Víctor de Currea-Lugo | 27 de junio de 2014
Los kurdos son un pueblo que en siglos pasados estuvo dividido entre los imperios otomano y persa, y después de la Primera Guerra Mundial fue repartido entre Turquía, Siria, Irak e Irán. Son el pueblo más grande del mundo sin Estado propio. En Turquía, los kurdos pueden tener éxito mientras no reivindiquen su condición de colectivo, de pueblo. Hasta hace poco la lengua kurda era prohibida y era delito exhibir sus banderas. Herencia de la creación de Turquía por allá en los años veinte bajo el lema: “Un país, un pueblo y una lengua” y la dirección de Ataturk.
Por la exclusión social, la negación cultural y la persecución política, los kurdos de Turquía se levantaron en armas en 1984. Las guerrillas del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) son la fuerza político-militar con que los kurdos mantienen un pulso armado con el ejército turco. Pero los kurdos saben hoy que la guerra de guerrillas es compleja, no sólo por las dinámicas regionales, sino porque enfrentan a Turquía, el segundo ejército más poderoso de la OTAN.
Escepticismo sobre Turquía
Hoy se abre una puerta a la paz, pero hay escepticismo en medio de la alegría. En el pasado han fracasado varios procesos. Entre 2007 y 2009 hubo acercamientos en Oslo, pero “más de 10.000 kurdos fueron detenidos por el Gobierno en los últimos cinco años; sólo en 2012 hubo 1.500 muertos por el conflicto”, le cuenta a El Espectador el abogado Cihan Ayain, en Diyarbakir, la llamada capital del Kurdistán.
Este proceso de paz tiene un pasado dramático: más de 3 millones de desplazados y, según Raci Bilici, de la Asociación de Derechos Humanos, más de 400 fosas comunes donde podrían estar miles de desaparecidos. Según dicha asociación, 3.850 pueblos pequeños de Kurdistán han sufrido ataques del ejército turco.
Esta semana, el gobierno de Turquía le presentó al parlamento un proyecto de ley que haga posible la paz con los kurdos. “La gran diferencia ahora es que Turquía ha asumido dar pasos en público hacia la paz”, dice Cihan Ayain. Aunque el proyecto de ley “esencialmente no contiene nada”, simbólicamente compromete al Gobierno.
Esta ley sería el paso del Gobierno luego de los dos dados por el PKK: el cese al fuego, el retiro de sus combatientes hacia Kandil (en territorio iraquí) y la liberación de la totalidad de soldados en su poder.
El proyecto de ley es presentado cuando Turquía se apresta a unas elecciones presidenciales luego de un proceso de fortalecimiento de un modelo presidencial, a las cuales se presentará el actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Desde la oposición se critica el momento de presentación del proyecto de ley. Otros consideran que el cálculo de Erdogan (para quedarse con la Presidencia y gobernar cómodamente) es establecer una mayoría que le darían los votos kurdos, razón por la cual abre las puertas al proceso de paz. Sea como fuere, la paz es una urgencia nacional.
Los kurdos esperarían un siguiente paso: la liberación de los miles de detenidos (especialmente los enfermos), avanzar en las garantías judiciales del proceso, liberar a los negociadores (pensando en el líder del PKK, Abdullah Öcalan, en prisión desde 1999) y finalmente reformas a la Constitución. Para el vocero del Congreso de la Sociedad Democrática, Seydi Firat, no se trata sólo de firmar la paz con el PKK, sino que “Turquía debe democratizar su sociedad; los kurdos no son una guerrilla, son un pueblo”. Para Aynur Asan, del Movimiento Democrático de Mujeres Libres, la paz es una prioridad: “Tenemos que ir más allá, la meta es democratizar Oriente Medio”.
Según le dijo a este diario Zeynel Abidin Bulut, editor del periódico Azadiya Welat (el único diario kurdo), “parte de la agenda del periódico es apoyar la paz, pero no tenemos mucha esperanza en la voluntad del Gobierno”. Por otra parte, el coalcalde de Sur (distrito de Diyarbakir), Seyid Narin, cree que el proceso es imparable: “Tú no puedes detener el flujo del agua, ella siempre encuentra su rumbo”.
La paz está servida y parece que tendrá enemigos de dientes largos, especialmente en el nacionalismo turco ensañado en negar los 15 millones de kurdos que viven en Turquía y que esperan una mejor vida luego de un proceso de paz.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/noticias/elmundo/puerta-paz-turquia-articulo-501113