidio nazi como un atenuante a la hora de evaluar el comportamiento israelí contra los palestinos. Es importante recordar que hay una gran diferencia entre antisionismo y antisemitismo; siendo el sionismo una forma de racismo que es incompatible por definición con los derechos humanos, tal como lo definió la Asamblea General de las Naciones Unidas[3];
  4. la impunidad; a diferencia de algunos conflictos donde la llamada comunidad internacional trabaja en su solución, en el caso del conflicto palestino fue creado en parte por las Naciones Unidas como consecuencia del manejo dado al Oriente Medio tras la disolución del Imperio Otomano y a la forma como ha sido manejada la formación de un Estado palestino; a esto se agrega la lista de resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General violadas por Israel. Además, la actitud de Estados Unidos y su poder de veto en el Consejo de Seguridad hace que las posibles medidas para modificar las condiciones de los palestinos no sean realmente exigidas a Israel;
  5. el contraste de poderes y de sociedades; mientras el Ingreso per cápita israelí llega a los 34.300 USD al año[4], el palestino apenas llega a 2.965,9 USD[5]. Estamos ante un conflicto que compromete a dos sociedades siendo una típica del primer mundo y otra con niveles de vida del tercer mundo. Como dijo John Ziegler en las Naciones Unidas “(Palestina) es un pueblo con hambre viviendo en una tierra fértil”[6]. FAO acepta que el problema no es la disponibilidad de alimentos sino el acceso a ellos como consecuencia de las medidas israelíes de control, medidas que han puesto en inseguridad alimentaria a 1.4 millones de personas y en riesgo 1.1 millón más. La pobreza pasó de 46 por ciento en 2001 a 60 por ciento en 2003.[7]

Es inmenso el contraste entre Tel Aviv y Ramala. El desempleo en Israel es 5,95 por ciento [8] y en Palestina 25,6 por ciento[9], los usuarios de Internet son casi 6 millones en Israel y solo 1.5 millones en Palestina[10], la mortalidad infantil es 3,55 por cada mil niños en Israel[11] y de aproximadamente 22,4 en Palestina[12] Las sociedades en conflicto no son política, jurídica, militar ni económicamente comparables,

  1. el mito del judío como “eternamente víctima”[13] sumado a la figura del árabe como “terrorista” especialmente después del 11 de septiembre de 2001. Estas imágenes, apoyadas en los medios de comunicación y la deformación de la historia hacen que cualquier debate sobre el conflicto palestino se contamine con los prejuicios. Además, se asume que los judíos son modernos y los árabes premodernos; especialmente cuando de intenta hacer creer que modernidad es lo mismo que occidente.

El “Informe Bertini” precisa que la crisis palestina no es una crisis “tradicional” sino que esta llena de particularidades[14]. Por eso, las necesidades en materia de derechos humanos y la agenda humanitaria no pueden ser la clásica ayuda humanitaria sino que se requiere algo más.

A lo largo de la década de los 90s, la situación de los palestinos ha ido en continuo deterioro. No fueron suficientes la esperanza puesta en los Acuerdos de Oslo, el reconocimiento internacional de los palestinos ni la creación de una Autoridad Palestina, para dar el paso adelante que permita romper con la dinámica del conflicto. Al contrario, al tiempo que se negociaba Oslo, los asentamientos ilegales en Cisjordania y Gaza continuaron su crecimiento.

La situación económica de los palestinos continuó en caída durante los años 90s y aún más desde el comienzo de la Intifada. En 1996, la política de cierres significó para Cisjordania la pérdida del 18,2 por ciento del PNB y para Gaza del 39,6 por ciento[15]. Durante los primeros 60 días de levantamiento, la economía palestina perdió aproximadamente 500 millones de USD y produjo un aumento de la tasa de desempleo hasta 40 por ciento[16].

El inicio de una segunda Intifada no se explica solamente en las provocaciones de Sharon al caminar con cientos de soldados en el lugar sagrado de los musulmanes: la explanada de las mezquitas (al-Haram- ash-Sharif), esto más exactamente constituye la “gota que llena la copa” que precipita la Intifada, en un contexto de empobrecimiento, decenas de años de ocupación e incumplimiento por parte de Israel de las resoluciones de Naciones Unidas, el agravamiento de las crisis de derechos humanos y la experiencia de una primera Intifada.

Al mismo tiempo del levantamiento, se han formulado varios planes de paz fallidos, dentro de los cuales vale resaltar dos: el “Road Map to Peace” (la Hoja de Ruta), y el Geneva Accord (el Acuerdo de Ginebra). El primero de estos planes repite los errores de los Acuerdos de Oslo y de la inmensa mayoría de propuestas de paz: la ausencia de cualquier mención a los derechos humanos[17]. El segundo ha sido criticado por desconocer el derecho al retorno de los palestinos y, en general, el derecho internacional.[18] El Acuerdo de Ginebra “es el mejor ejemplo del hecho de como, el espacio internacional, está listo para vender los derechos de los palestinos a bajo precio”[19].

Luego del 11 de Septiembre de 2001, la política del gobierno de Sharon contra los palestinos se ha justificado en la lucha contra el terrorismo. Sólo ocho horas después de los atentados contra las torres gemelas, Sharon decidió invadir Jenin, ciudad donde las tropas actuaron con absoluta impunidad durante 9 días. En el ataque a Jenin, el informe de Human Rights Watch, elaborado in situ, refleja parte de la situación vivida:

Kamal Zghair, de 57 años, trataba de avanzar en su silla de ruedas en la que ondeaba una bandera blanca cuando fue arrollado por un tanque israelí. Una carga explosiva le estalló en la cara a Afaf Disuqui, de 52 años, cuando fue a abrirles la puerta de su casa a las tropas israelíes. Farwa Jammal, una enfermera de 27 años, uniformada, murió por los disparos de los soldados israelíes mientras socorría a un enfermo.

Mariam Wishai, de 58 años, murió dos días después de que un misil alcanzara su casa, sin que los servicios médicos pudieran acudir a socorrerla y horas después de que su hijo fuera disparado en la calle. Jamal Fayid, paralítico de 37 años, murió en su casa aplastado por un buldozer israelí. Muhammad Abu Saba’a suplicó a los soldados que no demolieran su casa, en la que permanecía su familia dentro. Cuando se dio la vuelta le dispararon causándole la muerte. Faris Zaiban, de 14 años, murió por los disparos de un tanque cuando iba a comprar fruta durante un levantamiento del toque de queda.

Hani Abu Rumaila, de 19 años (…) primero le dispararon en la pierna, cuando quiso volver a su casa le dispararon en el pecho y en el abdomen. Munthir al-Haj, un miliciano de 22 años, desarmado y con los brazos rotos, murió por los disparos del Ejército cuando estaba refugiado en un hospital de una organización caritativa. Kamal Tawalbi fue utilizado junto a su hijo de 14 años como escudo humano en la línea de fuego[20].

