Víctor de Currea-Lugo | 22 de mayo de 2011
A raíz del polémico discurso de Obama esta semana, el autor analiza el problema de los asentamientos de israelíes en territorio palestino y sus implicaciones para la paz. En vez de un Nóbel, el presidente se merecería un Oscar.
Un crimen de guerra
La agenda del conflicto palestino se basa, principalmente, en cuatro puntos: el retorno de los refugiados de 1948, el estatuto de Jerusalén, las fronteras y los asentamientos en territorio ocupado. Este artículo analiza la naturaleza y la historia de esta última parte de la estrategia de ocupación israelí.
Cada vez que se habla de la ocupación en Palestina se mencionan los llamados asentamientos ó colonias judías en territorio ocupado, sin que haya mucha claridad sobre lo que exactamente son dichas construcciones.
Un asentamiento es un barrio construido y habitado por colonos israelíes en territorio palestino. No son algo espontáneo, sino parte de una política de Israel para la apropiación de territorio. No pueblan Palestina por sobrepoblación en Israel sino por un deseo de colonización.
Esta política viola el Derecho Internacional Humanitario, y un número importante de resoluciones de las Naciones Unidas, tanto del Consejo de Seguridad como de la Asamblea General. En total, hay 9 resoluciones del Consejo de Seguridad sobre los asentamientos, 17 sobre la no anexión de Jerusalén (anexión que se hace precisamente por medio de la política en asentamientos), y 26 que demandan la aplicación del Cuarto Convenio de Ginebra en el que se tipifica a los asentamientos como crímenes.
La política de asentamientos se puede organizar en tres periodos: el primero es el Plan Allon que, decía en 1967 que «nuestro control sobre el Valle del Río Jordán es una necesidad a la que no podemos renunciar». Un segunda fase llamada «El bloque de los Fieles», nombre de un grupo de extrema derecha cuyo objetivo era poblar toda la «tierra de Israel» para evitar el surgimiento de un Estado árabe mediante la fragmentación de la tierra palestina. Y una tercera fase llamada Suburbia, basada en elementos demográficos.
Asentamientos y colonos
Los asentamientos fueron creados inicialmente como instalaciones militares que constituían una «línea defensiva», pero en su desarrollo, fueron incorporados civiles para poblarlos. Los colonos no solo pueblan las tierras palestinas, se favorecen de la política de subsidios israelí, algunos de ellos portan armas a la vista y participan de las acciones represivas contra los palestinos, sino que además pocas veces son castigados por sus crímenes. Los subsidios israelíes a los colonos incluyen áreas como agricultura, turismo, educación, salud, vivienda (permisos de vivienda, subsidios a las hipotecas), industria, vías, seguridad y rebaja en impuestos.
Los colonos están exentos de ser procesados por la Autoridad Palestina, protegidos por el ejército y gozan de impunidad por sus actos contra los palestinos. La Autoridad Palestina tendría, en teoría, jurisdicción sobre los territorios ocupados por los colonos. Lo cierto es que las disputas civiles entre colonos o entre éstos y los palestinos caen dentro de la jurisdicción israelí. No es que Israel ceda a los colonos, es que los colonos son parte constitutiva del proyecto llamado Israel.
Los colonos gozan no sólo de subsidios y servicios que para los palestinos son un sueño, sino que además han tejido una red de carreteras entre asentamientos que fragmentan el territorio palestino y sólo pueden usadas por carros con matrículas israelíes.
Como dice el judío Mikado Warschawski: «El colono se ha convertido en un superhombre que no tiene en cuenta ninguna ley, ninguna institución. Roba la tierra de sus vecinos árabes, recoge sus aceitunas, abre caminos y cierra otros, prohíbe el acceso de campesinos árabe a sus tierras y, cuando entra en cólera, organiza acciones punitivas. Tiene el derecho de vida o de muerte sobre la población autóctona e impone su ley incluso a los militares, que le protegen y sin los cuales él no sería más que un miserable ladrón». A las demandas palestinas de justicia se responde con: «falta de evidencias», ó «atacante desconocido». Un gran ex rabino sostenía que, siendo Israel la tierra prometida, los árabes eran ladrones y sus aceitunas era en realidad israelíes.
La ocupación se perpetúa
En diciembre de 2003 Sharon presentó la propuesta del plan de «desconexión» de los asentamientos de Gaza, que hizo realidad en agosto de 2005. Ese plan se presentó como: a) el fin de la ocupación israelí en Gaza, b) un retroceso importante en la política de asentamientos y c) un sacrificio del pueblo israelí para brindar paz en la región. La inmensa mayoría de los casi 8.000 colonos sacados de Gaza siguieron como ocupantes de una tierra que no les pertenece, pero esta vez en Cisjordania, donde el número de colonos es de medio millón.
De acuerdo con el derecho internacional, todos los asentamientos israelíes en los territorios palestinos son ilegales, por tanto su desmantelamiento no es un sacrificio para la paz, por mucho podría ser visto como la única vez que Israel respeta el derecho internacional.
Una ocupación termina cuando el poder ocupante no ejerce más control sobre el territorio ocupado. La ocupación en Palestina no es sólo la colonización ilegal de territorios mediante el sistema de asentamientos, por tanto el fin y/o la disminución de tal sistema no es el fin de la ocupación, pero el fin de la ocupación necesariamente pasa por el desmantelamiento de los asentamientos.
Obama y las últimas propuestas
Obama, en época electoral, prometió lo que ningún presidente de los Estados Unidos había prometido: que Jerusalén sería la capital de Israel. Con la aceptación hecha por Bush de los asentamientos, la negación de Israel del derecho al retorno de los palestinos y las nuevas fronteras que de facto crea el muro que construye Israel en territorio palestino, quedan pocas esperanzas.
Recientemente, en su discurso sobre las revueltas árabes, Obama planteó que la solución del conflicto palestino-israelí debería estar basada en las fronteras de 1967. Eso significa, por lo menos, rechazar la construcción de asentamientos, el muro y la colonización de Jerusalén, cosas que el gobierno de los Estados Unidos ha apoyado.
De esto se puede decir dos cosas: que Obama miente por ignorancia de las implicaciones de su postura o que merece, no un Nóbel de Paz, sino un Premio Oscar al mejor actor de reparto, porque reparte discursos de acuerdo al público que tenga, para quedar bien con todos.
Publicado originalmente en Razón Pública