Víctor de Currea-Lugo | 2 de mayo de 2011
La gente habla de la fiesta según le ha ido en ella. Entender la significación de la muerte de Bin Laden en el mundo árabe implica entender lo que significó en vida.
Al Qaeda es sin duda una realidad, pero ni tan grande como quisiera los Estados Unidos ni tan fuerte como lo decían en ellos mismos. Hay grupos “filiales” de Al-Qaeda en Filipinas, India, Marruecos y Egipto, Irak, entre otros países, pero eso no significa que hubiera un general llamado “bin Laden” como jefe de una estructura piramidal consolidada.
Los grupos pro-Al-Qaeda funcionan como franquicias que usan el nombre sin que haya una relación vertical con el creador de la “marca registrada”. Osama no era Al-Qaeda, Al-Qaeda no es el mundo árabe-musulmán y el impacto de su muerte es más simbólico que real para sus seguidores en el Magreb, en Somalia, o en Irak.
Hay otros grupos armados en el mundo árabe que han rechazado la presencia de Al-Qaeda: por ejemplo Hamas en Gaza, Hizbollah en Líbano, el Frente Polisario en el Sahara Occidental, el Movimiento por la Justicia y la Equidad en Darfur, varias redes de resistencia en Irak, entre otras organizaciones. Para ellos Al-Qaeda es sólo una expresión armada más.
Incluso, en el marco de las actuales revueltas en el mundo árabe, Al-Qaeda no ha pasado más allá de llamamientos marginales. Ni siquiera en Yemen, el país donde se cree que tiene mayor capacidad, Al-Qaeda no ha sido determinante de la dinámica política. Una vez muerto Bin Laden se acabó una de las excusas para las acciones de los Estados Unidos en la zona, y se acaba una excusa (por lo menos el símbolo de la excusa) para la islamofobia. Los árabes no lo querían como querían hacernos creer, pero les duele la noticia de que su cuerpo fue arrojado al mar. Como decía un jordano, “si hubiera sido un australiano matando árabes, ¿hubieran arrojado su cuerpo al mar?”.
Algunos reconocen, eso sí, que era un anti-americano, y como tal generaba la simpatía que genera quien confronta, así sea con violencia, la violencia impune de los Estados Unidos. Por eso, una clave para evitar un nuevo Bin Laden es revisar la política de los Estados Unidos en el mundo, que sólo crea y/o alimenta monstruos. Osama era hijo directo de las milicias afganas que los Estados Unidos armaron en su lucha contra la extinta Unión Soviética.
Muerto Osama, los árabes pueden volver a su agenda: la lucha por la democracia en el Oriente Medio y Norte de África. En el Oriente Medio la gente no sintió tan hondo el dolor de la destrucción de las Torres Gemelas ni celebró su muerte. Total, las torres gemelas no las tumbaron ni en Cairo, ni en Damasco.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/reacciones-en-el-mundo-arabe-columna-266925