A pesar de esta muy documentada realidad, la presentación del conflicto como un problema de “terrorismo” se alimenta de un excelente manejo publicitario más allá del doloroso impacto de las muertes de civiles israelíes.

El lenguaje del conflicto, el conflicto del lenguaje

Una activista israelí de derechos humanos me decía en el año nuevo judío (septiembre de 2003) que “palestino” era el nombre dado al árabe que no se quiso ir de “Israel” y, por tanto, no se puede decir que había palestinos “antes” de Israel. Esto no pasaría de ser una muestra de ignorancia sino fuera una tendencia generalizada en Israel y que impregna incluso a los llamados “sionistas de izquierda” (que es una contradicción en los términos).

Israel advierte dentro de su población sobre el riesgo de un nuevo Holocausto. Para el ya fallecido Sharon la guerra de 1948 no ha terminado e Israel seguiría en su guerra eterna de supervivencia[21]. “la esencia de la amenaza que planea sobre nosotros es el genocidio”.[22] “La angustia de la población israelí ante una ofensiva antisemita global es real”[23]. Cuando Yosef Tommy Lapid, ministro de justicia de Israel y único miembro del Gabinete superviviente del Holocausto, comparó el dolor de una madre palestina en Gaza con el dolor de su propia madre, fue acusado de hacer paralelismo y de traicionar a Israel (mayo de 2004).

En el caso de Chechenia, “simplemente” no sabemos qué pasa, pero en el caso de Israel partimos de mentiras, se sostiene que no hubo palestinos antes de Israel y que la Nakba, cuando el ejército de Israel (además de expulsar aproximadamente 700.000 personas) destruyó 513 aldeas y 11 ciudades[24], nunca sucedió. La sociedad israelí se ha logrado convencer de que es la víctima del conflicto, no el verdugo. Y para eso se rescribe la historia y se renombran los sitios. La reforma a la educación se hace bajo el lema “más sionismo, más Biblia” con lo cual el sionismo retomó el espacio académico[25].

El idioma está salpicado no solo de ignorancias sino de claras posturas ideológicas. Decir “territorio en disputa” en vez de “territorio ocupado” no es una postura realista sino la negación de la esencia del conflicto: la ocupación. Como se deduce de la Opinión Consultiva de la CIJ, en contravía a la tendencia de la resignación, el conflicto en Palestina no es el de un territorio en “disputa”, como sugieren algunos sectores pro-israelíes, sino de una ocupación armada[26]. Para Jimmy Carter, se trata de una “excesiva ocupación”[27] como si fuera un debate de grados de ocupación.

Como precisó uno de los magistrados de la CIJ:

En el derecho internacional, de pocas proposiciones se puede decir que cuenten con una aceptación tan prácticamente universal y que descansen sobre una opinio juris tan larga, constante y sólida como de la proposición de que la presencia de Israel en el territorio palestino de Cisjordania, incluidos Jerusalén Oriental y Gaza, es una ocupación militar regida por el régimen jurídico internacional aplicable de la ocupación militar”. “En apoyo de ello se puede citar el gran número de resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad y la Asamblea General, a menudo por unanimidad o por mayorías abrumadoras (que) indican una manifestación constante de la opinio juris de la comunidad internacional.

En todas esas resoluciones, el territorio de que se trata ha sido claramente descrito como un territorio ocupado; la presencia de Israel en él, como la de un ocupante militar; y el cumplimiento o incumplimiento por Israel de sus obligaciones para con el territorio y sus habitantes se ha determinado con arreglo al criterio objetivo de las normas que protegen el derecho humanitario [28].

Luego del triunfo del Likud (partido político israelí) en 1977 se marca el comienzo de la “restauración de la Tierra de Israel”, Cisjordania empieza a ser llamada “Judea y Samaria” y los palestinos “los árabes de la Tierra de Israel”[29]. Judea y Samaria son nombres antiquísimos de los dos distritos establecidos por los persas (559-332 antes de nuestra era). Y el debate sobre el asesinato de civiles en Jenin se desvió a un debate semántico, sobre si aquello era o no era una masacre[30].

En esa tarea de reescritura, juegan un papel importante intelectuales que muestran discursos abiertamente mentirosos. Michael Walzer afirma que: “la intolerancia tiene a veces el efecto de servir al grupo de sostén”[31]. Sin embargo sus preferencias lo traicionan al decir que “el sionismo es una potente fuerza nacionalizadora, pero no tiene la potencia asimiladora que tiene el republicanismo francés”[32].

Bastaría mirar comparativamente la situación de los extranjeros en Francia y en Israel para negar tal afirmación. Y luego despacha el asunto palestino diciendo que la solución podría ser “quizás algún tipo de autonomía local para los pueblos y ciudades árabes” [33]. Este tipo de análisis académicos han sido dañinos a la causa palestina, esos análisis, como los de muchos otros, no son parte de la solución sino parte del problema.

La fabricación de noticias es una virtud israelí: en junio 3 de 2003 fueron liberados 121 prisioneros palestinos, 100 de ellos estaban bajo detención administrativa, es decir: detenidos sin cargos, la mayoría de los cuales con órdenes de detención que expiraban ese mismo día o dentro de los siguientes 19 días. Solo uno era un prisionero político que había sido juzgado[34]. Pero la noticia fue contundente: Israel liberó más de 100 “terroristas”. Los medios de comunicación están cooptados, incluso los que posan de ser más liberales. “Haaretz, como el resto de los medios israelíes, no informa, sino que hace propaganda”[35].

Edward Said entendió la esencia del juego mediático israelí.

Ningún otro Estado del mundo, fuera de Israel, podría haber mantenido una política tan odiosamente discriminatoria contra un pueblo nativo sólo sobre bases religiosas y étnicas, una política que prohíbe a la gente nativa que posea tierras, o que las mantenga en su poder o que exista libre de represión militar, si no fuera por su sorprendente reputación internacional como un país liberal, admirable y avanzado (…) y mantienen la imagen de un pueblo pobre, indefenso y terriblemente amenazado. ¿Cómo? Mediante una campaña internacional coordinada, especialmente estadounidense, tan cínica como efectiva[36].

Como dijo el mismo Said “La premisa que subyace es que Israel necesita que lo protejan de los palestinos, y no viceversa”[37]. Como lo advertía David Grossman en el segundo aniversario de la segunda Intifada:

En el lado israelí se da una increíble paradoja: Israel se encuentra en la peor situación desde hace 35 años, tanto en lo que respecta a su seguridad y economía como en lo que se refiere a la sensación que se respira en sus calles. Y, aun así, su débil primer ministro, Ariel Sharon, sigue teniendo apoyo de la opinión pública.

