Víctor de Currea-Lugo | 27 de septiembre de 2024
Actualizado: 28 de septiembre de 2024
La confrontación entre Hizbollah e Israel, de septiembre de 2024, comienza con una serie de ataques israelíes con explosivos en aparatos de comunicación como beepers y walki-takies; seguidos por el bombardeo a varias zonas civiles en el Líbano que han dejado más de medio millar de muertos y el asesinato del líder Hasan Nasrallah.
A raíz de dicha ofensiva, más de 120.000 libaneses se desplazaron del sur hacia el norte del país. A esto, Hizbollah respondió usando, por primera vez en esta fase, cohetes de largo alcance y, en Israel, en muchos sitios sonaron las sirenas y miles de civiles están ahora viviendo en refugios.
Para entender, debemos devolvernos a la guerra civil de Líbano. A comienzos de los años 1980, entraron tropas israelíes y llegaron hasta Beirut en 1982. Y allí, con el apoyo de las milicias maronitas y la colaboración del Ejército israelí, fueron asesinados más de 3.500 palestinos civiles que vivían en campos de refugiados: Sabra y Chatila.
Hizbollah se consolidó en 1985 como una organización anticolonial y antisionista. Recoge varias expresiones de credo chií que se han opuesto a la presencia de Israel en territorio libanés. En el año 2000, finalmente Israel salió de Líbano, por la presión de Hizbollah.
En 2006, Hizbollah e Israel se enfrentaron en lo que algunos llaman “La guerra de los 33 días”. Al final, Israel aceptó un alto al fuego que, para muchos, fue una aceptación de su derrota. De hecho, el informe Winograd, del gobierno israelí, concluye con las muchas debilidades y errores de las tropas israelíes.
En la guerra civil de Siria, en el marco de la mal llamada “primavera árabe” y del nacimiento del Estado Islámico (Daesh, por su acrónimo en árabe), Hizbollah participó del lado del Gobierno sirio. Así, la guerra de 2006 y la de Siria fueron escuelas de formación para ellos.
Hoy, la guerra de desgaste la va ganando Hizbollah. También por eso, Israel tiene que detener dicho desgaste, creyendo que lo soluciona golpeando Líbano, desconociendo el vínculo de toda la crisis con el genocidio del pueblo palestino y empujando a la región a una crisis mayor.
Luego de la Operación Diluvio de Al-Aqsa contra Israel
El 7 de octubre de 2023, Hamas lanza una operación militar contra Israel, luego de décadas de ataques israelíes a Gaza y 75 años después de la ocupación del territorio palestino. Negar esto es, de suyo, negar el derecho y la historia.
El día siguiente, 8 de octubre, Hizbollah se sumó a la ofensiva contra Israel, como posteriormente lo harían las brigadas de Irak y el Gobierno de Yemen. En otras palabras, Hizbollah está en confrontación con Israel como parte de su clara agenda antisionista y en solidaridad con los palestinos.
En estos más de 11 meses, Hizbollah e Israel han estado combatiendo en la frontera. Mientras, Israel ha asesinado a líderes de Hamas y Hizbollah en Beirut, ha usado fósforo blanco en zonas civiles densamente pobladas e hizo explotar beepers sin distinción alguna entre civiles y combatientes.
En los últimos días (de septiembre de 2024) intensificó el bombardeo llegando a nuevas zonas de Líbano. Y Hizbollah, en respuesta, atacó con cohetes varios objetivos militares israelíes. La lluvia de cohetes de Hizbollah sobre Israel ha producido varios cientos de miles de refugiados, muchos de ellos colonos.
Israel necesita la guerra, busca una victoria militar y, principalmente, necesita arrastrar a Estados Unidos a que lo apoye en una guerra regional. Es decir, Israel está haciendo de la guerra actual una guerra “existencial”, mucho más allá de lo que plantean otros actores en la región.
El dilema de Hizbollah, que es el mismo de Irán, es cómo responder de tal manera que su enemigo no asuma su debilidad, pero tampoco de una manera tan extrema que sirva de excusa para la entrada de Estados Unidos en la guerra.
