Víctor de Currea-Lugo | 23 de junio de 2022
Es complejo y arriesgado plantear un ABC sobre cómo avanzar en un proceso de negociación Gobierno-ELN después del fracaso del proceso previo. Además, no hay una fórmula mágica para reactivar un proceso de paz. Sin embargo, comparto aquí algunas ideas que podrían ser útiles al momento en que el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) decidan sentarse nuevamente.
Ningún proceso de paz debe desconocer la naturaleza de las partes sentadas en la mesa. De hecho, la aceptación de la mal llamada guerra contra el terror ha reducido los conflictos armados en el mundo a sus consecuencias, desconociendo las causas, negando la aplicación del derecho internacional humanitario (DIH), interpretando la realidad solo a partir de un código penal y, por ende, cerrando las puertas a la salida negociada. Es el caso de Palestina y de Filipinas.
No sirve, especialmente para una negociación con el ELN, negar las causas socio-económicas del conflicto, porque eso busca reducir los procesos de paz (como se ha hecho en el pasado) a un problema de Desarme, Desmovilización y Reinserción. El ELN no se puede reducir a “un grupo terrorista/delincuencial”; además ni está derrotado, ni se siente derrotado.
Desde hace algunos años la sociedad colombiana ha insistido en un proceso de paz que abra las puertas e involucre de manera efectiva a todos los actores armados. Esta meta hoy por hoy es un asunto central. Desde los años ochenta del siglo pasado hasta nuestros días, se han firmado varios procesos de paz con insurgencias, milicias y con grupos paramilitares, pero esto no ha conducido al fin del conflicto armado colombiano.
La noción de “paz completa”, dicho de manera reducida, obedece a la negociación con todas las partes involucradas. Cuando hay varios grupos armados, no todas las partes aceptan el mismo proceso ni con las mismas reglas de juego y, como resulta obvio, entre más actores hay involucrados en un conflicto más dificultad habrá para hacer coincidir las agendas. En Filipinas, por ejemplo, hay grupos armados marxistas, nacionalistas e islamistas. En Papúa Nueva Guinea el proceso se vio beneficiado por el hecho de que los rebeldes llegaron a negociar en bloque. Es más rápido firmar con uno, pero es más estable y duradero con varios.
¿Es el ELN lo que nos dicen que es en los medios de comunicación? ¿Qué se puede recuperar del último proceso de negociación entre el Gobierno y el ELN? ¿Qué posibilidades hay de un acuerdo humanitario? ¿Cuáles son las dimensiones internacionales? Sobre estas y otras preguntas, puede descargar aquí el documento: Ideas para destrabar paz Gob-ELN