Víctor de Currea-Lugo | 27 de septiembre de 2014
El Estado Islámico es monotemático, pero no autista. Oye el mundo exterior y se comunica con él. De hecho, delegar la ejecución de los periodistas a un extranjero con excelente inglés no era un mensaje para consumo interno sino de cara al mundo, le hablan a Occidente desde sus puñales. Para ellos, sus lógicas de guerra, su control social y hasta su eventual fracaso (que no contemplan) están sometidos a la voluntad de Allah.
Su revista oficial, Dabiq, comparte nombre con una ciudad de Siria y se menciona en alusión, dicen ellos, a la confrontación entre musulmanes y cristianos en tierras cercanas y durante las cruzadas. Hoy la ciudad de Dabiq está en manos de “apóstatas” (sahawat) en referencia a otros musulmanes que, para el Califato, no son considerados hermanos sino traidores.
La declaración del Califato es absolutamente contraria y por encima de la noción de Estados, de facto es “la demolición de las fronteras del Pacto Sykes-Picot”; es decir de las fronteras que las potencias ganadoras de la Primera Guerra Mundial le impusieron a Oriente Medio, inventándose Siria, Irak, Kuwait, Arabia Saudita y otros tantos países.
El Estado Islámico llama a todos los musulmanes del mundo a fortalecer una comunidad (umma) de naturaleza internacional, donde la sangre de sus miembros “está mezclada y se convierte en una sola”, un proyecto en el que “la misión del Estado Islámico es ni local ni regional, sino global”.
Una “nueva era ha llegado”, anuncia el Estado Islámico, llamando a pasar página de una época “de humillaciones, deshonor y desgracia”. El mundo para ellos está dividido en dos bloques: el lado de ellos, los del Estado Islámico y “el lado de los judíos, los cruzados y sus aliados, y con ellos el resto de las naciones y las religiones de la incredulidad; todos ellos dirigidos por Estados Unidos y Rusia, y movilizados por los judíos”. En otras palabras “el campo de la verdad y sus seguidores, y el campo de la mentira y sus facciones”.
Para el Estado Islámico han sido claves varias reuniones con líderes de las tribus, en su búsqueda de legitimidad. Así mismo, la identificación de viudas y huérfanos que serían beneficiarios del zakah (equivalente a la limosna, sin ser esta la mejor traducción) afianzaría su proyecto de Estado. Es decir, el Estado Islámico ha demostrado ser capaz de tener monopolio de la fuerza, recolección de impuestos, autoridad política, regulación de la vida pública y desarrollo de una política social.
Pero dicho Estado es claramente religioso, en el que se rechaza la reducción del Corán a “un libro de canto y recitación, en lugar de un libro de gobernanza, legislación y aplicación”. Si alguien busca la libertad bajo un gobierno no musulmán, bajo el imperio de los incrédulos, “simplemente está saltando al fuego”. Ese Estado Islámico necesita y reclama la obediencia ciega de sus súbditos pues, “no hay Islam sin la congregación, no hay congregación sin el liderazgo, y no hay liderazgo sin obediencia”; el Estado Islámico insiste en que “el pecado es la puerta hacia la incredulidad”.
El Estado Islámico “trabaja activamente para educar a sus ciudadanos, predicar y amonestarlos; para hacer cumplir su estricto apego a las obligaciones islámicas, juzgar sus controversias, erradicar todo rastro de idolatría y herejía; para incitar al pueblo a la guerra santa y llamar a que se unan detrás del Califa”, quien es el jefe del Estado Islámico y quien como imam “es un pastor responsable de su rebaño «.
El establecimiento del Califato aparece mencionado como el objetivo último de los muyahidín (los que hacen el yihad), y pareciera una crítica a Al-Qaeda quien no dio el paso que sí da el Estado Islámico de crear “un refugio para que los muyahidín pudieran operar”. Según el Estado Islámico, el fracaso de la lucha internacional de los talibán en Afganistán contra el incrédulo comunista se dio por culpa de las agendas nacionalistas que habrían contaminado la agenda religiosa. Por su rechazo al nacionalismo, entre otras cosas, combaten tanto a los kurdos iraquíes como a las rebeldes sirios moderados.
El mundo occidental es visto como una práctica esclavista cotidiana: “La esclavitud moderna de empleo, horas de trabajo, salarios, etc., deja a los musulmanes en una constante sensación de sometimiento a un maestro incrédulo. Así, el musulmán no vive la fortaleza, el honor que debe vivir y experimentar”.
Para el Estado Islámico, parte de su plan político es el control social y el adoctrinamiento de la población, la cual hay que corregir pues “la gente de hoy es como un centenar de camellos entre los que casi no se puede encontrar ninguno apto para montar”. Por eso invitan a “trabajar juntos para erradicar el principio de ‘libre elección’, y para no engañar a la gente en un intento de buscar placer”… estando siempre listos para pelear contra “cualquiera que intente desviarnos de nuestro compromiso de hacer de la religión de Allah triunfante sobre todas las demás religiones”.
A nivel internacional, su fe en la causa es fundamental para el triunfo. El mensaje ha llegado más allá de Oriente Medio: el Califato llama a migrar hacia el Estado Islámico; a liberar Meca, Medina y Jerusalén; a publicitar el Califato en sus ciudades. Y como muchos otros, usa las banderas de Palestina para hablar del deber de actuar frente a Gaza, lo que es más un flaco favor que una ayuda a la causa palestina.
Su mensaje a Estados Unidos incluye un reclamo por las acciones previas: el apoyo al gobierno iraquí de Al-Maliki y el asesinato de civiles por acciones de las tropas estadounidenses. Las ejecuciones cometidas, tanto contra periodistas como contra prisioneros de guerra, no son analizadas según el derecho humanitario sino que, para ellos, deben ser vistas según los textos coránicos que, interpretados según su pensar, son fuente suficiente para justificar sus acciones.
El Estado Islámico busca ser el referente de todos los musulmanes del mundo y los exhorta a migrar a su territorio. Invitan a una gran peregrinación, en contravía de cristianos, kurdos, chiíes y otras comunidades que huyen del despiadado control del Califato.
EE.UU. fracasó en Afganistán por su incapacidad de entender la lógica de los talibán; Lenín no entendió los famosos “stan”, los países del sur de la inexistente Unión Soviética (Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán) con su componente religioso; así como el Reino Unido no entendió las diferencias locales de kurdos, chiíes y suníes cuando se inventó Irak en 1920. Sin entender el Estado Islámico, derrotarlo será más complicado, pero a los imperios en su arrogancia no les gusta escuchar la historia.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/noticias/elmundo/piensan-los-del-estado-islamico-articulo-519275