Víctor de Currea-Lugo | 2 de mayo de 2016
Otra vez se bloquea el proceso de negociación entre el gobierno y el ELN. Esta vez el debate es sobre el secuestro.
El gobierno tiene razón en que el secuestro es un crimen y eso deslegitima el proceso con los elenos; el ELN tiene razón en cuanto a que la agenda, anunciada en marzo 30, no incluía condiciones previas y las últimas declaraciones de Santos contradicen el espíritu de lo acordado. Pero ese cruce de argumentos no resuelve el problema.
Pesa mucho que en Colombia hay víctimas de primera y de segunda. La responsabilidad de esto la tiene, parcialmente, tanto el Estado como los medios de comunicación: el primero tiene su agenda y el segundo sus intereses. Esto beneficia a los sectores del gobierno ensañados en trabar el proceso con el ELN. Pero esto tampoco resuelve el debate del secuestro.
Antonio García me decía, en una entrevista para El Espectador, que no compartía la idea de las decisiones unilaterales, porque el gobierno las percibe como un gesto de debilidad. Es decir: el ELN parece esperar gestos del gobierno para que su renuncia al secuestro, no sea mal interpretado. Ese es un argumento que podría ser válido para el ELN, pero no para la sociedad. El respeto a la libertad de los civiles no depende de cómo lo vea el Estado sino que es un deber del ELN.
Algunos plantean que haya gestos equivalentes del Estado, pero creo que no necesitamos que ustedes se hagan concesiones mutuas, sino reglas de juego para los dos, en aras de la paz. Ustedes dos, Estado y ELN, nos piden participar y así lo manifiestan en su agenda; pero no podemos participar en abstracto: necesitamos condiciones efectivas para esa participación y que deben venir no solo del ELN sino también del Estado; necesitamos garantías y esas incluyen un compromiso real a que lo humanitario tenga un espacio inmediato y transversal al proceso.
No solo está el grave problema del secuestro, sino también el no menos grave problema del asesinato de líderes sociales, que ha aumentado vertiginosamente en los últimos meses (y otros problemas que el país conoce, como la desaparición forzada). No se trata de que ustedes sean generosos con la sociedad, sino que sean serios y acaten el DIH. Por eso el llamamiento de la sociedad es demandando un urgente e indispensable desescalamiento de la violencia e, idealmente, el de una tregua multilateral.
Tal vez la realización de gestos unilaterales sincrónicos, permiten que las partes salven su ego y a la vez de que destraben el proceso. Su demora poco les ayuda, pues finalmente las partes asumirían su responsabilidad frente a las víctimas y ésta ya no será percibida como un gesto de paz sino como algo inevitable, ya no dará alegría sino por mucho consuelo.
Señores del gobierno y del ELN: salven lo avanzado, respeten lo firmado, envíen mensajes de respeto a la sociedad y entiendan que la participación de la sociedad depende de que ustedes nos respeten: no nos maten, no nos secuestren, no nos desplacen, no nos desaparezcan.