Víctor de Currea-Lugo | 26 de noviembre de 2023
Dice el bibliotecario de la famosa novela de Umberto Eco que “la risa mata el temor”. Y sin temor, la ocupación de Palestina tambalea. Los palestinos perdieron hace mucho tiempo el temor, le he visto enfrentar a los israelíes con el pecho descubierto. Y no renuncian a su derecho a celebrar la libertad.
Ahora, fruto de una tregua que Hamas propuso desde el 8 de octubre y que Israel sólo aceptó después de más de 15.000 muertos, se dio la liberación de personas detenidas en ambos lados.
Hamas liberó civiles detenidos en la operación “Diluvio de Al-Aqsa”, los cuales manifestaron haber sido tratados con dignidad. Eso lo dijeron ellos, yo solo los cito. Igualmente cito los testimonios de las mujeres y de los niños palestinos.
Por el lado israelí, fueron liberados decenas de personas, entre ellos un grupo de menores de edad palestinos, casi todos detenidos sin cargos, mantenidos sin un adecuado acceso a abogados, castigados en zonas de aislamiento, con un régimen altamente restringido de visitas.
Horas antes de su liberación fueron humillados y sus familias fueron atacadas con gases lacrimógenos en las cercanías de las prisiones israelíes. Por lo menos en un caso, el Ejército desocupó una casa de una persona que iba a ser liberada, para que no hubiera nadie cuando ella llegara a su hogar.
Una de las palestinas liberadas por fin pudo abrazar a su hermano, a quien las autoridades israelíes habían impedido visitarla durante más de los ocho años que ella estuvo bajo detención israelí.
Los palestinos liberados fueron advertidos que, si hubiera algún tipo de celebración por parte de su familia o de sus amigos, podrían ser de nuevo capturados. Y los periodistas palestinos fueron golpeados por tratar de informar la alegría de las liberaciones.
La prensa sionista y prosionista (que no es poca) presentó la noticia como la liberación de “terroristas palestinos” porque ellos, parece, no tienen derecho ni a la presunción de inocencia, ni al debido proceso. Esos son derechos que se volvieron privilegio y que no aplican para los palestinos.
Lo más doloroso es que eso tampoco es una novedad. Israel por décadas ha hecho lo posible para que los palestinos no sonrían, les jode que a pesar de estar en una prisión sin razones jurídicas válidas sonrían; que lo hagan, aunque destruyan con buldóceres miles de sus casas por orden judicial.
No soportan que los palestinos sigan celebrando la vida y a libertad, que hagan fiestas de matrimonio, que celebren la llegada de sus hijos porque eso es prueba de que son tercos y que no se van a ir de Palestina.
Como dijo Norman Finkelstein, judío antisionista y cuya familia pasó por los campos nazis, si se trata de hablar de liberaciones hay que incluir ese campo de concentración que encierra a más de dos millones de palestinos y que se llama Gaza. El problema es que los palestinos son una gente terca, no les quitan la sonrisa del rostro ni a balazos.