La explicación es sencilla: Sharon consigue -no sin la ayuda del terrorismo palestino- que los israelíes reduzcan el conflicto a una única cuestión: su seguridad (…) La fuerza de los partidos religiosos extremistas crece más y más. Una ola de ‘patriotismo’ sentimental y burdo inunda el país. Se fundamenta en sensaciones históricas y casi primitivas del ‘destino del judío’ en su sentido más trágico. Los israelíes -ciudadanos de la potencia militar más fuerte de la zona- vuelven ahora a parapetarse, con un extraño frenesí, tras la sensación de ser perseguidos, víctimas y débiles[38].

Pero no solo se fabrica otra verdad sino que además se impide, incluso con el uso de la violencia, que se informe al mundo de lo que pasa en Palestina. El ataque a periodistas incluye detenidos, muertos, abaleados y heridos, arrestos, humillaciones, maltratos físicos, destrucción de su bienes, cierre de instituciones, confiscación de equipo, prohibición de ingreso a ciertas áreas, uso de periodistas como escudos humanos, y prohibición de distribución de periódicos.[39]

El problema de la información es tan central que Edward Said coloca su fracaso como parte del fracaso de la causa palestina. Desde 1948 los líderes árabes no se han preocupado de contrarrestar la propaganda israelí en los Estados Unidos. Todas las inmensas cantidades de dinero árabe invertidas en el gasto militar (primero en armas soviéticas, luego en las occidentales) se han convertido en nada porque los esfuerzos árabes no han sido apoyados con información ni explicados con una paciente y sistemática organización. El resultado es que literalmente cientos de miles de vidas árabes se han perdido para nada, nada en absoluto[40].

La sin salida del Estado israelí: El escorpión y la rana

Cuenta una fábula que una rana aceptó ayudar a un escorpión sirviéndole de medio para cruzar un río al llevarlo en su espalda, no sin antes advertirle al escorpión sus temores de que éste le clavara su aguijón. El escorpión explicó que ese no era su objetivo porque de hacerlo, en medio del viaje, ambos morirían. A mitad del recorrido el escorpión clavó el aguijón en la rana diciéndole: “lo siento, es mi naturaleza”. Esta fábula permite ilustrar el problema del incumplimiento israelí al derecho internacional.

Desde el nacimiento de Israel (el que no respeta la Resolución 181 de Naciones Unidas) hasta la reciente Resolución de la Asamblea General contra el muro (julio de 2004), la historia de Israel es una historia de incumplimientos del derecho internacional ¿Por qué Israel rechaza las resoluciones y los tratados internacionales? Porque hacerlo sería contrario a su propia naturaleza.

El Primer Congreso Sionista buscó crear un Estado judío en suelo palestino (1897) cuando la población judía en Palestina no superaba el 5 por ciento. La meta sionista pasaba (y pasa) por dos tareas concretas: apropiarse de la tierra y expulsar de allí a su población no judía.

En esta lógica se suscribe el Plan de Partición de las Naciones Unidas (1947) que otorga a Israel el 54 por ciento de la tierra palestina, la guerra de 1948 que le permite a Israel controlar el 78 por ciento y la ocupación de Gaza y Cisjordania (1967) con la cual el 100 por ciento de Palestina queda bajo control militar israelí. Por eso, Israel ha reescrito la historia del territorio palestino y hace popular el slogan de 1904: ”una tierra sin pueblo (Palestina) para un pueblo sin tierra (el pueblo judío)”, así se enseña en las escuelas y así se cree aún entre sectores teóricamente pro-palestinos de las ONG israelíes, desconociendo la catástrofe (la Nakba) de 1948.

A esto debe sumarse la política de desarrollo de asentamientos israelíes desde 1967 (hoy más de 170 con 700.00 judíos repartidos en Jerusalén del Este y Cisjordania), los impedimentos para que Palestina desarrolle una economía propia y comercio con otro países, las medidas de cierre y de controles militares no sólo entre Israel y Palestina sino también entre los propios Territorios Ocupados afectando todo intercambio de bienes y servicios (el 90 por ciento de las importaciones palestinas a finales de los años 90’s provienen de Israel), la respuesta violenta de Israel a las Intifadas, el incumplimiento sistemático de las resoluciones de las Naciones Unidas, la política de Apartheid contra la población palestina en Israel (el 19 por ciento de la población israelí) la violación masiva y sistemática de los derechos de los palestinos y, por supuesto, el muro.

Esa naturaleza de Israel le obliga a tales medidas para realizar el sueño sionista: la apropiación del suelo palestino. Además de esto, Israel se enfrenta a su propio enemigo interno: la falta de unidad respecto al sueño sionista. Mientras los más radicales trabajan para tal fin con el apoyo de los colonos y los partidos confesionales que ganan más y más poder en el parlamento israelí (Knesset), un sector, aunque minoritario, de las nueva generaciones y, especialmente, los nuevos inmigrantes (principalmente venidos de Rusia) no aparecen convencidos del sueño sionista.

La homogeneización de la población sigue buscándose a través del miedo como discurso y de la religión y el ejército. Es imposible ser sionista y a la vez cumplir, una de las más citadas resoluciones del Consejo de Seguridad que afirma que:

…el acatamiento de los principios de la Carta requiere que se establezca una paz justa y duradera en el Oriente Medio, la cual incluya la aplicación de los dos principios siguientes: i) Retiro de las fuerzas armadas israelíes de los territorios que ocuparon durante el reciente conflicto; ii) Terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenaza o actos de fuerza[41].

Las ONG israelíes y el movimiento de derechos humanos israelí, además de su pequeño tamaño, tiene un problema insalvable: un grupo importante de ellos son judios y sionistas, y a la vez luchan por los derechos humanos. A esto lo que llamaré el ”Síndrome de Bruno Bauer”, en alusión al texto de Marx ”sobre la cuestión judía” y donde se devela la contradicción entre la aspiración del Estado capitalista y la concepción religiosa del Estado, contradicción vigente en la naturaleza de Israel.[42] Esas personas pueden tener la mejor intención del mundo pero fracasan en su intento de ver a los palestinos como iguales y, a su vez, seguirse viendo como el pueblo elegido.

Tal tensión les lleva a asumir posiciones contradictorias tratando de “servir a dos amos” al mismo tiempo. Por ejemplo, ante la declaración de que el Tribunal Supremo de Israel autorizaba el derribo de viviendas palestinas sin previo aviso, “el Supremo desestimó una petición cursada por dos organizaciones de derechos humanos israelíes para que las familias de presuntos terroristas palestinos sean avisadas con antelación, en el caso de que el Ejército vaya a destruir su vivienda”.[43] Es decir, se acepta el castigo colectivo de la demolición pero a la vez se pide por cierto trato humano a las víctimas, cuando lo humano sería no demoler la casa.

