Las FARC y el medio ambiente

Víctor de Currea-Lugo | 7 de julio de 2015

Darle al tubo (y a la infraestructura) pareciera un mensaje de las FARC a las élites y a las trasnacionales: es mejor la paz que la guerra para extraer petróleo. Pero la cosa no es tan simple.

Los últimos ataques a la infraestructura alimentan el sentimiento de rechazo a las FARC, una de las razones por las cuales Alfonso Cano se adentró en un proceso de paz ante la pérdida creciente de legitimidad política. Es decir, las FARC siguen cavando su propio desprestigio.

Pero además, estas acciones no generan ningún debate sobre el petróleo ni sobre la política extractivista en Colombia; si eso quisieran las FARC, escogieron el peor de los caminos. Hoy el debate sobre la paz y el medio ambiente se desvía y se reduce a los atentados contra el tubo, la contaminación de ríos, el impacto en la pesquería, etc.

Darle al tubo es una clara violación al DIH, pero más allá del tecnicismo jurídico, el impacto en la población civil es real. Y ese impacto no ayuda al proceso de la paz en La Habana, no da votos a las FARC sino a sus enemigos.

Después de varios años de debate político en La Habana, las FARC sigue sin entender ni conectar con buena parte de la sociedad colombiana. Desde el “quizás, quizás, quizás” que negaba a las víctimas y ofendía al país, hasta esta nueva coyuntura, las FARC siguen sin entender la importancia de los mensajes, de los medios de comunicación, de la acción política en los espacios públicos.

La nefasta política petrolera del Gobierno, la locomotora minero-energética, las concesiones mineras son reales, pero esas censurables políticas de Santos no justifican los crímenes de las FARC. Esa torpe argumentación no entiende, además, el desequilibrio informativo que está en contra de la insurgencia.

Es claro que el proceso de paz ha agotado dos de sus premisas: negociar como si no hubiera guerra y hacer la guerra como si no hubiera negociación; y de que nada está acordado hasta que todo esté acordado. La primera se vio claramente en el caso de general Alzate y en los combates en Guapi, Cauca. Lo segundo en términos de los acuerdos sobre minas antipersonal.

Por este agotamiento se requieren unas nuevas premisas y una opción es la tregua bilateral, pero esta se ve seriamente afectada por los ataques a la infraestructura. Las FARC perdieron en la tregua unilateral y pierden en la nueva ofensiva, siendo su principal enemigo su propia torpeza política.

La paz que busca las FARC apunta a hacer política pública, pero para que su objetivo sea exitoso, requiere una guerrilla que entienda las formas de hacer política y de sumar apoyos. Las FARC parecieran que no saben hacer la guerra ni tampoco construir la paz, es decir: nada que aprenden a hacer política.

Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/las-farc-y-el-medio-ambiente-columna-571000