Víctor de Currea-Lugo | 14 de febrero de 2017
El proceso de paz está en la recta final. El 26 de septiembre se firmará el acuerdo gobierno–FARC y el 2 de octubre será refrendado por la sociedad, pero la paz será incompleta sin el ELN. Los elenos no se inclinan por el Sí, lo que es esperable pues sería considerar que el proceso de La Habana es suficiente. También es entendible que no se inclinen por el No, los que les colocaría del lado del uribismo.
Pero el 2 de octubre, una vez se conozcan los resultados del plebiscito, el ELN tiene que hablarle al país (si no lo ha hecho antes). Los millones de votos a favor del Sí no representarán al 100% de la sociedad colombiana pero sí a su mayoría políticamente activa. El resultado será un clamor nacional, y el ELN no es un proyecto regional sino nacional.
Cuando se desmovilizó el M-19, las FARC y el ELN continuaron en la guerra; ahora lo hacen las FARC y continúa el ELN, pero los momentos políticos no son los mismos. Lo más parecido al plebiscito sería la elección a la Asamblea Constituyente, pero aquello no tuvo un espacio para los que no estaban de acuerdo, no hubo un ‘’No’’ en la agenda política.
Las FARC y el M-19 leyeron de manera diferente la coyuntura política. Parte de saber hacer política es leer el momento actual y distinguir política de ideología, táctica de estrategia. El ELN ha insistido en su consigna, ’’el pueblo habla, el pueblo manda’’ y también insiste en que sea toda la sociedad (no solo los pobres) los convocados al gran Diálogo Nacional. A tal convocatoria no irán más que los sectores políticamente activos de la sociedad, esos que votaron a favor de la paz.
Así las cosas, entiendo que el ELN no apoye el plebiscito, pero no puede ser indiferente a su resultado. Sería esquizofrénico invitar al Diálogo Nacional para escuchar, de manera plural, a la sociedad y al mismo tiempo negar su voz en las urnas.
No se puede evadir el debate diciendo que es la voz de unas mayorías enajenadas por los medios de comunicación, pues la izquierda (desde la Unión Patriótica hasta el Congreso de los Pueblos) votan por el Sí. El país apoya la paz pero no todos apoyan a Santos (en las encuestas, Santos cae pero la paz sube); así que lo que se juega el 2 de octubre es una decisión política por encima y por fuera del apoyo a Santos. Ojalá el ELN lea bien el momento político.