Los medios de comunicación dominantes no nos dirán la verdad; pero la información que llega de Líbano muestra que Hizbollah no se ha quedado con los brazos cruzados, que varias oleadas de cohetes han llegado a Israel, incluyendo varias decenas de cohetes de largo alcance, que es la primera vez que son usados (los Fadi-3). La capacidad militar de Hizbollah sí se ha incrementado, no es el mismo de 2006 y ni siquiera el mismo que participó en la guerra de Siria.
La sangre latina espera una respuesta inmediata y de gran extensión, los árabes que han conocido el valor de la paciencia saben que esta guerra no se va a resolver en un día. Los expertos coinciden en que Hizbollah tiene mucha capacidad militar que todavía no ha mostrado.
Tanto en número de combatientes, en capacidades militares y en apoyo social, Hizbollah está muy por encima de lo que los medios nos dicen; claro, eso no quiere decir que los golpes que le ha dado Israel no cuenten, pero la alta capacidad de recambio de la dirigencia de este grupo garantiza su permanencia, así que es ingenuo pensar que matar a un líder es destruir el total de la organización.
Escenarios posibles entre Hizbollah e Israel
No me canso de repetir que “nadie sabe lo que va a pasar en Oriente Medio en las próximas horas”. Cada ataque nos hace pensar que ahora sí se va a desatar la guerra entre Hizbollah e Israel con toda su fuerza. Mis amigos en Líbano son más tranquilos que lo que ordena la sangre latina. Ellos ya saben de lo que es capaz Israel y no corren más de lo necesario.
En esos 11 meses, Israel se ha desgastado en Gaza, en Cisjordania y en su frontera norte. Hizbollah estuvo durante los primeros meses usando su arsenal “cotidiano”. El uso por parte de Israel de la carta de los beepers, supuestamente planeada por más de 15 años, más que un logro militar podría significar el desespero de echar mano de lo que tengan para tratar de frenar a Hizbollah.
Claramente Hizbollah, como hizo Irán, se ha enfocado en objetivos militares, mientras que Israel ha bombardeado zonas civiles tanto en el sur de Líbano, como en Beirut; y, así mismo, ha usado armas prohibidas como fósforo blanco.
Ya Israel había recurrido a armas prohibidas (fósforo blanco, bombas racimo) en la guerra de 2006 y en muchos de los ataques perpetrados contra Gaza antes de 2023. El ataque por parte de Israel contra civiles no es un “daño colateral”, sino una política deliberada y sistemática. Me dice un colega periodista desde Beirut, “simple y básico: están atacando casas civiles, carros de civiles, infraestructura de civiles. Muchos civiles han sido asesinados”.
Es muy difícil seguir defendiendo la vigencia de unos principios jurídicos (como población civil, soberanía, perfidia y otra larga lista de conceptos) cuando solo se aplican a un lado de la confrontación.
En una declaración conjunta, Estados Unidos, Australia, Canadá, Unión Europea, Francia, Alemania, Italia, Japón, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar piden a la ONU que actúe. Pero ¿qué podemos esperar de la ONU? Nada, absolutamente nada. Por ejemplo: las fuerzas de paz (los llamados “casos azules”) que están en la frontera entre Líbano e Israel no hacen nada que sea esencial.
Es posible que Israel esté pensando en una guerra a “corto plazo”, como de la 2006, pero el escenario no es el mismo, ni mucho menos la agenda en juego. Hizbollah, me parece, ha venido preparándose y actuando para una guerra de más duración.
La ONU, que no ha sido eficaz contra Israel, busca serlo contra Hizbollah. Pero la propuesta no es ingenua, ya que desconoce el vínculo entre lo que pasa en Líbano y lo que pasa en Gaza, y busca frenar a Hizbollah para garantizar el retorno de los colonos sionistas a sus asentamientos. Pero ni una medida efectiva contra Israel.
