Paro nacional del 28 de abril: ¿Salir o no salir a marchar en pandemia?

Víctor de Currea-Lugo | 25 de abril de 2021

Varias organizaciones del sector salud hemos manifestado nuestro respaldo a las medidas de cuarentena, pero en ningún momento hemos desconocido la necesidad de una renta básica que permita a las personas más pobres asumir la cuarentena con dignidad, ni mucho menos hecho llamados a la desmovilización social, sobre todo en el marco del paro nacional convocado para esta semana.

Sabemos que hay una tensión entre la necesidad de garantizar el distanciamiento físico y a la vez respetar el derecho a la protesta. Nuestro llamado no puede ser interpretado como una trampa contra la movilización, sino un llamado a la prudencia.

Desde los datos científicos disponibles y desde la realidad social que vivimos insistimos en las medidas de cuarentena. Nos distanciamos de teorías conspirativas y de explicaciones híper-ideologizadas que van en contravía de las medidas de bioseguridad. Pero, el paro nacional viene.

No voy a renunciar a decir que la pandemia es real, los muertos por el virus son reales, las cientos de personas en cuidados intensivos son reales, los colegas que están agotados atendiendo a los pacientes con Covid son igualmente reales.

No renunciaré a mi llamado, así se me acuse de negar el derecho a la protesta, de sembrar miedo, incluso de ser cómplice con el Gobierno de Duque para encerrar a la gente. Pero sin ceder un ápice ante las teorías conspirativas y la irresponsabilidad de un sector de la sociedad, aceptando que el virus es una realidad, hay que fijar una postura frente al paro nacional.

¿Marchar o no? Falso dilema

Mi prima Patricia, una mujer que como yo creció en sectores populares y que sabe lo que significa la reforma tributaria, está dispuesta a marchar. No es una persona que esté activamente involucrada en ningún grupo político, pero sí directamente en la economía colombiana.

Cuando digo que ella está involucrada directamente en la economía colombiana no es una mentira: ella va a una tienda de una señora a comprar el arroz, y va a una carnicería donde compra otras cosas. No está segura de si ese arroz es producido en Colombia o forma parte de las muchas importaciones de alimentos que se realizan, pero sabe que un 19% de aumento sería brutal contra la canasta familia.

Mi prima me escribió lo siguiente: “Buenas noches, una preguntica: ¿usted cree aconsejable salir el 28? Pregunto eso por el tema del Covid, porque para protestar hay motivos de sobra… con la familia queremos ir a la marcha”.

Y, entonces, aparece el dilema: Por un lado, yo no quiero que Patricia, mi tío Luis Eduardo o algún otro miembro de la familia se enfermen; sé que ellos no tienen medicina prepagada ni plata para medicamentos.

Pero, por otro lado, sé que tienen que buscarse en el día a día la supervivencia, así que sería injusto pedirles que se queden en la casa encerrados esperando una renta básica digna que, por cómo van marchando las cosas, no llegará. Decirles que se queden en casa ante la protesta, pero aceptar que salgan todos los días a buscarse para la sopa es una contradicción.

Mi prima no suele participar en manifestaciones ni en organizaciones sociales, pero este Gobierno es tan criminal que ha logrado afectar de manera evidente a gente muy sencilla en su cotidianidad. No sé por quién habrá votado ella, ni se lo voy a preguntar: así haya votado en blanco o por Duque, como ciudadana tiene todo el derecho de salir a protestar frente a una reforma que no va a dejar huevo sin impuesto ni títere con cabeza.

Creo que el dilema está mal planteado: no es marchar o quedarse en casa, porque eso significa que no hemos entendido a lo que nos invitan el 28 de abril. El llamado para ese día es al paro nacional y a la protesta; y hay muchas formas de protestar.

Otras cosas para hacer en el paro nacional

Toca calentar motores: banderas rojas y letreros contra la reforma tributaria, aclaraciones en los grupos de WhatsApp, charlas con los vecinos y sobre todo, sentido de realidad. También podemos hacer reuniones virtuales para discutir la reforma tributaria y enseñar a los descreídos lo que está planeando el Gobierno contra la sociedad.

