Víctor de Currea-Lugo | 24 de junio de 2024
La idea de Gustavo Petro es simple, humanitaria, digna, basada en el derecho internacional, solidaria: se trata de traer niños y niñas de Palestina amputados para que sean atendidos en un país, Colombia, con experiencia en atención a víctimas de guerra.
Los datos que llegan del genocidio en Gaza son brutales:
-La ONU estima que el 40% de las víctimas en Gaza son niños. Al menos 17.000 niños están solos y separados de sus familias,
-Según Save the Children, hasta 21.000 niños están desaparecidos en el caos de la guerra en Gaza, 4.000 desparecidos bajo escombros. Y otros muchos están detenidos, enterrados en tumbas anónimas o fosas comunes,
-Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 14.000 niños han sido asesinados desde el 7 de octubre, y aproximadamente la mitad aún no ha sido completamente identificada, en parte debido a que los cuerpos fueron dañados hasta quedar irreconocibles,
-Según expertos de la ONU, también entre los niños encontrados recientemente en fosas comunes hay muchos con signos de tortura y ejecuciones sumarias, así como posibles casos de personas enterradas vivas.
-Al 9 de junio, alrededor de 250 niños palestinos de Cisjordania estaban desaparecidos en el sistema de detención militar israelí y sus familias no podían confirmar físicamente su paradero.
-Según la oficina de información de Gaza, más de 1.500 niños han perdido las extremidades, el 98% no tiene acceso a agua potable, 40.000 bebés no han recibido regularmente las vacunas necesarias y 82.000 niños presentan síntomas de desnutrición.
La pregunta es ¿necesitamos más números? En serio ¿seguiremos creyendo que un genocidio no es con nosotros?
Preguntas a quienes rechazan ayudar a niños palestinos
Así como países envían grupos de ayuda para atender a las víctimas del terremoto del vecino. La solidaridad es muy común en estos casos. Pero ya en las redes sociales dicen que eso no se debe hacer. Tener que defender algo tal elemental y bien intencionado muestra la ruindad de una parte de la sociedad colombiana. Por eso, me permito hacer algunas preguntas:
A esos que dicen que vendrán “hijos de terroristas”: ¿Qué pensarán si les dicen que los hijos de los colombianos son hijos de narcotraficantes?
A los que dicen que eso será apoyar terroristas: ¿Están, entonces, de acuerdo con Israel que dice que a los “malos” hay que matarlos en el vientre y que en esta guerra no hay civiles porque todos son de Hamas?
A los que dicen que todos los palestinos son terroristas: ¿Qué pensarán si les dicen que los colombianos son paramilitares o guerrilleros?
A los que dicen que los musulmanes son violentos: ¿Qué pensarán si les dicen que todos los curas católicos son pedófilos?
A los que dicen que el islam promueve la violencia: ¿Cuántas veces ha tenido siquiera un Corán en la mano y cuántas páginas fue capaz de leer y de entender?
A los que dicen que aquí llegará la violencia con los heridos de Gaza: ¿En qué país han estado viviendo los últimos 70 años?
A los que dicen que eso es apoyar el terrorismo de Hamas: ¿Ya no recuerdan a los oficiales del ejército israelí entrenando paramilitares en Colombia?
A los sionistas que rechazan la medida: ¿Estarían en contra de que, en la Segunda Guerra Mundial, no atendiéramos víctimas del nazismo con la excusa de que son extranjeros?
A los que dicen que no debemos meternos en otras guerras: ¿Qué opinan de los mercenarios colombianos peleando en Ucrania o de los que asesinaron al presidente de Haití?
A los que dicen que esos palestinos no deben ser una prioridad: ¿Acaso comparten la tesis sionista de que son “menos que los humanos” y, por tanto, no merecen solidaridad?
A esos que defienden a Israel desde la Iglesia evangélica ¿No fue su profeta, Jesús de Nazareth (que los judíos no reconocen), el que dijo que había que amar al prójimo como a sí mismo?
Es que, de verdad, no termino de entender la facilidad con que el odio a Gustavo Petro lo estiran hasta llegar con ese odio a los niños palestinos heridos. ¿Y si fueran niños de Ucrania? ¿Y si fueran niñas de Alemania?
Esa respuesta deplorable (que no es mayoritaria) muestra a una parte de nuestra sociedad xenófoba, montañera, provinciana, uribista, de pensamiento paraco, ignorante y llena de prejuicios. Fin del comunicado.