Víctor de Currea-Lugo | 11 de diciembre de 2024
Las siglas son más fáciles: HTS. Y corresponden a Hayat Tahrir Al-Sham, traducido al español como Organización para la Liberación de la Gran Siria, el más grande de los grupos que ahora controla Siria. Sus orígenes nos dan pista de que podríamos esperar.
Nota: estos son fragmentos de mi libro “Siria: donde el odio desplazó a la esperanza” (Penguin Random House, 2019) buscan dar elementos de la historia de los dos referentes de HTS presentes en Siria: Daesh y Al-Nusra.
El Estado Islámico o Daesh
También conocido como Daesh, el Estado Islámico es una propuesta política, religiosa y militar que se fue preparando a partir de una serie de fenómenos, unos más recientes y otros anclados en la lejana historia de Oriente Medio.
El sueño de resucitar una figura de poder, con reconocimiento y respeto, en manos de radicales islamistas no es una novedad. Ya sea un emirato, un califato o un sultanato, esta intención ha sido mencionada por grupos desde Chechenia hasta Nigeria.
Ya en 2005, nueve años antes de la declaración del Califato por parte del Estado Islámico, Al-Zarqawi consideró el establecimiento de un emirato suní en Ánbar, tierras del occidente Irak, donde precisamente en diciembre de 2013 el Estado Islámico haría una de sus más grandes demostraciones de fuerza.
Nótese que, en ese momento, había una mirada más “nacional”, en términos geográficos, que no pretendía la internacionalización de su lucha sino una limitación a lo que es Irak. Y en 2006, en pocos días, se logró crear una coalición de grupos radicales que adoptaron el nombre de Estado Islámico de Irak. En 2010, cuando Abu Bakr Al-Bagdadi, tomó el control del Estado Islámico de Irak, aprovechó el contexto para fortalecer el reclutamiento de combatientes y voluntades para su proyecto radical.
A nivel de la organización, el crecimiento del embrión del Daesh a partir de 2003, estuvo favorecido por dos elementos: la ocupación de Estados Unidos en Irak y sus políticas, y la expansión de la influencia iraní en los círculos de poder político de Irak; esto encarna el enemigo lejano (el imperio) y el enemigo cercano (los chiíes).
Las diferencias entre el Daesh y Al-Qaeda están relacionadas con el momento de crear el Califato: si debiera ser una tarea inmediata o una meta muy a futuro; el enemigo: si en él debiera incluirse a todos los chiíes, cosa que no hace Al-Qaeda y el Daesh sí, incluyendo incluso suníes que no le obedezcan; el frente de guerra: para Al-Qaeda hay que combatir al enemigo lejano y de eso derivan sus prioridades militares, mientras que para Daesh el primero a derrotar es el enemigo próximo.
Estas diferencias han afectado no solo las relaciones entre las dos organizaciones sino de éstas con otros grupos islamistas. Las relaciones entre el grupo sirio Al-Nusra y el Estado Islámico (a veces de cercanía y a veces de abierta enemistad) dependen precisamente de la falta de precisión de Al-Nusra frente a los puntos de disputa entre Daesh y Al-Qaeda, mencionados arriba.
Daesh nace de la conjunción de los siguientes elementos: a) las tensiones entre suníes y chiíes, desde el origen del islam y que obedecen a disputas políticas antes que a diferencias religiosas, b) la reconfiguración de Oriente Medio tras la Primera Guerra Mundial a través del Pacto Sykes-Picot de 1916, por parte de las potencias occidentales, c) el apoyo de los Estados Unidos a los afganos que lucharon contra la invasión soviética en los años 80, d) la creación de Al-Qaeda a finales de los años 90, e) la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos en 2003, e) la guerra civil que sufre Siria y, f) el fracaso de las Revueltas Árabes.
Ninguna de estas realidades explica, por sí solas, el origen del Daesh, pero sí lo hace el conjunto de estas realidades. Y el apoyo ganado también es una mezcla de factores; Como me dijo Hassan Abu Hanieh, en una entrevista en Jordania:
“Una de las razones para apoyar al Daesh es su intención de crear un califato, lo que pesa mucho en la mentalidad de la región; otra es que la gente cree que el Daesh protege a los suníes de la amenaza chií; algunos lo ven como una respuesta a los ataques que hace Occidente al mundo musulmán y otros ven en el Daesh una esperanza frente a los gobiernos autoritarios de la región. Pero creo que la principal razón porque Daesh tiene cierta credibilidad, es el fracaso del Estado-nación en Oriente Medio, su fracaso al no dar repuestas económicas, sociales y políticas a la población”
El Daesh desarrolló una intensa campaña militar, a la vez que institucional para conformar una estructura de Estado: tuvo el monopolio de la fuerza en parte del territorio de Siria e Irak, un gobierno central, capacidad de cobrar impuestos, un sistema judicial y unos cuerpos de seguridad.