La izquierda no puede portarse como la iglesia del medievo que en mitad de epidemia de peste negra convocaba a la gente a la misa y en ella terminaba generando un contagio en masa. Más allá de las razones para la misa, para la marcha o para cualquier actividad, la realidad biológica es terca y está ahí. Pero no ir a misa no significa dejar de rezar; es decir, el paro nacional no es solo la marcha en el centro de las ciudades.

Las personas pueden organizarse, especialmente los más vulnerables, para acompañar las movilizaciones desde sus ventanas con un cacerolazo, por ejemplo. Además de los cacerolazos, se pueden hacer plantones en diferentes puntos de las ciudades. No es una marcha, sino un paro nacional. En ese escenario, un grupo de vecinos se puede ubicar acompañando al personal de salud cerca de los hospitales, o ubicarse incluso cerca de las funerarias para denunciar la idea de Duque de pagar IVA para vivir y también pagar IVA para morir.

Están, además, las redes sociales para volver tendencia nuestras expresiones de protesta, ya sea desde un balcón, desde la calle o desde un parque. Podemos usar estos espacios virtuales para recordarles a los ponentes de la reforma tributaria que sabemos quiénes son y que no vamos a votar por ellos, para hacer tendencia nuestros reclamos y que los medios nos tengan que mencionar. Ese día debemos dejar de sintonizar esos medios de comunicación que aplauden la reforma tributaria.

Los que tengan carro pueden salir a pitar como si hubiera ganado un partido de fútbol la selección Colombia, los que tengan que usar transporte público pueden salir a hablar como si estuvieran vendiendo dulces en el transporte público y explicar de qué se trata la protesta, los que no tengan ánimo para decir una sola palabra pueden colgarse un letrero donde expresen su rechazo a la reforma tributaria.

Y si vamos a marchar…

Quienes entonces decidan ir a la marcha deben tener bioseguridad. Eso implica mantener la distancia física, lavado de manos, protección adecuada con mascarilla y visera, así como cualquier elemento que pueda servir para evitar contagiar o ser contagiado. Si asistimos, debemos ser 100% responsables de no contagiar precisamente a nuestros compañeros de lucha por un mejor país.

En la marcha debemos ser solidarios y, si es necesario, decirle a los compañeros, con todo cariño, que acomoden su tapabocas, que la nariz debe ir cubierta, si está cansado mejor que se retire o que mantenga su distancia, no por descortesía, sino por amor. Podemos llevar un tapabocas de más para quien pueda necesitarlo, una careta de más si la tenemos, gel y alcohol para compartir. Es importante protegernos entre todos y todas.

Sería ideal también que las organizaciones convocantes establecieran puestos de higiene a lo largo de la marcha y de los sitios de la movilización para aumentar la bioseguridad. Recordemos que la responsabilidad de antes, durante y después de la marcha recae una parte en las organizaciones que convocan.

Y no olvidemos que casi el 90 % de las muertes por Covid corresponde a personas de estratos 1, 2 y 3. No podemos seguir poniendo muertos por el virus, pero tampoco por el modelo económico que ahonda la reforma tributaria.

La marcha per se no busca solo un objetivo inmediato, busca también un despertar de las personas, un despertar de la sociedad. Entonces, quienes quieran ir a la marcha pueden hacerlo sí y solo sí tienen los cuidados pertinentes.

Tampoco podemos caer en la doble moral de decir que ciertas actividades al aire libre, como el deporte o hacer mercado (o salir a producir para otros), están bien; pero salir a marchar es inminentemente un foco de contagio, con lo que se negaría que las medidas de protección puedan funcionar.

Hacer un paro nacional va más allá de una solo marcha: puede haber cientos de marchas  en esas pequeñas ciudades dentro de cada ciudad. Cada una de estas zonas tiene su propia dinámica, por eso, podemos pensar que protestar no es necesariamente esa procesión (espero no se ofendan) que hacemos desde el Planetario hasta la Plaza de Bolívar.

El país entero está a nuestra disposición y la imaginación no tiene límite desde cacerolazos, plantones, música, comparsas, pancartas en las ventanas, vuvuzelas; de muchas formas podemos contribuir con la protesta.

El paro nacional sigue del 28 de abril en adelante. Tenemos que ser ingeniosos como la pandemia nos lo exige, pero no ingenuos como quieren los negacionistas de la ciencia. Tenemos que hablarle al país para que entienda que la protesta no es una marcha, que la indignación no es de un día y que la lucha es larga. Fin del comunicado.