Víctor de Currea-Lugo | 2 de agosto de 2022
¡Es que están divididos! Con esta fórmula se quiere explicar la imposibilidad de la negociación entre el Gobierno y el ELN. Es más, a eso se reducen los debates: la supuesta falta de unidad. Lo central, para mí, es negociar con el ELN que es y no con el que creemos que es.
1) no hay una sola organización humana en el mundo que sea absolutamente homogénea. En el caso de los grupos armados cualquier mirada responsable reconocería las diferentes tendencias dentro de las guerrillas centroamericanas, los palestinos o el movimiento kurdo. Tal vez la excepción sería Sendero Luminoso.
Ni siquiera hay un consenso ahora mismo en la Unión Europea sobre la Guerra de Ucrania, pero eso no autoriza a nadie a decir que la Unión Europea no tenga cierta identidad compartida.
2) El ELN nació como un solo grupo y, si bien es cierto, tuvo dinámicas regionales propias, eso no significa que sea hoy una federación de grupos.
Me reconocía uno de esos comandantes que, a finales de los años 70, había más de 30 grupos en Bogotá operando bajo la misma sigla; pero eso no significaba una falta de unidad ideológica y política.
3) El V Congreso de esa organización fue fundamentalmente un congreso de unidad, con la incorporación de nuevas vocerías.
Las organizaciones igual que los contextos cambian. No entiendo porque hoy todo el mundo habla de un nuevo país y hasta de una nueva coyuntura para hablar de paz, pero están bloqueados para admitir que pueda haber un nuevo ELN.
4) Los intentos por abordar la paz desde un ELN «federal y dividido» han fracasado. De hecho, los emisarios del gobierno de Santos, para negociar frente por frente, se estrellaron ante la respuesta de que el ELN es una organización unitaria.
Me atrevo a decir, a riesgo de ser malinterpretado, que hoy el ELN está más cohesionado que lo que estaban las FARC al comienzo de su negociación, sin que eso les impidiera llegar a un acuerdo.
5) El desarrollo tecnológico le permite al ELN tener reuniones con cierta frecuencia y comunicación constante, con lo cual no estamos frente a un fenómeno de fragmentación por hechos adversos como la que se daba en décadas anteriores en algunas guerrillas cuando quedaban aisladas de su dirección.
Vale recordar aquí una cosa elemental: las guerrillas no comparten entre sí información militar por principios organizativos; opera sobre planes generales. Incluso los ejércitos también lo hacen, por eso es incorrecto afirmar que el hecho de que un frente no de cuenta ni conozca todo el accionar de otro frente es prueba de fractura. Eso es tan incorrecto como exigirle a un coronel de Chocó que dé cuenta de que hace un sargento en Guaviare.
6) Los amantes del discurso de la «federalización» primero insistieron en que Arauca no se sentaría la Mesa de Quito y luego dijeron que la falta de delegados de Chocó mostraba claramente que el Frente de Guerra Occidental no estaría de acuerdo, pero lo cierto es que ambos frentes han respetado las orientaciones de la Dirección Nacional sobre la paz. Toda la organización ha estado unida frente a los llamados a paros armados así como frente a las treguas unilaterales.
7) Ningún frente ha hecho saboteo al proceso de paz ni a la unidad interna. Cuando se decretó el cese al fuego bilateral (a partir del 1 de octubre de 2017) a pesar de no contarse con ningún tipo de veeduría internacional, durante 6 días no hubo incidentes. Y cuando reconocieron la bomba contra la Escuela General Santander en Bogotá, quien firmó el comunicado no fue el Frente Urbano ni el Oriental, sino la Dirección Nacional, máximo organismo de la dirección entre congreso y congreso.
8) La delegación del ELN en Cuba es eso: una delegación. No tiene acceso a la información militar, sino que cumple una tarea específica: hablar con el Gobierno. Se vuelve a caer en el mismo error de comparar todo con las FARC, grupo este cuya comandancia negoció directamente. El ELN utiliza otra táctica: una delegación que vendría periódicamente al país a hacer consultas y esas consultas son parte de su política asamblearia.
Muchos concluyen que la delegación «manda» y es entonces responsable de todas las acciones que haga el ELN en Colombia y, por lo mismo, Cuba sí es un «santuario de guerrilleros». Pero que si no manda significa que el ELN no está representado en Cuba sino fragmentado y federado; desconociendo por completo la lógica interna de la delegación.
9) El frente más escéptico sobre el proceso era el Occidental. Se tejieron historias como que Nicolás Rodríguez había sido rechazado en una visita. Personalmente entrevisté a Fabián y a Uriel sobre esa voluntad de explorar la paz y entendí sus temores que no eran una negativa a la paz. Lo que no se puede es presentar el escepticismo, por demás argumentado, con un rechazo frontal a cualquier negociación.
10) Las pruebas de una voluntad real de paz por parte del ELN darían para otro artículo. Lo que me preocupa es si esa narrativa del federalismo sirve para algo, porque no ayuda a la paz.
Supongamos, solo en aras de la discusión, que el ELN es federal. Eso no niega que debamos insistir en la paz, ni que expliquemos todos los errores (hasta los del Gobierno) por un supuesto carácter federal. Una cosa sería ver el federalismo como una característica y otra presentarlo de manera reiterada como un obstáculo.
No sé si el desconocimiento del carácter asambleario del ELN es lo que algunos redefinen algunos como «federal» y esa sea toda la confusión. Y si es miedo a las disidencias, podemos decir que son una constante en el mundo luego de un proceso de paz.
11) Hace un par de años escribí sobre los «elenófobos» para designar a ese grupo de personas a las que no les sirve absolutamente nada de lo que haga el ELN. Esa tendencia es preocupante, no porque no se pueda criticar al ELN, sino porque esa postura cierra las puertas a la negociación.
No busco dibujar un ELN ideal con el que sentarme a negociar, simplemente me opongo a la construcción terca de un ELN con el que solo queda el camino de la guerra.