Las políticas de Apartheid

Israel empezó a tomar parte en los tratados internacionales de derechos humanos sólo a partir de 1991, pero eso no ha alterado su esencia de mantener dos tipos de ciudadanías: la de los judíos y la del resto en su mayoría árabes. Esto no depende de la raza ni del lugar de nacimiento sino del credo religioso de la persona. Esos dos tipos de personas son la base en que se sustenta y que a la vez produce políticas comparables con el sistema del Apartheid. La definición de Apartheid en el derecho internacional es:

La expresión ‘crimen de apartheid’ que incluirá a las políticas y prácticas análogas de segregación y discriminación racial (…) denotará los siguientes actos inhumanos cometidos con el fin de instituir y mantener la denominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial de personas y de oprimirlo sistemáticamente:

a) La denegación a uno o más de sus miembros de uno o más grupos raciales del derecho a la vida y a la libertad de las personas: (ii) mediante atentados graves contra la integridad física o mental, la libertad o le dignidad de los miembros de uno o más grupos raciales, o sus sometimientos a torturas o a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (…)

b) la imposición deliberada a uno o más grupos raciales de condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

c) cualesquiera medidas legislativas o de otro orden destinadas a impedir (…) el pleno desarrollo de tal grupo o tales grupos, en especial denegando a los miembros de uno o más grupos raciales los derechos humanos y las libertades fundamentales, entre ellos el derecho al trabajo, el derecho a formar asociaciones sindicales reconocidas, el derecho a la educación, el derecho a salir de su país y regresar al mismo, el derecho a una nacionalidad, el derecho a la libertad de circulación y de residencia…

d) cualesquiera medidas incluidas las de carácter legislativo, destinadas a dividir a la población según criterios raciales, creando reservas y guetos separados para los miembros de uno o más grupos raciales, prohibiendo los matrimonios mixtos entre miembros de distintos grupos raciales y expropiando los bienes raíces pertenecientes a uno o más grupos raciales o a miembros de los mismos…[44]

Hay un claro sistema de Apartheid contra los palestinos que viven en Israel y, a través del muro y de otras políticas, contra los palestinos de los territorios ocupados. Las minorías palestinas que viven en Israel a pesar de poseer la nacionalidad israelí, son ciudadanos de segunda clase[45].

Son ciudadanos con varios elementos en su contra: no son judíos y, en cuanto árabes, son sujetos de sospecha permanente. Esto se expresa no sólo en recortes al disfrute de los derechos políticos sino también de los derechos sociales y económicos. Las restricciones a los palestinos de Israel incluyen a la actividad política de los árabes, limitaciones al ejercicio del derecho a la protesta, censura de prensa, congelamiento de las peticiones de reunificación familiar, etc.[46] Según Wole Soyinka, premio Nobel de literatura,

Lo que sucede con los palestinos me recuerda el Apartheid (…) Existen carreteras en las que está prohibido el tránsito a los palestinos; eso no existía en el apartheid sudafricano. Cuando digo que se parece al sistema del Apartheid sé exactamente de lo que estoy hablando: un sistema en el que un grupo de ciudadanos posee los derechos y otro que no los posee; un grupo de ciudadanos al que no se les permite vivir en el lugar donde trabajan.[47]

Hace más de 10 años, los palestinos que vivían en Israel a pesar de ser el 20 por ciento de la población “solo acceden al 6 por ciento de los puestos de diputados, al 2 por ciento de las plazas de estudios universitarios o al 1 por ciento de los cargos de los altos funcionarios del Estado, los palestinos “israelíes” se benefician del 3 por ciento del gasto social y ostentan el 3,5 por ciento de la propiedad de las tierras”.[48]

Es una minoría que pertenece a un Estado que no les acepta y a una nación a la que ven sufrir. Pero ese racismo no es sólo institucional, casi un tercio de los judíos israelíes apoya la supresión del derecho al voto de los palestinos con ciudadanía israelí.[49]

…en el parlamento de Israel, los diputados no judíos no ostentan más de un 6 por ciento de los escaños, sin que se les permita participar en algunos comités parlamentarios por la única razón de no ser judíos (…) ningún no judío ha llegado a ser presidente del Estado, Primer Ministro, Ministro, Embajador o ha formado parte del Tribunal Supremo. En odiosa comparación, podría preguntarse por la opinión de los ciudadanos judíos de Francia o de Estados Unidos, cuyas comunidades no sobrepasan el 2 por ciento de la población de tales países, si fuesen excluidos por motivos religiosos de la posibilidad de alcanzar puestos representativos[50].

Las normas de desarrollo urbanístico claramente diferencian entre judíos y palestinos. Las edificaciones anuales en Jerusalén son de 10 a 1. Desde 1917 hasta comienzos de los años 2000, 70.000 familias judías habían recibido subsidios de vivienda pero solo 550 familias árabes.[51] Sobre el crecimiento poblacional en la ciudad, un comité interministerial estableció el límite de 21 árabes por cada 71 judíos.[52]

La política de Apartheid se evidencia también en las medidas de control de los recursos hídricos.[53] Tales medidas buscan: “facilitar la colonización, el castigo colectivo, invertir los términos de asentamiento de la población, situando en la provisionalidad a la población palestina y consolidando la presencia judía, y finalmente obstaculizar el desarrollo económico palestino”.[54] Un ejemplo es la distribución de las aguas subterráneas de Cisjordania (confirmado por Oslo II), a los palestinos les corresponde e 17.38 por ciento y a los israelíes el 71.13 por ciento[55] “Un colono israelí consume 17 veces más agua palestina que un palestino”[56].

En julio de 2004, Amnistía Internacional condenó la extensión de la “Ley de Ciudadanía de Entrada en Israel” por significar la negación a miles de palestinos con ciudadanía árabe el derecho a vivir como una familia en cuanto su pareja no puede acceder a la nacionalidad israelí y, por tanto, no está autorizada a vivir en territorio israelí.[57] Esta ley ha sido considerada un claro ejemplo de las políticas raciales de Israel. Por este tipo de cosas, el Relator Especial de Naciones Unidas no dudó en comparar el régimen israelí aplicado a los palestinos con el sistema vivido en Sudáfrica.[58]

El Knesset (parlamento israelí) ratificó los cambios de la Ley de Reunificación Familiar (julio 27 de 2005), reafirmando la política ya mencionada de no permitir la reunificación de familias palestinas que vivan una parte de ella en los territorios ocupados (excluyendo Jerusalén Este) y la otra en Jerusalén Este e Israel.[59]

A pesar de muchos más ejemplos sobre la política de Apartheid, y a pesar de que La “Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid” clarifica que Apartheid es “un crimen de lesa humanidad y que los actos inhumanos que resultan de las políticas y prácticas de Apartheid y las políticas y prácticas análogas de segregación y discriminación racial (…) son crímenes que violan el derecho internacional”[60] la comunidad internacional no reacciona. Los Estados deben declarar “criminales las organizaciones, las instituciones y los particulares que cometen el crimen de apartheid”.[61]

La relación entre el muro y la política de apartheid de Israel es clara. Es importante resaltar que “se consideran criminalmente responsables en el plano internacional, cualquiera que sea el móvil, los particulares, los miembros de organizaciones e instituciones y los representantes del Estado, tanto si residen en el territorio del Estado en que se perpetran los actos como en cualquier otro Estado…”[62]

Las personas han de ser castigadas “independientemente de que tales persona residan en el territorio de un Estado en que se han cometido los actos o sean nacionales de ese Estado o de algún otro Estado …”[63] Los Estados “podrá pedir a cualquier órgano competente de las Naciones Unidas que adopte, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, todas las medidas que considere indispensables para la prevención y represión del crimen del Apartheid”.[64] A pesar de esta claridad legal de deberes bajo el DIH y la Convención contra el apartheid, la llamada comunidad internacional continúa en silencio sobre la situación palestina.

