Víctor de Currea-Lugo | 9 de diciembre de 2015
En entrevista exclusiva para El Espectador, Antonio García, uno de los máximos comandantes del Ejército de Liberación Nacional, dice en este documental, que esa guerrilla “nunca le ha tenido miedo a la paz, quienes le temen a la paz son quienes se oponen a ella”.
Escribir sobre un actor de la guerra produce suspicacias en un país polarizado donde la falta de información se suple con rumores; escribir sobre el ELN es el desafío de lograr el equilibrio entre lo que dicen, lo que no dicen y lo que quieren decir.
En abril de este año, Nicolás Rodríguez me concedió para El Espectador una entrevista exclusiva y hace pocos días Antonio García hizo lo mismo. En esas dos entrevistas con los máximos líderes de esa organización reinó un acuerdo implícito: su respeto a nuestras preguntas y nuestro respeto a sus mensajes, lo que facilitó una tercera entrevista, esta vez en video.
“Se necesitaron todas esas cosas, para que nuestras manos se encontraran”, dijo el poeta. Y lo mismo pasa con una entrevista clandestina: que el avión llegue a tiempo, que las vicisitudes de la guerra no se opongan, que los relojes de las personas y de las circunstancias coincidan.
El taxi esperaba en la esquina, me pidieron mirar al piso todo el tiempo, de allí pasé a otro carro por varias horas hasta que me dormí por el vaivén que produce la carretera destapada. Luego pasamos a una chalupa, un buen trecho de camino a pie, varios controles guerrilleros y por fin el entrevistado: Antonio García, comandante del ELN, jefe negociador y combatiente de muchas batallas.
Después de varios artículos donde especulamos sobre el proceso de negociación entre el Gobierno y el ELN (todavía en la fase confidencial), ahora estaba frente al que tenía las respuestas, sabiendo que tampoco me las iba a dar todas. Antonio es un hombre amable, que mide las palabras.
Luego de dos preguntas protocolarias, pasé a la ofensiva: “¿el ELN le tiene miedo a la paz?” Y contestó: “El ELN nunca le ha tenido miedo a la paz, quienes le temen a la paz son quienes se oponen a ella”. Los mosquitos apenas me dejaban concentrar y más de una vez olvidé que estaba frente a la cámara y me puse a espantarlos.
Le expresé la percepción de que en los años setenta la guerrilla tenía unos principios y que ahora se ha degradado y se volvieron unos delincuentes… Insistí en la versión de que el ELN opta por la paz para al final hacerle ‘conejo’ al país, que están jugando para fortalecerse, que no hay una apuesta sincera… Contestó: “Hemos cumplido todos los compromisos que en esta fase se han venido construyendo, no hemos faltado a ninguno” y luego explicó que “los primeros 15 meses prácticamente fueron dilapidados por el Gobierno (pues) no volvió a la mesa, El Gobierno es el que tiene (que dar) la explicación”.
Lo sentí muy pragmático sobre el camino de la paz, pero sin renunciar a sus inamovibles: “Que no se afecte a la sociedad colombiana” y la participación de la sociedad ya que el ELN no puede “negociar por la sociedad”. Para él, “la paz no puede ser un ejercicio académico, es un camino cierto que debemos transitarlo de la mano con la gente, es un proceso político”.
Después de una breve pausa, seguimos la entrevista: ¿el ELN está unido de cara a la paz o hay tantos ELN como comandantes? Antonio respondió que el ELN hoy está más unido que nunca: “Hace un mes se logró reunir la comandancia y por unanimidad se acoge el trabajo que ha construido la delegación. Hay un consenso total en la comandancia, en los cuadros del ELN, de continuar en la búsqueda de la paz; no hay ninguna fisura, no hay ninguna división”.
Otro lugar común su terquedad sobre el tema de las armas, a lo que respondió: “hay que cambiar las circunstancias políticas del país, que en la medida que evolucionen, muy seguramente habrá posibilidad de hablar sobre el tema de las armas”. Es obvio, el problema de construcción de confianza entre las partes, pero para ellos ese no es el debate pues “no vamos a avanzar en las conversaciones sobre la base de la confianza, sino sobre un camino de certezas”.
El siguiente tema fue si al ELN lo está dejando el tren de la paz. Esa metáfora le causó risa y contestó “el tren no nos va a dejar porque el país es el mismo, hacer que el país cambie es la tarea del proceso de paz…. No ha sido justo que la fase pública se ha demorado habiendo las condiciones para avanzar”.
Hablamos de varios temas, incluso fuera de cámara: el proceso de La Habana y sus ‘congeladores’, una posible tregua bilateral, la calidad de la democracia en Colombia, el futuro del ELN en un posacuerdo, el paramilitarismo, el riesgo de que el proceso fracase, la Convención Nacional, etc. En todos los temas primó la voluntad de negociación.
Otro punto interesante fue su forma de entender la propuesta gubernamental de “paz territorial”, la cual definió como una fase de la guerra, la de “las zonas de consolidación” en territorios “donde el Estado tiene interés de la explotación de las trasnacionales en el campo minero-energético”.
En la despedida, Antonio me dijo “espero verlo en la fase pública” con la certeza de que la habrá. Empecé mi regreso con el deseo de querer recordarlo todo y la rabia por las preguntas que olvidé formular. De nuevo la caminata, la chalupa, el carro y el avión. Finalmente, llegué a las oficinas de El Espectador, con el rostro de quien tiene otra exclusiva.
Publicado en: https://www.elespectador.com/noticias/politica/des-cubriendo-al-eln-articulo-604365