Cuando un presidente de Estados Unidos quiere parecerse a Nerón

Víctor de Currea-Lugo | 11 ‎de ‎diciembre ‎de ‎2017

Donald Trump quiere incendiar el mundo. El problema es creer que Trump es esencialmente diferente a los demás presidentes que han tenido Los Estados Unidos. George Bush (hijo) invadió Afganistán, no solo para castigar a Al-Qaeda sino para demostrar al mundo lo que pasaba cuando Estados Unidos sufría un ataque, como fue el de las Torres Gemelas.

Su sucesor, Barak Obama, envió más tropas a Afganistán que el mismo Bush, cohonestó con crímenes de guerra como el bombardeo a un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, en octubre de 2015. En esa ocasión, hubo 42 personas asesinadas y 32 heridos. El castigo a los culpables incluyó suspensión del cargo, retiro de responsabilidades de mando, cartas de sanción y consejería. Muy poco castigo para una masacre, como muchas otras hechas por Estados Unidos en Afganistán. Donald Trump, sin estrategia alguna, simplemente ordenó usar la llamada ‘Madre de todas las Bombas’, la más poderosa sin componente nuclear que haya existido.

En el caso de Siria, Obama amenazó con actuar si se producía el uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar Al-Asad. En agosto de 2013, cerca de Damasco, hubo un ataque químico, medicamente comprobado, que dejó cientos de muertos (el número exacto varía según la fuente). Human Rights Watch demostró la responsabilidad del Ejército sirio. Para Obama ese hecho sería la “línea roja”, pero no hizo nada. Donald Trump, de nuevo sin estrategia, decidió lanzar 59 misiles sobre una base militar siria, en abril de 2017.

Frente a Corea del Norte, Estados Unidos ha mantenido su presencia militar en Corea del sur desde los años 40, participó en la guerra de Corea (1950-1953), mantuvo sus bases a lo largo de décadas y realizando, periódicamente, maniobras y ejercicios militares como muestras de fortaleza frente al vecino del norte. Todos los gobiernos estadounidenses esperan que China les haga la tarea de frenar la carrera nuclear de Corea del Norte. Desde marzo de 2017, por orden de Donald Trump, ha aumentado la presencia militar en la región. Trump declaró, a Corea del Norte “país patrocinador del terrorismo”, y lo amenazó con enviarle “fuego e ira”, sin que tenga otra estrategia.

Irán, por su parte, hizo sus primeros intentos para desarrollar su potencia nuclear en los años 1950, con el apoyo de Francia, pero cuando cambió de régimen (en 1979), entró en la lista de enemigo de Estados Unidos, de Israel y de buena parte de Occidente. Israel insistió en la salida militar frente a la creciente capacidad iraní de producir energía nuclear (no necesariamente armas). Obama se opuso y, contrario a lo que hizo en Irak y en Afganistán, optó por la negociación que dio como fruto un importante acuerdo, con la participación de todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania. Ahora Donald Trump, más por presión de Israel, trata de dar el paso atrás y hacer trizas el acuerdo, optando además por nuevas medidas económicas contra Irán.

Israel ha sido no solo el aliado sino el niño consentido de Estados Unidos: convirtiendo a los palestinos en terroristas, perpetuando el victimismo judío, apoyando la creación de asentamientos israelíes en territorio palestino ocupado (todos ellos ilegales, según el derecho internacional), guardando silencio sobre las más de 200 ojivas nucleares que posee Israel, mirando para otro lado cuando ocurrieron los bombardeos israelíes sobre Gaza, usando el mecanismo del veto ante cualquier intento de resolución en contra de Israel, avalando la construcción del muro que serpentea en el territorio palestino (como el muro que propone Trump en la frontera con México), dándoles ayuda militar en un promedio de 20 millones de pesos colombianos por minuto.

Por eso, era de esperar, como lo han hecho muchos presidentes (incluyendo a Obama) que Trump mencionara a Jerusalén como la capital de Israel, pero fue más allá: declarando tal exabrupto jurídico como válido, contra toda la comunidad internacional y contra toda norma. El rechazo a la decisión de Trump, por su postura sobre Jerusalén, fue unánime en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Donald Trump quiere incendiar el mundo, esa parece ser su única estrategia: tiene el poder y la ignorancia para hacerlo, la voluntad y los aliados, las excusas y los escenarios. Dice una leyenda que Nerón tocó su lira mientras Roma ardía, luego acusó del fuego a los cristianos y muchos fueron asesinados como castigo. Ya tenemos un Nerón, ya hay a quien culpar (sirios, palestinos, afganos, inmigrantes mexicanos, musulmanes), solo falta un momento de inspiración.

Publicado en Semana: https://www.semana.com/mundo/articulo/donald-trump-quiere-parecerse-a-neron-analisis-de-victor-de-currea-lugo/550264