Esas políticas de separación tienen consenso entre todos los partidos políticos israelíes, todos ellos justifican el muro y la prioridad de los intereses israelíes sobre cualquier consideración ética o de derecho internacional; con más o menor énfasis el panorama político israelí no muestra fisuras frente a la construcción del muro[65].

a) Likud: “La valla de seguridad continuará su construcción” reiteró Sharon, coincidiendo con la escasa preocupación de la administración de Estados Unidos sobre la ruta del muro,[66]

b) Laborista: el anterior Primer Ministro de Estado, E. Barak dijo: “No existe ninguna explicación sobre por qué Israel no puede construir una valla diez veces más grande (refiriéndose a la valla de Gaza) cerrando el paso a Israel y a los asentamientos”,[67]

c) Meretz (considerado de extrema-izquierda): “muy pequeño y muy tarde, pero en la dirección correcta”,[68]

El área entre el muro y la Línea Verde ha sido ya apropiada por Israel. Mediante una orden militar,[69] muy representativa de la política de Israel se establece la naturaleza de “área cerrada” y los requisitos para acceder a ella. En tal Orden se dice que es “israelí” a) todo ciudadano del Estado de Israel, b) Residente del Estado de Israel registrado en Israel de acuerdo con la Ley de Registro de Población de 1965, c) una persona con derecho a emigrar a Israel de acuerdo con la Ley de Retorno de 1950. Esta última condición quiere decir que todo judío obtiene de manera automática la ciudadanía israelí por retornar a la tierra prometida (así no haya estado nunca en Israel).

Luego la Orden Militar establece que: a) nadie puede entrar en la zona cerrada; b) toda persona que entre allí será evacuada inmediatamente, esto afecta a palestinos que tienen allí sus casa y a miles que tienen allí sus tierras; c) se aclara que el punto a anterior no aplica para el caso de los israelíes. Es decir, un judío no israelí puede hacerse israelí de manera automática y además acceder legalmente a las tierras entre el muro y la Línea Verde, pero un palestino, cultivador de esas tierras, hijo y nieto de cultivadores de esas tierras será evacuado inmediatamente.

La teoría de Rawls sobre cómo construir el contrato social y, con este, la garantía de los derechos humanos en una sociedad decente, parte de una posición (la posición original) en la cual cada integrante de la comunidad (ciudadanos libres, iguales y razonables) acepta unas reglas generales que son reconocidas como válidas pero sin que las personas sepan cuál será su puesto en dicha sociedad, es decir con límites en su conocimiento, con exclusión de información, llamemos, de las posibilidades individuales.[70] Si aplicáramos este criterio al caso palestino, la persona en cuanto libre e igual, aceptaría unas reglas racionales que serían universalmente aplicadas a judíos y no judíos sin que esa persona las acepte por el hecho de ser judío pues éste, desde la posición original, desconocería su condición de tal privilegio en una sociedad sionista.

El problema central es la ausencia de construcción de razones y la primacía de actos de fe, la ausencia de reflexiones sobre valores universales y la priorización de la noción de pueblos elegidos y, por tanto, en cuanto elegidos, consecuentemente, superiores al resto de pueblos y de personas.

Para algunos, a pesar de reconocer las medidas racistas de Israel, no es correcto el uso de la palabra Apartheid, dicen que es “teóricamente falso y políticamente dañino”, incluso sugiriendo que la palabra Apartheid distrae del problema real.[71] Pero esta postura parte de lo que se entiende por Apartheid en el plano político o de las obvias diferencias entre Sudáfrica e Israel, y no en la definición jurídica, como concepto universal aceptado por el derecho internacional.

Muchas de las medidas tomadas por Israel son medidas contra los palestinos por ser parte de un grupo particular: uso de difamaciones racistas, ataques a sitios sagrados, destrucción de edificaciones religiosas, demolición de casas palestinas, destrucción y tierras y cultivos, negación del derecho de residencia, detenciones y arrestos masivos, control ilegal de la explotación de los recursos naturales palestinos, abusos verbales contra los palestinos en cuanto tales, impedimentos de acceso a los servicios de salud y restricciones a la construcción de casas palestinas. Es suficiente para decir claramente que la política israelí contra los palestinos es una política de Apartheid.

El Estado confesional

Como queda demostrado, Israel no es un Estado pensando para ciudadanos, personas iguales ante la ley, sino para un tipo especial de personas que se definen en cuanto creyentes, con lo cual la aplicación de los pactos internacionales de derechos humanos lo llevaría a la configuración de un Estado moderno y democrático que sería, por definición, la negación del Gran Israel, del Estado sionista. En Israel no hay ciudadanos, esa categoría es secundaria; los derechos no dependen de la relación Estado/persona sino de la relación Estado/creyente, lo cual es la negación de la democracia.

El Estado israelí rechaza aplicar el derecho internacional en los Territorios Ocupados así como en el propio territorio israelí. Este Estado, en cuanto Estado teocrático y por tanto Estado premoderno (lo que es una contradicción en los términos) rechaza reconocer los derechos de los palestinos. Israel “ya no es en absoluto un Estado, sino una comunidad chauvinista religiosa que se lanzó a una guerra a muerte, una guerra tribal, sin brújula y sin conciencia, sin normas jurídicas, sin criterios éticos y sin un ápice de racionalidad”.[72]

En el caso del Derecho Internacional Humanitario, Israel rechaza su aplicación alegando que ante la ausencia de otro país que reclame jurisdicción sobre los Territorios Ocupados (por la renuncia de Egipto a la Franja de Gaza y de Jordania a Cisjordania) no habría un país ocupado, aunque fuera parcialmente y, por tanto, no hay fuerza ocupante. Israel se presenta como un administrador de los sin duda correctamente llamados Territorios Ocupados. Sostiene Israel que Egipto solo administró Gaza pero no alegó soberanía sobre ella[73]. Pero detrás de ese silogismo jurídico esconde otra verdad esencial del Estado judío, creado en parte sobre la base de una mentira: “una tierra sin pueblo –Palestina- para un pueblo sin tierra –los judíos”.

