Víctor de Currea-Lugo | 21 de octubre de 2018

Fusagasugá, tan cerca del Páramo de Sumapaz y tan lejos del poder central, tuvo este domingo su consulta popular y se convirtió en el primer municipio en decirle: no al fracking. Las cifras son apabullantes: no solo se superó el umbral con más de 5.000 votos de más, sino que el 99,18% de los votos, fueron a favor del NO.

Allí estuvieron unidos desde el Polo Democrático hasta el Centro Democrático, pero fundamentalmente la ciudadanía y sus organizaciones que, desde el comienzo, llamaron a “no colgarle banderas políticas” al proceso, como me dijo Patricia Rodríguez, del “Comité Todos por Fusagasugá”.

El proceso de toma de conciencia y de organización no fue de un día para otro, hay organizaciones que llevan muchos años estudiando, creando conciencia, debatiendo sobre lo medio ambiental. Algunas personas de estas organizaciones citaron ejemplos de otras regiones del país, como referentes. De hecho, varias comisiones de otros municipios acompañaron la jornada, entre otros de Cajamarca e Ibagué. Los alcaldes anteriores de Fusagasugá no habían apoyado estas iniciativas, pero la conjunción del movimiento social, el actual alcalde y la experiencia nacional, les dio el triunfo.

El Páramo de Sumapaz es el más grande del mundo y la consulta sobre su futuro fue la más grande realizada hasta la fecha en Colombia. Sorprende la gran convergencia de fuerzas sociales y el resultado tan contundente.

Pero la pregunta se hizo sobre la “gran minería” lo que deja, en todo caso, abierto el debate sobre el futuro de la mediana y pequeña minería. Y además, ese no es el único problema ambiental. El crecimiento urbanístico de la ciudad es impresionante, siendo la tercera más rápida del país. Allí la urbanización tiene nombre propio y agenda propias.

Para David Pulido, de Fusunga, la defensa del páramo “no es sectarismo ambiental”, al tiempo que llama a recuperar la vocación agrícola de la región. En eso mismo insistían los alcaldes de San Bernardo y Fusagasugá. Perder el páramo es perder una despensa de alimentos y de agua esencial para el país.

La movilización social

Detrás de la consulta hay por lo menos seis espacios de coordinación, según me cuenta Rosita Ballesteros, de “Tierra Libre”. Está el Comité Todos por Fusagasugá, articulado alrededor de la alcaldía; Fusunga, en el que participan una parte de la sociedad y organizaciones de acueductos comunitarios; Fuerza Verde, que recoge a los miembros del Partido Verde; Osas, de universitarios altamente comprometidos; el Comité de Veredas del Sur y, por último, algunos integrantes del sindicato Sintraendes.

La gente se movió con mensaje sencillo y claro, que garantizó la unidad política. No se movían por abstracciones ni por promesas políticas, sino por realidades palpables: su páramo. Esto evidenció una fractura entre las direcciones políticas de los partidos que en Bogotá apoyan la política minero-energética y sus bases en los territorios que prefieren la vida al negocio. Las vocerías locales de los partidos de gobierno tendrán que escoger, tarde o temprano, entre sus votantes o sus jefes políticos; o por lo menos, deberían.

Todos estos esfuerzos a nivel local, junto con otras expresiones, apuntan al fortalecimiento de un movimiento nacional ambiental, que apuesta no solo a una nueva agenda, a una nueva forma de ver la conflictividad socio-económica, sino a formas organizativas más creativas y participativas. Todo un reto al tratar de articular experiencias disímiles, agendas diversas y procesos dispares. Allí están desde pensionados hasta universitarios, desde desempleados hasta amas de casa, pasando por todo tipo de profesiones. Es que, como dijo una entrevistada “con el agua no se juega”.

Las tensiones que muestra la consulta podrían resumirse en: el Estado local versus el Estado central, las comunidades versus las empresas, la participación versus las altas cortes y, la más importante: el agua versus el petróleo. En el páramo hay osos, venados, cóndores y águilas; en Fusagasugá las Águilas Negras ya han amenazado tres veces a la dirigencia social medio-ambiental. Una de las personas amenazadas me corrige, entre risas y me dice: “no son Águilas Negras, son verdes” y se ríe.