Para eso contó con un cuerpo consultivo (el Consejo de la Shura), comités y departamentos, así como autoridades regionales. Además, tuvo un excelente dispositivo publicitario, de la magnitud del desarrollado por el nazismo y por el sionismo. Esta organización tuvo su principal bastión en la ciudad siria de Raqqa, ciudad que fue su capital en Siria.
Siria también se convirtió en un territorio fundamental para el discurso religioso del Estado Islámico. Sham (como también se conoce a la Gran Siria) es la región donde el Profeta Mohamed pronosticó que se llevaría a cabo la batalla del “final de los tiempos” (que es como los musulmanes conocen al Apocalipsis). Así pues, aprovechando esta profecía, Daesh aseguró que la batalla definitiva en contra de los infieles (en árabe kuffar) estaba cerca y tendría lugar en la región siria de Ghouta.
Daesh, en su máxima capacidad, llegó a controlar alrededor del 50% del territorio sirio en mayo de 2015. El poder del Estado Islámico inició su declive con la intervención de Rusia en septiembre de 2015.
La campaña de bombardeos de Moscú, que se concentró en zonas bajo el control de los rebeldes del ELS, fue una piedra en el zapato, también, para Daesh. Al mismo tiempo, los bombardeos turcos, iniciados en septiembre de 2015, y provocados por el fortalecimiento de los kurdos sirios en el norte del país, también significaron la perdida territorial por parte de Daesh.
Los bombardeos rusos concentraron su capacidad de fuego en la destrucción de las plantas de combustible y oleoductos. En 2015, Daesh controlaba quince yacimientos de petróleo en Siria, ubicados principalmente en la provincia de Deir Ez-Zor. Esta pérdida representó para Daesh, sumada a la campaña aérea que EEUU lideraba en Irak, la merma de aproximadamente 200 millones de dólares en venta del crudo.
Como se mencionó anteriormente, los kurdos de Siria fueron el más grande revés para Daesh en el norte del país, cuando fueron derrotados en Kobane. Al mismo tiempo, Raqqa, capital de facto del Califato, fue despojada de Daesh tras una operación militar conjunta, llevada a cabo entre junio y octubre de 2017, y encabezada por las Fuerzas Democráticas Sirias (coalición militar rebelde integrada por kurdos y árabes) y respaldada por bombardeos de la coalición internacional liderada por EEUU.
Como es ampliamente conocido, los controles del Estado Islámico, sobre la población civil siria, incluyeron la obligatoriedad de la oración pública, prohibición de bebidas y de cigarrillos, implantación de tribunales religiosos, secuestro de periodistas, persecución a homosexuales, cierre de imprentas, destrucción de bienes culturales y religiosos ajenos al islam, tortura, esclavitud y un largo etcétera. De hecho, algunos analistas consideran que importantes líderes de la revolución, fueron asesinados, por el Estado islámico.
Frente Al-Nusra
Este nombre traduce Frente de la Victoria, es una organización islamista nacida en el marco de la guerra siria, que se hizo público en enero de 2012. Antes de las revueltas de 2011, Al-Qaeda no tenía una presencia efectiva en Siria; por mucho, fue un lugar de paso de islamistas hacia Irak.
Al-Nusra nació con el apoyo de la rama iraquí de Al-Qaeda, alimentándose del temor suní frente al creciente sectarismo religioso que fue tomando la guerra de Siria. El líder de Al-Nusra, Abu Muhammad al-Yulani, trató de mantener una buena relación tanto con el Estado Islámico como con Al-Qaeda, lo que implicó desde ambigüedades políticas hasta divisiones internas.
Al-Nusra se caracterizó, entre otras cosas, por una política anti-iraní, con gran apoyo local sirio y un alto nivel de pragmatismo. En julio de 2014, esta organización llamó a la creación de un “Emirato Islámico” en Siria, separándose del Estado Islámico que había declarado su califato un mes antes.
Al-Nusra también marcó distancia del Ejército Libre Sirio (ELS), a quien le arrestó varios de sus líderes, e impuso restricciones a la población civil de acuerdo con su visión islamista. En 2014, Al-Nusra empezó a sufrir las consecuencias de su crisis interna y a retroceder ante el avance del Estado Islámico, y buscó alianzas con otros grupos islamistas, centrando sus actividades en la región de Daraa, al sur del país.
Es de subrayar que Al-Nusra representa una organización en la que se expresaron las contradicciones más comunes de los grupos islamistas: a) tensiones con las propuestas políticas más nacionalistas (como el ELS), b) ambigüedad frente a propuestas globales islamistas (Daesh versus Al-Qaeda), c) interpretación radical del Corán y relación vertical con la población civil, d) búsqueda de apoyos externos (como Arabia Saudita y Qatar), e) graves crímenes de guerra contra la población civil (como el asesinato masivo de chiíes).
Posteriormente, vino la transformación en una nueva organización: Jabhat Fateh Al-Sham o Frente de la Victoria para el Pueblo de la Gran Siria y, de nuevo reorganizada en julio de 2016 bajo el nombre de: Hayat Tahrir Al-Sham u Organización para la Liberación de la Gran Siria. Organización mayoritaria en el caos sirio de hoy en día.