El sueño sionista necesita ocupar palestina y nombrarla como propia y necesita mantener políticas segregacionistas para controlar la realidad demográfica, medidas tales como la importación masiva de judíos de todos los países posibles para ocupar los trabajos que no son ofrecidos a los palestinos o normas como la promulgada ley que niega la posibilidad de que un matrimonio palestino-israelí genere ciudadanía israelí a la persona palestina.

Israel necesita hacerse a la tierra pero no a las personas que la poseen, como en Sudáfrica durante el Apartheid. Asumir las personas como tales, poseedoras de derechos, es una amenaza al proyecto sionista. Por lo mismo, todo ataque a Israel, dentro de la lógica sionista, debe ser presentado como una amenaza para lo cual extender la categoría de víctimas del Holocausto hasta a los bolivianos recién convertidos al judaísmo y recién llegado a Israel es funcional.

Esto no disculpa a Israel, al contrario: lo condena plenamente. La naturaleza de alguien que comete un delito (máxime cuando esa “naturaleza, como en el caso Israel, es artificial y premeditada) puede ayudar a la explicación de la lógica que subyace al delito pero de ninguna manera puede ser base para la impunidad.

Como el escorpión de la fábula, Israel actúa así porque es parte de su naturaleza sionista. Por eso la ilusión Estado de derecho y a la vez Estado sionista es un imposible jurídico, por lo mismo la figura de “sionista de izquierdas” es de difícil aceptación. La tarea no es pues que el escorpión abrace a la rana y convivan como en los cuentos de hadas, sino redefinir la naturaleza de ese escorpión artificial llamado Israel y, si ha de ser Estado, que asuma la naturaleza del Estado: moderno y democrático.

La noción de credo quia absurdum (creo porque es absurdo) se traspasa de la religión a la política, haciendo de la religión la negación del Estado. Marx decía que: “El Estado cristiano es la negación cristiana del Estado, pero de ningún modo la realización estatal del cristianismo”.[74] Hay dos anécdotas que ilustran esta afirmación en el caso de Israel: un sionista en la Haya, durante las manifestaciones con motivo de las sesiones de la CIJ nos dijo: “poblar Israel es una orden de Dios” y otro, ante el debate sobre el sionismo como forma de racismo, dijo: “pues si el sionismo es racismo, no me lo explique a mí, explíqueselo a Dios”.

Con la información basada en la fe se entierra no solo el sueño palestino de un territorio sino incluso se arriesga el propio sueño israelí de un Estado, de un centro judío reconocido por sus vecinos y con fronteras seguras. Pero la seguridad y el reconocimiento dependen, en buena parte, de la definición de fronteras, y la definición de fronteras depende de la solución del conflicto con Palestina.

Por eso, es claro que la promesa israelí de seguridad a través de la construcción del muro es una mentira pues la paz no depende de soluciones militares sino del fin de la ocupación y la aceptación israelí de los derechos de los palestinos. La mayoría de suicidas han pasado al lado israelí a través de checkpoints y el muro no disuadirá a las personas decididas a cometer actos de terrorismo.[75]

Otros argumentos en contra de la noción del muro como seguridad son la fecha de su origen como proyecto (1973), la ruta del muro sometido a la voluntad de los colonos, la construcción de un muro interno en la zona del Valle del Río Jordán y la continua separación de la Línea Verde. Es además ingenuo decir que existe un conflicto de derechos: el derecho a la vida de los israelíes enfrentado al derecho a la propiedad de los palestinos, el asunto es, como se ve, más complejo.

Más allá de la construcción del muro, la peor consecuencia de la construcción es la expulsión forzada de los palestinos por sus condiciones de vida ahora insostenibles, como pasa actualmente. “El muro por tanto creará una nueva generación de refugiados o de desplazados internos”.[76] En el mismo sentido se pronunció el Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, considerando que el muro aísla a las comunidades de sus tierras y del agua, lo que hará que muchos palestinos de esas zonas se vean obligados a marcharse.[77]

Muchas ONG y donantes aceptan esta realidad como algo irreversible y reducen su papel a una ayuda innecesaria y, a veces, inútil. Esta ayuda podría ser incluso una violación al derecho internacional en cuanto la CIJ dijo que: “Todos los Estados tienen la obligación de no reconocer la situación ilegal resultante de la construcción del muro y de no prestar ayuda o asistencia para el mantenimiento de la situación creada por dicha construcción”.[78] Así, todo proyecto llamado a mover servicios de un lado al otro del muro (escuelas, centros de salud, etc., como está ya sucediendo en Jerusalén) son proyectos a favor del régimen conexo al muro.

El actual sistema de derechos humanos existe parcialmente como consecuencia del Holocausto y de otros crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. El sistema buscó proteger a las víctimas de la guerra: a todos a través de la Declaración Universal de los derechos humanos (1948), a la población civil a través del Cuarto Convenio de Ginebra (1949), a los refugiados europeos a través de la Convención sobre el estatuto de los refugiados (1951), a grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos a través de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio (1948).

Paradójicamente, el actual sistema de derechos humanos, es irrespetado por los herederos de las víctimas del Holocausto. Y el Cuarto Convenio de Ginebra que nace en parte como consecuencia de las violaciones de los derechos de los civiles judíos en la Segunda Guerra Mundial, es rechazado por los herederos de los sobrevivientes del exterminio nazi. Resulta difícil acusar a los derechos humanos y a los Convenios de Ginebra de antisemitas, precisamente cuando fueron creados en parte para proteger a los judíos. Pero de lo que no hay duda es que los derechos humanos son, también por naturaleza, anti-sionistas en cuanto antirracistas.

Más allá del muro, el gran dilema es cómo ser Estado moderno – como todas sus consecuencias- y al mismo tiempo ser un Estado religioso. Y las principales víctimas de este dilema son los palestinos. En palabras del poeta palestino M. Darwish:

La comunidad internacional no puede seguir cerrando los ojos frente a lo que está ocurriendo hoy en la tierra de Palestina, como hizo en el año de la Nakba. La ocupación israelí continúa con la destrucción de la sociedad palestina, y por ello la asedia. Continúa matando y asesinando, con cada medida de fuerza que estime oportuna, usando su armamento contra un pueblo aislado que defiende lo que queda de su existencia e identidad amenazadas, defendiendo lo que resta de sus demolidos hogares, defendiendo los restos de sus cultivos.

El interés de los países de todo el mundo, y de sus pueblos, en el enfrentamiento que hoy se desarrolla en Palestina, y su apoyo al pueblo palestino -un pueblo que se ve privado de una vida normal y ordinaria- es una prueba de catadura moral que revelará hasta qué punto los valores de justicia, libertad e igualdad tienen credibilidad[79].