Rueda de prensa

Camino a la rueda de prensa, algunos de los organizadores de la consulta insistían en el carácter del proceso, más allá del propio páramo de Sumapaz, poniendo todo esto en el marco del cambio climático y de la supervivencia misma de la especie. “Estamos defendiendo a nivel mundial el planeta” dijo una de ellas. Para llegar a hoy, hubo educación en los colegios, jornadas puerta a puerta, volantes, un concurso de dibujo, perifoneo, uso de las radios comunitarias y de las redes sociales.

En el café Orquídea, se hizo una rueda de prensa. Allí estaban, entre otros, el alcalde de Fusagasugá: Luis Cifuentes; el alcalde de San Bernardo: Libardo Morales; Luz Fanny López, concejal del Polo Democrático e Iván Parrado, concejal de Cambio Radical. El lenguaje técnico ya es pan de cada día en los análisis políticos. Como me decía Patricia, “cuando llegamos a San Bernardo, todo el mundo sabía que petróleo era malo, pero nadie sabía por qué”. Y eso les ha obligado a formarse en todos estos temas.

Uno de los puntos que resaltaron en la rueda de prensa fue el proceso de unidad, por encima de partidos políticos, etnias y religiones; así como el papel estratégico de los dos municipios en la alimentación del país. Además, un respaldo a su municipio hermano: San Bernardo. El alcalde de allí informó que la noche anterior una “velatón” y durante el domingo desarrollaron una “firmatón” para presionar por su derecho a hacer también su consulta, hoy suspendida pero no anulada.

Una preocupación común es la suerte del Cerro Pico de Plata, donde se intentó iniciar un proceso extractivo, pero una combinación entre luchas jurídicas y lobby político, suspendió las licencias que permitían tocar el cerro, hoy “protegido como reserva hídrica y forestal”, aclaró el alcalde de Fusa. Esa experiencia de combinar la acción popular y la tutela fue parte del proceso de aprendizaje.

El resultado

Todos esperaban con impaciencia el resultado en la Plaza Mayor, muy cerca de la iglesia de Nuestra Señora de Belén. Molestó un poco cuando la Registraduría alegó problemas técnicos, lo que demoró el informe oficial, pero reportes no oficiales del medio día ya hablaban de más de 22.000 votos. Los testigos habían reportado más de 32.000 votos, cuando todavía quedaban cinco mesas, así que el triunfo era claro.

La confirmación oficial hizo estallar la alegría y las consignas. Lo habían logrado. El domingo era de fiesta. Pero las tareas que siguen son complejas: mantener la unidad más allá de la Consulta, discutir el POT, trabajar hacia un Acuerdo social sobre el tema, hacer que el mandato popular se convierta en norma municipal, apoyar solidariamente al municipio vecino de San Bernardo para que finalmente realice su propia consulta, evitar que los egos entren a querer tomarse el proceso, y un largo etcétera.

Esta semana precisamente se discutirá el POT (Plan de Ordenamiento Territorial), en el cual se definirán los cambios en el uso del suelo, las zonas de protección ambiental y, por supuesto, esto determinaría la minería pero también la urbanización.

Las cortes han creado incertidumbre y no termina de ser claro si frente a lo minero-energético el Estado es el central, mientras que para repartir problemas en educación y en salud, ahí sí, el Estado es descentralizado. Lo interesante es que la Consulta Popular de Fusagasugá no fue simplemente un hecho jurídico, sino una fiesta política de participación. Ese más del 99% de votos pesa hoy y mucho. Desconocerlos mediante una “leguleyada” no resolverá el problema de un pueblo que dijo NO. El Gobierno central no debería jugar con candela.

Publicado en Pacifista: Fusagasugá: la mayor consulta de Colombia, sobre el páramo más grande del mundo

Galería: Fusagasugá tan cerca del páramo de Sumapaz y tan lejos del poder central.