Víctor de Currea-Lugo | 20 de mayo de 2021
Este 19 de mayo, regresando del espacio humanitario del portal de Las Américas, en el marco del paro nacional, me encontré con unos jóvenes que protestaban frente al Estadio El Campin, contra la Copa América. Y más allá había unos cuerpos de artistas colgando de unas telas, en el puente. Alisté la cámara y me encontré con esos cuerpos y rostros que son Colombia.
Así es, Colombia tiene muchos rostros, de hecho Colombia es un rostro; rostro de mujer porque, entre otras cosas, Colombia es una palabra femenina. Y es también varios cuerpos ultrajados que piden justicia.
Los cuerpos colgaban de las telas y pensaba en los cuerpos que han colgado sobre helicópteros para exhibirlos por la sabana, de los cuerpos que flotan sobre los ríos o de los cuerpos ultrajados por la policía.
En las caras estaba pintada la bandera de Colombia y pensaba en las miles de banderas que a esta misma hora van por las calles de Cali, Medellín y Bogotá, y por los caminos de esos pueblos de los que ni siquiera recordamos el nombre.
Luego los cuerpos descendieron y algunos quedaron como si fueran la Piedad de Miguel Ángel o el Señor caído de Monserrate, mostrando dolor, mostrando rabia, pero sobre todo un goteo incesante de sangre –o lo que la representaba- recordando los 6.402 falsos positivos, los 85.000 desaparecidos, los millones de desplazados y, por supuesto, los 51 muertos y los 2387 casos de violencia policial en estos días de paro.
Al final no me quedó claro cómo se llamaba el grupo, solo sé que había nacido al calor de estas protestas. Por lo pronto les invito a que vean esta galería de fotografías.
PD: en la noche del 19, mientras organizaba estas fotos, llegaban noticias de la brutalidad policial en, por lo menos, Bogotá, Bucaramanga, Popayán, Medellín y Pasto. Los cuerpos y los rostros agredidos ya no eran una metáfora para pensar, sino una realidad desgarradora.