Víctor de Currea-Lugo | 3 de enero de 2024
En Colombia solemos preguntar “¿a qué juega?” para referirnos a una táctica que no se entiende, así sea frente a algo tan doloroso como el genocidio del pueblo palestino. Lo mismo podría preguntarse frente a los últimos sucesos en Oriente Medio: “¿a qué juega Israel?”
Citemos sólo cuatro hechos de los últimos días. Primero, el asesinato de un general iraní: Razi Moussavi (25 de diciembre). Era un alto oficial vinculado a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, asesinado mediante un ataque aéreo de Israel cerca de Damasco, la capital de Siria.
En los medios ha sido calificado como un experto asesor en asuntos militares y muy cercano al también general Qasem Soleimani, asesinado en Irak, en 2020, por orden de Donald Trump. Irán dejó claro que “Israel pagará un alto precio” por este crimen.
Segundo, el asesinato del vicepresidente del buró político de Hamas, Saleh al-Arouri, en Beirut, mediante un ataque de drones (2 de enero). Esto representa un duro golpe a Hamas, pero, como dice el periodista israelí Gideon Levy, este tipo de actos sólo creará una dirigencia más radical.
Este ataque, hecho en el sur de Beirut (una zona bajo control de Hizbollah) significa trasladar el conflicto de la zona fronteriza a la capital, con lo cual el Gobierno del Líbano -y su Ejército- se sintieron interpelados. Esto motivó un paro general en Cisjordania como repudio al crimen.
Tercero, la captura de 33 personas en Turquía vinculadas con el Mossad, la agencia de inteligencia israelí (2 de enero). Los cargos que se han mencionado en prensa incluyen espionaje con el fin de posibles secuestros de extranjeros que viven en Turquía, presumiblemente miembros de Hamas.
Recordemos que esta agencia no ha dudado en matar líderes palestinos en muchas partes del mundo, como lo muestra la película “Munich”. Las acciones encubiertas de Israel no se dan sólo en Oriente Medio sino en cualquier lugar del mundo.
Cuarto, un ataque en Irán, en la ciudad de Kerman, a una ceremonia en la tumba del general Soleimani (3 de enero), que dejó más de un centenar muertos y más de 180 heridos. Si bien es cierto que Israel no se ha adjudicado el ataque (y es posible que no lo haga) recordemos la serie de asesinatos cometida contra científicos iraníes que trabajaban en el proyecto de energía nuclear y que todo apunta a que detrás estaba Israel.
¿Provocación racional o desespero de Israel?
Como en el caso de los crímenes de Gaza, eso puede parecer un “triunfo”, pero lo cierto es que eso sólo creará una nueva generación de palestinos más radicalizados. La resistencia por Palestina no depende de una cabeza a la que baste con cortar para neutralizar toda una organización; siempre hay uno más en la fila para ascender, así que la solución es política y no militar.
Supongamos que en una ceremonia de homenaje a un líder asesinado hace cuatro años, un país enemigo ataca a la multitud (Irán). Supongamos que nuestro país detiene 33 agentes secretos operando en nuestro territorio (Turquía). Supongamos que un país vecino mata a un general de un tercer país que hace presencia en nuestro territorio con invitación del Gobierno (Siria). Supongamos que en nuestro país es asesinado un general de un tercer Estado (Líbano).
Al operar en Irán, Siria, el Líbano y Turquía, Israel ha optado en pocos días por asumir una agenda de mayor internacionalización del conflicto. ¿Qué pasaría si Hamas ataca a un general israelí en Estados Unidos? ¿Y si hay una red de 33 espías de Irán moviéndose en España? ¿Y si atacan una ceremonia religiosa en Londres? ¡Y si matan a un general de Estados Unidos que es asesor en Colombia?
Demasiadas provocaciones de alto calado y en pocos días. No me queda claro, honestamente, si Israel ha optado por la provocación para internacionalizar aún más la guerra de manera deliberada, esperando que Estados Unidos lo socorra cuando el conflicto escale.
La segunda posibilidad es la necesidad de Netanyahu de dar resultados ante el estancamiento (con olor a derrota) de la incursión en Gaza y el peligro de que él y su Gobierno caigan estrepitosamente.
Sea una opción o la otra, Israel está obligando al Líbano, Siria e Irán a tomar una postura más radical, con lo cual Israel mismo se está poniendo en una posición un tanto suicida en cuanto ni siquiera ha podido tomar la capital de Gaza después de 89 días de asedio.
Si a esto se suma la postura de Yemen, luego del ataque a cuatro de sus embarcaciones por parte de los Estados Unidos (31 de diciembre) y la continuación de ataques por parte de Yemen a embarcaciones camino a Israel (3 de enero), 2024 no empieza precisamente con esperanzas de paz. Muy difícil pedir contención a los otros países ante las acciones provocadoras de Israel. Por eso la pregunta: “¿a qué juega Israel?”.
El problema es qué tan lejos -y tan pronto- el Líbano, Siria e Irán están dispuestos a llevar su respuesta, más allá de las declaraciones de condena. Ante acciones previas de Israel han respondido de manera muy mesurada, pero hay un genocidio en curso que cambia la ecuación.