Víctor de Currea-Lugo | 19 de mayo de 2025
Para los que tanto defienden el derecho internacional, les cuento que Yemen es parte de la Convención contra el Genocidio desde 1988 y está obligado a respetarla. Esa Convención dice en el artículo I que los Estados parte «se comprometen a prevenir y a sancionar» el crimen de genocidio.
Ya sé que la misma Convención en su artículo VIII dice: «Toda Parte contratante puede recurrir a los órganos competentes de las Naciones Unidas a fin de que éstos tomen, conforme a la Carta de las Naciones Unidas, las medidas que juzguen apropiadas…».
Pero, en serio, ¿podemos esperar que la ONU, donde deciden países como Estados Unidos, Francia y Reino Unido, tome medidas contra Israel cuando estos países están abiertamente a su favor? La Corte Internacional de Justicia ha emitido varias decisiones llamando ilegal tanto al muro que construyó Israel en Palestina como al régimen de ocupación y no ha pasado nada.
¿Le decimos a los palestinos que sigan muriendo tranquilamente porque tenemos que esperar otra Opinión Consultiva y que, de pronto, alguien en la ONU decida implementarla? Esa espera inútil y perversa fue la que le pidieron las tropas de la ONU a los ruandeses; las mismas tropas que abandonaron a los civiles en Srebrenica.
Es éticamente imposible decirles a los palestinos que los va a salvar la ONU, porque es esa misma organización la que partió su territorio en 1947 y que dejó masacrar a sus civiles en Beirut en 1982
¿Qué ha hecho Yemen?
En 1967, luego de la Guerra de los seis días, Yemen rompió relaciones internacionales con Estados Unidos debido a su apoyo a Israel y al proyecto sionista que busca apropiarse de Palestina. En 1982, Yemen, a pesar de su división en dos países, acogió parte de la resistencia palestina que fue expulsada del Líbano ese año.
Desde 2023, Yemen ha combinado dos medidas: una, de embargo económico contra los productos que entren o salgan de Israel mediante un bloqueo al mar Rojo. Y, dos, los ataques directos al territorio de lo que se conoce como Israel.
Para entender esa acción es necesario reconocer la mentalidad colectiva del pueblo de Yemen y su decisión irrestricta de apoyar a Palestina a pesar de sus limitados recursos. Los yemeníes, tanto por su religión musulmana que prima la defensa de la umma, como por su cultura tribal, entienden que lo humano es, ante todo, colectivo y como tal debe ser protegido.
Los ataques por parte de Israel, Francia, Reino Unido y Estados Unidos no han socavado la voluntad yemení porque esta no depende simplemente de una ecuación sobre la capacidad militar. Y, por otro lado, la guerra de desgaste que llegaron a plantear desde las potencias occidentales se convirtió más bien en un desgaste para ellas mismas.
Las grandes embarcaciones y poderosas armas occidentales no han sido capaces contra los drones y la estrategia de Yemen lo que conlleva a una gran inversión por parte de occidente con resultados pírricos.
En el caso de los ataques directos, por ejemplo, al aeropuerto de Tel Aviv, basta prácticamente un misil a la semana para mantener en incertidumbre tanto el transporte aéreo como a la población de Israel; así como para demostrar la incapacidad israelí de detenerlos.
La Responsabilidad de Proteger
La famosa R2P (que traduce Responsabilidad de Proteger) fue una burda estrategia para evadir la pregunta central: ¿Qué hacer cuando en medio de un genocidio Naciones Unidas se paraliza?
Se concluyó que «En la Cumbre Mundial 2005, todos los Jefes de Estado y de Gobierno afirmaron la responsabilidad de proteger a las poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad»
Pero la pregunta inicial sigue sin responderse, más allá de juegos semánticos y declaraciones pomposas. ¿Bastaría decirles a las víctimas de Srebrenica o de Sudán que la ONU está deliberando mientras ellas mueren?
El genocidio de Camboya lo detuvieron los comunistas vietnamitas que entraron de lleno a evitar las masacres que hacían otros también a nombre del comunismo. El genocidio de Ruanda se detuvo cuando los guerrilleros del Frente Patriótico Ruandés hicieron una contraofensiva expulsando a los genocidas hacia el entonces Zaire.
Soy consciente de la importancia de las marchas, de las declaraciones políticas y de artículos (como este) en defensa del pueblo de Palestina, pero el impacto real es discutible. Un genocidio no se detiene con performance.
Frente al genocidio mucha gente pregunta si nadie va a hacer nada. Y los únicos que hacen algo eficaz no pueden ser condenados. Hoy por hoy, la solidaridad más grande ha sido dada por los combatientes de Hizbollah desde el Líbano y el gobierno de Yemen.
No se trata de un culto a la violencia, sino de una realidad aplastante: el genocidio de la Segunda Guerra Mundial no se detuvo con papelitos por más bien escritos que estos estuvieran. En el mismo sentido, de los gobiernos europeos no podemos esperar absolutamente nada y de los gobiernos árabes solo se asoma la traición. Del resto del mundo, incluso de los más aparentemente propalestinos, muchas de sus declaraciones han quedado en palabras.
Así que la única forma efectiva de aplicar la Responsabilidad de Proteger (R2P) frente un genocidio es atacando directamente al genocida. Y eso es lo que está haciendo el pueblo de Yemen. Lo que Yemen hace es cumplir con lo que le ordena la Convención contra el Genocidio y el derecho internacional humanitario; en otras palabras, hace lo que la ONU no se atreve.
Lo peor no es solo la falta de reconocimiento a esa solidaridad real, sino que los medios de comunicación corporativo y una parte de Occidente aplauden que Estados Unidos y sus aliados bombardeen a los que atacan al genocida. Así nos va. Fin del comunicado.