Víctor de Currea-Lugo | 25 de marzo de 2022
Todo balance temporal es flor de un día. Y así debe ser, porque el paso del tiempo termina por modificar lo dicho hasta incluso, a veces, negarlo por completo. Pero urge decir algo cuando ya va un mes de guerra en Ucrania. Toca de nuevo insistir en que explicar no es justificar. Entonces, planteo algunas consideraciones a destacar:
- Rusia no es un actor que se le vaya la vida en amenazas, ese juego diplomático al que Occidente está acostumbrado es muy lejano de la política exterior de Rusia que decidió dar el paso sin andar haciendo advertencias.
- Estados Unidos y la Unión Europea azuzaron la guerra y parece que no habían calculado todos los escenarios tras la invasión. Lo cierto es que hasta ahora la peor parte la ha llevado Ucrania, que no fue admitida por la OTAN ni por la Unión Europea y ahora debe resolver un conflicto armado en su territorio.
- Sin duda, se consolidó un crimen de agresión por parte de Rusia al territorio de Ucrania y una violación a su soberanía nacional. Más allá de los alegatos de Vladimir Putin de tratar de justificar su acción, en parte, con un posible genocidio de ruso-parlantes en el oriente de Ucrania, lo cierto es que cometió un crimen internacional.
- La gran cantidad de fake news y el aumento de la rusofobia hace muy difícil saber qué es lo que realmente está pasando en el terreno. Esto genera un problema para entender la dinámica militar, los eventuales crímenes de guerra, la situación de las personas civiles y las condiciones de vida de los que están cerca a las líneas de fuego. Además, eso genera un gran desprestigio de los medios de comunicación.
- La crisis humanitaria sigue creciendo. Al margen de las críticas por la doble moral europea en relación con otras crisis, es necesario recordar que ese no puede ser argumento para negar o relativizar la innegociable ayuda humanitaria que merecen los ya varios millones de refugiados que han salido de Ucrania.
- El lento avance de los rusos no es un dato fácil de leer. Para algunos, es lo esperado porque el ejercito de Ucrania no es el ejército de Georgia: fácil de derrotar en pocas horas. Otros consideran que la prudencia en el avance, especialmente en zonas ruso-parlantes, es una decisión para evitar el rechazo local. Para otros, es porque Putin calculó mal y su lentitud es parte y augurio del fracaso. Cada uno lee lo que le conviene.
- La presencia de chechenos, no de los rebeldes sino de los que están al servicio de Moscú, se podría explicar por su alta experiencia en combates urbanos, como lo fue la guerra de Chechenia. Así mismo, Rusia se ha cuidado de no involucrar soldados que prestan el servicio militar para evitar deteriorar su imagen ante el pueblo ruso.
- Enviar armas no es una estrategia. Ya lo había hecho Estados Unidos en el cuerno de África, hace más de una década, cuando envió armas a Etiopía para que se metiera en la guerra de Somalia. Eso mismo hace ahora Europa y Estados Unidos, pero eso no va a determinar un cambio importante en la dinámica del conflicto.
- Los mediadores, tan peligrosos como los que hacen la guerra: Turquía e Israel. El primero responsable de bombardeos de civiles kurdos tanto en Turquía como en Irak, y el segundo el ocupante de Palestina. Los históricos mediadores de la paz, como Suecia y Noruega, o el más famoso neutral, Suiza, muy tempranamente se sumaron a las medidas contra Rusia. Suecia y Noruega enviaron armas a Ucrania.
- China, quien podría ser el comprador de los hidrocarburos rusos, se ha mantenido al margen, a pesar de las presiones de Estados Unidos. Los chinos observan con la misma tranquilidad de quien ve la historia en clave de siglos y no de días.
- Las medidas económicas no terminan por ser una alternativa eficaz a la acción militar por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea, tanto porque Rusia tiene y puede desarrollar otros mercados, como por el hecho de que Europa depende de hidrocarburos rusos. Cuesta trabajo ver todo el largo esfuerzo de la Unión Europea para desarrollar la Política Agraria Común (PAC) en el marco de una posible guerra tuviera autonomía alimentaria, pero no así en materia energética.
- Hay dos elementos que la prensa había mostrado muy poco y son importantes en la ecuación, sin que ninguno de los dos justifique la invasión militar de Rusia: por un lado, la presencia de grupos neonazis muy organizados y articulados con las Fuerzas Armadas de Ucrania, y por el otro, la existencia de un conflicto armado en el oriente de Ucrania desde 2014.
- La Unión Europea, de la que solía decirse que era un gigante económico pero un enano político, es un militar inexistente. Su capacidad de guerra está atada a la OTAN, es decir, depende de los Estados Unidos. Y, hacia adentro, el deseo de sanciones a Rusia y, a la vez, la necesidad de sus hidrocarburos, ahonda una crisis que ya se venía venir desde el Brexit.
- Como en los casos de la Guerra Civil Española, de la guerra de Afganistán en los años 80 y de la reciente guerra en Siria, hay un flujo relevante de personas de otras nacionalidades que se van a la guerra con diferentes argumentos. En ese sentido, esta guerra es, cada día, un fenómeno más internacionalizado.
- El impacto económico es mundial, desde los precios de ciertos alimentos hasta la subida del precio del petróleo, pasando por la afectación a las bolsas de valores, podemos decir que no hay ningún país en el mundo que no sienta algún coletazo de la guerra. No se sabe, un mes después, si esta guerra será mundial, pero sin duda su impacto ya lo es.
- Los muertos y los heridos se cuentan por miles. Los desplazados y refugiados por millones. Pero los números exactos son parte de la guerra mediática en la que, desafortunadamente, los grandes medios de comunicación ya han tomado partido.