Víctor de Currea-Lugo | 3 de noviembre de 2023
La reciente ofensiva de Hamas era esperable, aunque no de tal magnitud. Gaza lleva en encierro desde 2007 y la última esperanza de paz en Palestina fue propuesta en 2014, hace ya nueve largos años. Ese ataque no sólo mostró que Hamas tiene capacidad militar, sino que Israel no tiene la capacidad militar que se le supone, debilidad que ya había demostrado en 2006 contra Hizbollah.
¿Y qué es Hizbollah? Un organización político-militar libanesa, de credo chií, que nació en 1982 fruto de la coalición de varias milicias que se oponían a la presencia militar de Israel en El Líbano en el marco de la guerra civil libanesa. ¿Quién es Hasan Nasrallah? Es el secretario general de Hizbollah, palabra que traduce “el Partido de Allah”.
Cuando se evaluó la guerra de 2006, el informe Winograd mostró la gran debilidad militar de Israel y la necesidad de una reorganización urgente de sus tropas y estrategias. No faltó quien comparó el Ejército de Israel con un cuerpo de policía dedicado a humillar palestinos, pero lejos de ser un ejército profesional. No se sabe qué tantos cambios habrá hecho Israel desde su fracaso de 2006, pero sin duda Hizbollah sí aprendió y hoy es, como decía un experto militar estadounidense, diez veces más poderoso que Hamas.
Vale anotar que la guerra no es en Gaza, sino en toda Palestina; que no es sólo Hamas, sino que hay más de una docena de grupos de resistencia involucrados. Y que en Cisjordania van más de cien muertos, cientos de detenidos y ataques de los colonos sionistas a los palestinos como noticia diaria.
Nasrallah y Hizbollah
Hizbollah es una organización con elementos religiosos (chiíes) y nacionalistas (libaneses), enemiga de Israel (antisionista) y que consiguió expulsarlo por completo de El Líbano en el año 2000. Pero que, además, le plantó cara en la guerra de 2006, al punto que algunos expertos militares no dudan en decir que Israel perdió esa guerra.
En 2006, durante esa famosa guerra, Hizbollah fortaleció su gran popularidad en el mundo árabe por ser capaz de lograr confrontar militarmente a Israel, lo que no hicieron los ejércitos árabes en 1848, 1967 ni 1973. Y este Hizbollah de 2023 es una amenaza mayor. Por eso, las palabras de su máximo líder generan tanta expectativa en la región, lo que se refleja desde las plazas de Irán hasta los titulares de prensa en Israel.
Aunque Hamas es suní y Hizbollah chií, comparten agendas políticas y un enemigo común: el sionismo. Esto desdice (de nuevo) del carácter religioso que intenta dársele a la guerra. Hizbollah, modificó su carta de principios en 2009, cambiando la propuesta de un Estado confesional (1985) a un Estado democrático y secular. Los conocí hace nueve años y vi el gran poder político, militar, económico y social que tienen, especialmente desde Beirut hasta la frontera con Israel.
A ese eje de Hamas-Hizbollah, se suma Siria, Irán, las milicias chiíes de Irak y los hutíes de Yemen; conjunto que se denomina “la resistencia”. También algunos grupos de milicias suníes se anexarían a ese frente común, tanto en el sur del Líbano como en Siria e Irak.
Precisamente en Irak y Siria estarían concentrándose milicias de diferente tipo para participar en una eventual guerra regional y que ya han realizado ataques a bases militares de los Estados Unidos.
Hizbollah no es simplemente “un grupo terrorista”, es un partido con un brazo armado, un pie en el gabinete, una bancada parlamentaria, organizaciones de la sociedad civil y una red de apoyos sociales inmensa. En la guerra de 2006 pusieron en jaque a Israel y, después, participaron en la guerra de Siria contra el Estado Islámico. Saben batallar.
Antisionistas hasta la médula
Hamas se consolidó como proyecto político-militar (ya era un proyecto político antes de 1987), de la mano de Hizbollah. Vale precisar que Hamas yaha aceptado la creación de una Palestina laica y que reconoce las fronteras de 1967, no como los presentan los sionistas. Por eso para Nasrallah, la situación de Gaza es de interés nacional para el Líbano.
