Gobierno y ELN: a la salida nos vemos

ELN
Víctor de Currea-Lugo 4 de febrero de 2016

En la escuela primaria había una frase de guerra que era clara y contundente, sin lugar a dudas: “A la salida nos vemos”. Esa frase de guerra es, paradójicamente, la fórmula que podría salvar el proceso de negociación entre el gobierno y el ELN. Y lo digo muy en serio.

En estos días ha habido declaraciones de Humberto De la Calle, de Frank Pearl, de Juan Manuel Santos, del Comando Central del ELN y numerosas declaraciones de la sociedad llamando a la paz. El problema es qué hay detrás de tanta algarabía. Lo primero (aunque no lo más importante) es el festival del rumor, demasiadas versiones cruzadas que coinciden en una sola cosa: las partes sí quieren genuinamente apostarle a la paz.

Fuentes creíbles me han hecho saber que la voluntad de paz del ELN es cierta, desde hace años, desde la tímida expresión de su V Congreso, desde la asistencia a las más de 20 rondas de negociación preliminar, desde el pleno de su dirección en noviembre pasado en la que, según Antonio García, se ratificó por consenso el respaldo a las actividades y decisiones del equipo negociador de la insurgencia.

Otras fuentes, igual de válidas, reconocen que sí hay una voluntad real del Gobierno, de sacar adelante el proceso y saltar a la fase pública. Que a pesar de viejos temores (que también tiene el ELN) sí entienden que la paz sin el ELN sería incompleta, que lo ideal es tener dos mesas y un solo proceso, etc.

El acumulado que hay es muy valioso para botarlo a la basura por una guerra de micrófonos que, dicho sea de paso, es el peor medio para resolver cómo avanzar, máxime si el mensaje suena a ultimátum. La “pedagogía del grito” poco ayuda. Hasta ahora van más de 20 rondas, una logística que se ha ido afinando, acompañamiento sostenido de la comunidad internacional, la construcción de una agenda para la negociación (que no es un documento de conclusiones sino de punto de partida y, como tal, tiene que verse), la constitución de dos equipos negociadores mirando seriamente la paz, etc. Esto es el punto más alto donde ha llegado proceso entre el gobierno y el ELN en todos los 25 años de historia de tratar de construir un proceso de negociación.

Hay que limpiar la cosa de agendas secundarias por doloroso que suene. No es cierto que el ELN haya pedido los restos de Camilo Torres Restrepo para negociar, no es cierto que se haya impuesto condiciones de última hora.

Hay un tema en la mesa que es la intermediación de Venezuela, que ha facilitado y acompañado el proceso, cosa que hay que reconocer. Pero, dicen los rumores, tanto el ELN, Venezuela y el gobierno colombiano han cedido en sus pretensiones y, tengo entendido, todos coinciden en que la paz con el ELN no puede atarse a las dinámicas del proceso venezolano, lo que no significa negar el gran papel jugado por el gobierno de Maduro en apoyo a la negociación.

Entonces, si todo esto es cierto ¿Por qué no arranca la mesa pública? Fácil. Porque no han dicho como los niños: a la salida nos vemos. En otras palabras, parece que no hay un teléfono rojo, una línea directa entre el Comando Central del ELN y el gobierno de Santos. Hay tantos mensajeros y mensajes que en el afán de ayudar, la cosa puede enredarse. Desde militares intermediarios en Venezuela (cuya postura podría ser menos colaboradora que la del mismo Maduro) hasta vocerías regionales que con el mejor deseo tratan de empujar, hasta columnistas como yo que tratamos de empujar la paz.

Pero nuestros esfuerzos no remplazan el necesario “a la salida nos vemos”, es decir que en un tiempo ya fijado, en un sitio acordado nos vemos cara a cara, acompañados por los que creen en el uno o en el otro, por los que son simples espectadores, por los que están prestos a separar a los peleadores. Golpes sin intermediaciones o, en el caso que nos ocupa, mensajes en la cara.

Es necesario dejar de satanizar de entrada la agenda, pues es perverso querer cerrar la negociación pública en la fase preliminar, cuando lo adecuado es delimitarla sin por eso agotarla. Es necesario usar los canales indirectos para las cosas que pueden esperar o secundarias al proceso; pero el hecho de que ambas partes digan que están listas, pero la cosa se estanca demuestra un gran fallo en la comunicación.

Señores del ELN y del gobierno: no dilapiden lo mucho que han avanzado pero, lo más importante, recuerden que la paz es un derecho nuestro y un deber de ustedes; que arrojarse en público las culpas solo contribuye a deslegitimar el proceso; que honren su palabra. Véanse a la salida que ahí estaremos desde la sociedad para apoyar la construcción de una salida negociada al conflicto armado, social y político que nos ahoga.

Publicado originalmente en Las 2 Orillas