Víctor de Currea-Lugo | 23 de mayo de 2020
El debate sobre el concepto de la sociedad civil, sus límites y sus composición, es un debate que se ha ha intensificado desde el mismo auge de la sociedad civil en la década de los 80. La llamada sociedad civil sólo podría existir: tiene autonomía en relación con el Estado, existen ciudadanos, existe opinión pública y derechos humanos.
En el caso colombiano, tal debate se complica aún más, por el uso masivo de la expresión sociedad civil, las particularidades que a tal debate le añade el conflicto colombiano y sus tareas. Mientras en muchas partes la llamada sociedad civil contribuye, teóricamente, a la democracia, en Colombia su eje fundamental es la paz, eje que a su vez presenta nuevos elementos de discusión como las interacciones entre la sociedad civil y las partes del conflicto armado y la participación en acuerdos de paz.
La sociedad civil y la estrategia de neutralidad
Una de las estrategias de más renombre, pero de poquísimo impacto es la de “neutralidad activa”. Esta estrategia es usada por una sociedad civil rural y/o pobre, mientras existe otra sociedad civil urbana y con recursos económicos. Luego, pareciera que la sociedad civil no logra su esfuerzo por negar la categoría de clases sociales.
Además, la estrategia de neutralidad activa ha significado, sobre todo, la renuncia a la categoría jurídica y política de población civil. Pareciera pues que la sociedad civil es un imposible que sin embargo, existe; pareciera que la sociedad civil no supera sus propias contradicciones internas, sin embargo avanza en varias direcciones sin caer en la quietud pesimista; pareciera que fuera una ilusión necesaria que es tan indefinida como su propio nombre.
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