Cuando se dio la ofensiva del 7 de octubre de 2023, también se dispararon las tensiones entre Israel y Líbano, que comparten una frontera bajo control de unas fuerzas de paz de la ONU, pero donde están los unos y los otros literalmente “a tiro de piedra”. A pocos metros del lado libanés uno ve los carros israelíes.
Según un informe de Hizbollah, del pasado 31 de octubre, solo en ese mes en la frontera, habían atacado 105 objetivos israelíes, dejando más de 120 bajas israelíes entre muertos y heridos, varios carros de combate destruidos, así como drones, equipos de comunicaciones y radares.
Según ellos, sus acciones han desplazado 65.000 colonos de 28 asentamientos y reconocen que perdieron 40 de sus combatientes. El 2 de noviembre, un día antes del anunciado discurso, atacó 20 posiciones israelíes. Y, lo más relevante, los choques armados se han dado principalmente en territorio israelí.
Discurso de Nasrallah
Un aumento del conflicto podría lugar a dar muchas consecuencias, desde una tercera Intifada o más exactamente un recrudecimiento de la guerra en Cisjordania, una mayor intensidad de ataques a objetivos de Estados Unidos en Siria e Irak, o una confrontación abierta en la frontera libanesa. Ahora, no se ve riesgo alguno de tensiones entre el Ejército oficial del Líbano y la decisión de Hizbollah, porque sin duda se unen en la defensa del país.
Los medios de comunicación israelíes acordaron no retransmitir en directo el discurso, el periódico israelí Haaretz tituló sobre la gran expectativa que generaba la esperada alocución y, algunos dicen, que hasta Estados Unidos pidió a Israel aumentar el paso de las ayuda humanitarias con el fin de enviar un mensaje menos confrontador horas antes de que hablara Nasrallah.
Una guerra regionalizada, en el peor escenario, podría ser de vida o muerte para varios actores en el región: Hizbollah, Hamas, Irán y el propio Israel. En el mejor escenario, se llegaría a acuerdos como los de las guerras de Irán-Irak de 1989, Hizbollah-Israel en 2006. Pero eso no resolvería, sino que aplazaría el gran problema: el fin de la ocupación de Palestina.
Israel no está hoy para negociaciones, sino para revancha; por eso rechazan hasta un cese al fuego humanitario. Pero, aunque esa esa su decisión política, su capacidad militar puede no ser suficiente. El ingreso por tierra a Gaza no ha sido tan rápido ni eficaz como lo habían anunciado.
Lo que dijo Nasrallah se puede resumir en un mensaje de gran respeto a los muertos en combate, los mártires; reivindicó la lucha de la resistencia; defendió la independencia política y militar de Hamas, especialmente en esta última operación; insistió en la necesidad de espacios de negociación para la asistencia a las víctimas; condenó la hipocresía occidental y llamó a la solidaridad internacional.
Subrayó los ataques de los yemeníes; reconoció que están en el conflicto desde el 8 de octubre; y describió el despliegue de tropas de Israel en la frontera norte, consciente del potencial de Hizbollah y el riesgo de una guerra regional.
Lo más importante no fue el obvio respaldo a la resistencia palestina, sino lo que no dijo, lo que apenas sugirió, lo que podría pasar en estos días. La variable miitar sería el curso de la operación terrestre en Gaza por parte de Israel y la situación fronteriza.
Las variables políticas ya están sobre la mesa; el riesgo: una escalada de la confrontación en la frontera norte de Israel. Fue un discurso para el mundo, advirtiendo más que amenazando, pero no por ello tibio, sino cauteloso, pero no dudó en decir y repetir que: «todos los escenarios son posibles».
Todo depende de quién cruce las líneas rojas, pero no todos tienen las mismas líneas. Mientras la Primera Guerra Mundial se encendió con sólo un crimen en Sarajevo, la Segunda Guerra fue creciendo de ocupación en ocupación (Polonia, Austria) hasta desembocar en lo que fue. No sabemos si ya estamos en la tercera guerra mundial que parece no tendrá un día de inicio sino toda una era que va desde Ucrania hasta Palestina, pasando por las tensiones entre las Coreas y entre China y Taiwán. A lo mejor ya estamos en 1915 o en 1940 y no nos hemos dado cuenta.