Y, para finalizar, usando las palabras de uno de los magistrados de la Corte Internacional de Justicia que tomó parte de la Opinión Consultiva sobre el muro:

…la Corte ha cumplido su función de árbitro supremo de la legalidad internacional y de la salvaguardia contra actos ilícitos. Corresponde ahora a la Asamblea General, en cumplimiento de sus obligaciones en virtud de la Carta, tratar esta Opinión Consultiva con el respeto y la seriedad que merece, con vistas no a hacer recriminaciones, sino a utilizar estas conclusiones de manera de promover una solución justa y pacífica para el conflicto israelí-palestino, un conflicto que no sólo ha durado demasiado, sino que ha causado enorme sufrimiento a quienes ha afectado directamente y ha envenenado las relaciones internacionales en general[80].

Los palestinos han logrado sobrevivir a la ocupación, al olvido mundial y a la instrumentalización de los líderes árabes y a la falta de solidaridad de los pueblos árabes: en el plan de desconexión Egipto aceptó un limitado y triste papel de policía de fronteras, abandonando la discusión central de la ocupación. Los palestinos han logrado sobrevivir a la guerra fría que les empujaba a alinearse, a la falta de desarrollo económico, a los acuerdos que niegan sus derechos, a las ineficacia de las Naciones Unidas, al lobby judío, a las políticas de los Estados Unidos y, por supuesto, a sus propios dirigentes perdidos en la maraña de la burocracia y la corrupción, siendo, sin duda, la negociación con Israel de los derechos de los palestinos la peor forma de corrupción.

Conclusión

La famosa pintura “Lección de Anatomía del Doctor Nicolaes Tulp” de Rembrandt se conoce, por algunos como un ícono del nacimiento de la ciencia moderna. En esta pintura el libro de anatomía de Vesalio se encuentra marginado, casi oculto, mientras el centro es ocupado por un cadáver sobre el cual cae toda la luz. Los médicos que siguen la lección del doctor Tulp y miran en diferentes direcciones, ya no pueden echar mano del libro de anatomía, metáfora del dogma, para argumentar sus conclusiones. La realidad fría y contundente del cadáver se impone sobre el libro otrora sagrado.

En el caso de Palestina ni los juegos lingüísticos y semánticos del sionismo, ni las citas de la Torá, ni mucho menos el retorcimiento del derecho internacional, logran opacar la sangre. La realidad de ver el muro de apartheid, el dolor de ver la ocupación, la tragedia de observar los asentamientos, no puede ser reemplazada con el cántico repetitivo e hipócrita del “antisemitismo”.

La academia no es neutral, no debe serlo, debe tomar partido por la verdad, aquella que se encuentra en el cadáver y no en el libro, aquella que sufren los palestinos todos los días. Y si acaso quisiera darle un lugar a los textos, estos deberían ser aquellos reconocidos por la comunidad internacional y no en una propuesta religiosa: es en el derecho y no en la Torá donde hay que indagar y donde hay que responder.

Entre la violencia de un ocupante y el dolor de un ocupado no hay neutralidad posible, a lo mucho complicidad, indolencia y traición a los principios de verdad y de justicia, esos que la academia dice profesar y dice defender.

