Víctor de Currea-Lugo | 28 de junio de 2012
Turquía no ha dudado en rechazar el gobierno de Bashar al Asad, apoyar a la oposición, atender a los refugiados y recibir a militares desertores, incluyendo los 40 del último día, dentro de los cuales había un general y dos coroneles sirios. Recientemente, Erdogan repitió que el gobierno de Al Asad “no representa a nuestros hermanos y hermanas sirios”.
El gran momento reciente de crisis entre los dos países fue el derribo de un avión del ejército turco en aguas internacionales (según Turquía) o en territorio sirio (según el gobierno de Al Asad). Erdogan llamó a sus socios de la OTAN a una reunión para evaluar si estaba ante una “agresión militar”, reunión que fue más un ritual de advertencia a Siria, que un espacio de decisiones militares.
Los debates técnicos militares son secundarios (si hubo advertencias antes de derribar el avión, si fue en aguas internacionales), lo cierto es que Siria dio una oportunidad para mostrarse como una amenaza a la paz internacional, al margen de la guerra civil que se libra en su territorio.
Turquía ha denunciado que por lo menos en 16 ocasiones, helicópteros sirios han cruzado la frontera común, y hace varias semanas, tropas sirias dispararon contra campos de refugiados en territorio turco, dejando varios muertos y heridos. El derribo del avión no es el primer incidente militar, pero sí el más relevante.
Una eventual guerra entre Siria y Turquía no dependería de un avión, sino de todo lo que ha pasado en los últimos meses, lo que convertiría al avión en una excelente excusa. Sin embargo, el gobierno turco reflejó la opinión de su población: rechazamos el derribo, pero no queremos la guerra como alternativa.
En todo caso, algunas voces, especialmente de la OTAN, recuerdan que todas las alternativas siguen sobre la mesa, lo que es un claro mensaje a Siria de que la protección que le brindan Rusia y China, para que la comunidad internacional no actúe ante la masacre de civiles, no serviría para nada ante un nuevo acto de agresión contra Turquía, lo que podría valerle una guerra con la OTAN.
Si Bashar Al Asad no entiende la coyuntura regional (y todo indica que no), Turquía, con algunos de sus aliados árabes y sus socios de la OTAN, podrían utilizar la figura de la agresión internacional como una vía para castigar a Siria por la masacre de su propio pueblo.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/nuevas-tensiones-entre-turquia-y-siria