Tampoco podemos esperar nada de la ONU porque Francia, Reino Unido y especialmente Estados Unidos bloquearían cualquier presión contra Israel. Netanyahu no va a optar por un cese al fuego con Hizbollah; buscaría repetir en Líbano el mismo libreto que usa en Gaza: destrucción. Si la guerra escala, será responsabilidad de Israel.
De seguro, usar la fuerza a nombre de la ONU contra Israel es, hoy por hoy, impensable (aunque altamente deseable). La ONU, que fue creada principalmente, para garantizar la paz, hoy se porta como una ONG humanitaria.
Todos dicen temer a una escalada regional. No es escalada lo que hace Israel (así sea un genocidio), pero sí lo es cualquier respuesta a Israel. Más que una táctica israelí de “escalar para desescalar” (golpear a Hizbollah tan duro que lo obligue de entrada a negociar), parece que Israel busca es dar un salto al vacío. ¿Entrará Israel por tierra a Líbano? Ya fracasó en los años 1980 y en 2006 en este territorio.
En este caso, Israel caería en una trampa, no solo porque Hizbollah conoce su espacio, sino porque sería más una señal de desespero que de fortaleza. Los discursos sionistas apuntan a una “invasión express” de Líbano, todo presentado como si la capacidad militar de Hizbollah fuera nula.
El novedoso uso de cohetes de mayor alcance por parte de Hizbollah (Qader-1 y Fadi-3) y el ataque a varias bases militares israelíes, incluyendo la sede del Mossad en las afueras de Tel Aviv, muestra que la capacidad militar de Hizbollah no es un mito, sino una realidad.
Israel fracasó en sus objetivos en Gaza y ahora abre un frente con nuevas promesas, pero en el que parece va a cometer los mismos errores militares y los mismos crímenes que en Gaza. El sionismo no pudo con Hamas, mucho más pequeño que Hizbollah, nada indica que pueda ganar en un nuevo frente, en medio del genocidio en Gaza y de la gran convulsión política en casa.
El reloj de Hizbollah
Israel asesinó a Nasrallah. Esa es una nueva realidad. Este crimen es más grave que el asesinato de Ismail Haniye, pero es muy torpe creer que Hizbollah es solo su dirigencia. Ni el asesinato de Sulemani es la derrota de Irán, ni la de Haniye el fin de Hamas. Claro que es un duro golpe, pero no significa para nada el acabose de la resistencia.
Israel necesita la guerra, necesita internacionalizar la crisis al punto de arrastrar aún más a Estados Unidos en su locura; pero, con este crimen, Israel «liberó al Kraken». El problema es cómo será y cómo debería ser la respuesta de la resistencia.
Israel está «tocado», su economía, su sociedad y su ejército están desgastados. También es cierto que la resistencia es real y no solo palabras. Más de 8.000 cohetes han caído sobre Israel desde el Líbano y la resistencia en Gaza no ha permitido que Israel controle ni siquiera la ciudad capital de Gaza.
Es una tremenda mentira decir que «la resistencia no está haciendo nada». Que no sepamos algo no significa que ese algo no exista. No es cierto que estén quietos, las oleadas de cohetes siguen cayendo en Israel.
Ahora, seria un grave error creer que la repuesta debe ser dada según el modelo de Hollywood: un único golpe con gran impacto mediático. El mejor ejemplo es el de la lucha paciente del pueblo vietnamita.
Fueron necesarios más de 15 años para expulsar a Israel del sur de el Líbano y varios años para preparar el Diluvio de Al-Aqsa. Israel está desesperado y apuesta a corto plazo, pero la resistencia no debe guiarse por el desespero, sino por la constancia.
El mundo se unió en las Brigadas internacionales en España, durante su guerra civil; el mundo tuvo una segunda oportunidad al apostar por la resistencia europea en la Segunda Guerra Mundial. Hoy estamos ante una tercera fase entre la vida y la muerte.
Para profundizar en el análisis les recomiendo mi libro: Palestina, genocidio y resistencia