  1. DE CURREA-LUGO, Víctor: “La crisis de las organizaciones humanitarias en Palestina” Tiempo de Paz, núm. 66 (Madrid, otoño de 2002) pp. 102-113
  2. Opinión separada del Magistrado Elaraby, en: CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA: “Opinión Consultiva…” párrafo 3,1
  3. Naciones Unidas definió el sionismo como “una forma de racismo y de discriminación racial”. Ver: NACIONES UNIDAS, ASAMBLEA GENERAL: Resolución 3379, Noviembre 10 de 1975.
  4. CIA World Factbook (Marzo 7 de 2016). Israel: Economy-overview. Recuperado de: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/is.html.
  5. The Global Economy Index (2014). Palestine GDP per capita, current dollards. Recuperado de: http://www.theglobaleconomy.com/Palestine/GDP_per_capita_current_dollars/.
  6. Conferencia de John Ziegler, en: “United Nations International Meeting on the Implications of the Construction of the Wall in the Occupied Palestinian Territory, including around East Jerusalem” United Nations, Geneva, April 2004.
  7. FAO: Food Security Assessment, West Bank and Gaza Strip, Rome 2003.
  8. Index Mundi (30 de junio de 2015). Israel Unemployment rate. Recuperado de: http://www.indexmundi.com/israel/unemployment_rate.html.
  9. Palestinian Central Bureau of Statistics (30 de junio de 2015). Press release on the results of the labour force survey. Recuperado de: http://www.pcbs.gov.ps/site/512/default.aspx?tabID=512&lang=en&ItemID=1397&mid=3172&wversion=Staging.
  10. Internet World Stats (2012). Usage and Population Statistics. Recuperado de: http://www.internetworldstats.com/stats5.htm.
  11. CIA World Factbook (Marzo 7 de 2016). Israel- People and Society: Infant Mortality Rate. Recuperado de: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/is.html.
  12. UNRWA (Agosto 8 de 2015). Infant Mortality rate rises in Gaza for first time in fifty times. Recuperado de: http://www.unrwa.org/newsroom/press-releases/infant-mortality-rate-rises-gaza-first-time-fifty-years.
  13. Ver, al respecto: WARSCHAWSKI, Michel: A tumba abierta, Icaria, Barcelona, 2004
  14. “The crisis is not a ‘traditional’ humanitarian crisis” Catherine Bertini: “Personal Humanitarian Envoy of the Secretary-General. Mission Report”, 11 – 19 August 2002.
  15. WORLD BANK: “Country Brief: West Bank and Gaza”, August, 2000
  16. WORLD BANK: “The impact of Prolonged Closure on Palestinian Poverty” November, 2000
  17. HUMAN RIGHTS WATCH: “The ‘Roadmap’ Repeating Oslo’s Human Rights Mistakes”, Washington, 2003.
  18. AL-HAQ: “Position paper: A legal commentary On the Geneva Accord”, Ramala, May 2004
  19. PALESTINIAN CENTRE FOR HUMAN RIGHTS: “Human Rights and the lessons of ‘peace plans’ from the Geneva Accords to Sharon’s disengagement plan”, Position Paper. Gaza, February 2005, p. 7
  20. HUMAN RIGHTS WATCH” Jenin: IDF Military Operations” May 2002 Vol. 14, No. 3 (E)
  21. Citado en: WARSCHAWSKI, A tumba abierta… p. 47
  22. Haaretz, 3 de diciembre de 2002, citado en WARSCHAWSKI, A tumba abierta… p. 51
  23. Citado en: WARSCHAWSKI, A tumba abierta… p. 57
  24. PAPPE, Illan: “Una aproximación al conflicto palestino-israelí: medio siglo de enfrentamientos” en: ALVAREZ-OSORIO, Ignacio: Informe sobre el conflicto de Palestina, Ediciones del Oriente, Madrid, 2003, p. 33
  25. WARSCHAWSKI, A tumba abierta.. pp. 73-75
  26. Incluso Sharon usó la palabra ocupación –y la subrayó- para definir la situación que impera en Palestina (mayo 26 de 2003).
  27. CARTER Jimmy: “The Geneva Initiative: A promising Foundation for Peace”, Palestine-Israel Journal, Vol. 11, num. 2, 2004, pp. 9-11
  28. Opinión separada del Juez Al-Khasawneh, CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA: “Opinión Consultiva…” párrafos 2 y 3
  29. ALVAREZ-OSORIO, Ignacio: El miedo a la paz, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2001, pp. 105-106
  30. WARSCHAWSKY, Michel: “Yenin como modelo en: ALVAREZ-OSORIO, Informe sobre… p. 84
  31. WALZER, Michael: On toleration. Edición consultada: Tratado sobre la tolerancia, Paidos, Barcelona, 1998, p. 48
  32. WALZER, Michael: On toleration… p. 55
  33. WALZER, Michael: On toleration… p. 57
  34. PLO Negotiation Affairs Department. “Palestinian Political Prisoners”, July 2003, p. 3
  35. WARSCHAWSKY, Michel: “Yenin como…” p. 83
  36. SAID, Edward: “Palestina: Tenemos que abrir el segundo frente”. Al-Ahram Weekly On-line. Traducción para Rebelión: Germán Leyens
  37. SAID, Edward: “Palestina: Intentarlo una y otra vez” El País, Madrid, 9 de enero del 2001
  38. GROSSMAN, David: “Dos años de Intifada”, El País, Madrid, 28 de septiembre de 2002
  39. Ver testimonios sobre estos casos en: THE PALESTINIAN CENTRE FOR HUMAN RIGHTS: “Silencing the Press”. A Report on Israeli Attacks against Journalists. 01 October 2002 – 31 March 2003. April/2003
  40. SAID, Edward: “Propaganda y guerra” Znet, 2 de octubre de 2003
  41. NACIONES UNIDAS, CONSEJO DE SEGURIDAD: Resolución 242 de 22 de noviembre de 1967
  42. MARX, Karl: “Sobre la cuestión judía”, 1844
  43. El Supremo de Israel autoriza el derribo de viviendas palestinas sin previo aviso” El País, Madrid, 7 de agosto de 2002
  44. Art. 2, Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  45. BARREÑADA, Isaias: “Las minoría palestina israelí, la crisis del proceso de paz y la intifada”, en: ALVAREZ-OSORIO, Informe sobre… pp. 151-178
  46. BARREÑADA, “Las minoría palestina…” 167-169
  47. ”Lo que sucede con los palestinos me recuerda el ‘apartheid”, El País, Madrid, 3 de abril de 2002
  48. KHADER, Bichara: “Los palestinos, un pueblo martirizado por la historia”, en: Los palestinos. Vanguardia Dossier, núm. 8 (Barcelona, Oct/Dic. 2003), p. 14
  49. BISHARA, Marwan: ”El ’enemigo interior’ de Israel”, en: Los palestinos. Vanguardia Dossier, núm. 8 (Barcelona, Oct/Dic. 2003), p. 48.
  50. Citado en: IGLESIAS VELASCO, Alfonso: “La ocupación israelí de los territorios palestinos a la luz del derecho internacional” en: ALVAREZ-OSORIO, Informe sobre… p. 126
  51. Datos citados en: TAMARI, Salim: “Jerusalén: una ciudad disputada en una geografía sagrada” en: ALVAREZ-OSORIO, Informe sobre… p. 189.
  52. Datos citados en: TAMARI, “Jerusalén: una ciudad…” p. 196
  53. IZQUIERDO, Ferrán: “Agua y poder: el empleo de los recursos hídricos palestinos por Israel” en: ALVAREZ-OSORIO, Ignacio: Informe sobre… pp. 209-238
  54. IZQUIERDO, Ferrán: “Agua y poder: el empleo de los recursos públicos palestinos por Israel”, en ALVAREZ-OSORIO, Informe sobre… pp. 211-212
  55. IZQUIERDO, “Agua y poder…” p. 220
  56. KHADER, “Los palestinos, un pueblo…” p. 14
  57. AMNESTY INTERNATIONAL: “Israel and the Occupied Territories. Torn Apart: Families split by discriminatory policies”. 13 July 2004. Disponible en: http://web.amnesty.org/library/index/engmde150632004
  58. UNITED NATIONS, GENERAL ASSEMBLY: “Question of the violation of…” pp. 23-24
  59. AL-HAQ: “The Legalisation of Human Rights Violations: Israeli Knesset Passes Two Discriminatory Laws in One Day” Press Release, July 28 2005
  60. Art. 1, Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  61. Art. 1 (2), Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  62. Art. 3, Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  63. Art. 4, Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  64. Art. 8, Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973)
  65. Información tomada de: “General Information Fact Sheet” y “First Phase Fact Sheet”, producidos por la Campaña contra el Muro del Apartheid, Jerusalem, 2003
  66. Declaraciones de Ariel Sharon, julio 30, 2003
  67. Haaretz, Mayo 15, 2002
  68. Avshalom Villan, miembro del Knesset –parlamento Israelí- en respuesta a la decisión de construir el muro en el norte de Cisjordania, abril 15 de 2002
  69. Orden Militar 5764 de 2003 sobre Regulación de la Seguridad en Judea y Samaria, 2 de octubre de 2002
  70. RAWLS, John: Justice as Fairness. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts and London, 2001
  71. MACHOVER, Moshé: “Is it Apartheid?” News from Within, num. 1, Vol. XXI, December 2004, pp. 12-13
  72. WARSCHAWSKI, A tumba abierta… p. 109.
  73. Unos de los problemas de la implementación del Cuarto Convenio de Ginebra es el rechazo a su aplicabilidad y negociar los derechos de las personas bajo ocupación por debajo de los estándares del DIH, y este problema se observa en el conflicto palestino. Ver: INTERNATIONAL COMMITTEE OF THE RED CROSS: “General problems in implementing the Fourth Geneva Convention”, Meeting of experts, Geneva, October 1998.
  74. MARX, Karl: “Sobre la cuestión judía”, 1844
  75. DUGARD, “Question of the violation…”
  76. DUGARD, “Question of the violation…”
  77. E/CN.4/2004/10/Add.2, 31 de octubre de 2003, párr. 51, citado en: CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA: “Opinión Consultiva…” párrafo 133
  78. CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA: “Opinión Consultiva…” párrafo 163
  79. DARWISH, The Guardian, 22 May 2005. Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb.
  80. Opinión separada del magistrado Koroma, Corte Internaciona de Justicia: “Opinión Consultiva”, párrafo 10.