Víctor de Currea-Lugo | 4 de julio 2015
Las guerras enseñan tanto con sus causas como con sus consecuencias, a veces de una manera más explícita e inmediata, otras veces, y de manera más sutil, solo al pasar de los años. Las guerras también enseñan con sus finales, ya sea por la derrota militar del enemigo o por la negociación entre las partes del conflicto.
Si bien es cierto que cada guerra tiene sus particularidades, también lo es que a pesar de las impresiones superficiales una guerra es similar a otra: en su dolor, sus víctimas, su nivel de impunidad, su crisis de derechos humanos, en los sueños de los combatientes (no necesariamente negativos), y en sus impactos sociales. Por eso, también, son similares en su camino hacia la paz, su construcción de propuestas, su formulación de agendas y su búsqueda de salidas