Víctor de Currea-Lugo | 12 de octubre de 2024
Israel atacó varias posiciones de las Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL), unas tropas de mantenimiento de paz de la ONU que deberían velar por el cumplimiento de lo acordado tras la guerra de 2006.
Esas fuerzas tienen más de 10.000 miembros de más de 50 países; fue creada en 1978, pero su mandato se expandió luego de la guerra del verano de 2006 entre Israel y Hizbollah. Los mayores aportes en tropas para FINUL son Francia, Italia, Indonesia, Malasia y Ghana.
Pero, además del rechazo a las acciones criminales de Israel, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Para qué sirven las tropas de la ONU? Miremos algunos casos que podrían ilustrar su desempeño.
En Ruanda había tropas de mantenimiento de paz para garantizar la implementación de lo acordado entre los rebeldes tutsi y el Gobierno hutu. El presidente hutu fue asesinado por otros hutus para desencadenar el genocidio… y las tropas de paz no hicieron nada.
La salvedad fue la heroica actitud del coronel Roméo Antonius Dallaire, comandante de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), como lo muestra muy bien la película “Hotel Ruanda”. De resto podemos decir que la ONU abandonó a las víctimas.
Los 23 países que prometieron enviar tropas si se desataba la violencia, no enviaron nada; bueno, sí enviaron tropas los franceses, pero para proteger a los genocidas en la famosa “Operación Turquesa».
Otro ejemplo es el genocidio de Srebrenica. Allí, los llamados “cascos azules” promovieron unas zonas de protección para los civiles. Más de 20.000 llegaron a buscar ayuda en la sede de la ONU en esa ciudad, ubicada al oriente de Bosnia-Herzegovina.
Lo cierto es que la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) se rindió y entregó a los civiles a los serbios, quienes masacraron a más de 8.000 varones civiles musulmanes en una semana. Las mujeres y los niños fueron desplazados en buses a otras zonas del país.
Volvamos a las tropas de la ONU en el Líbano
Como dijimos antes, en 1978 se creó la FINUL, como respuesta de un ataque palestino a Israel. Durante la ocupación israelí al Líbano (hasta el año 2000) y durante la guerra de 2006, esos cascos azules sirvieron de muy poco. De hecho, en 2006, cuatro observadores militares de la ONU fueron asesinados por Israel y siete más fueron asesinados en 2007 (tres de ellos colombianos).
De 2006 a 2023, los cascos azules patrullaban de aquí para allá y de allá para acá, sin que su tarea fuera relevante. Eso vi en varias visitas a la frontera, la última de esta en noviembre de 2023.
El problema es que, como en Sahara Occidental y como en Darfur, la gente piensa que las tropas de la ONU están allí para hacer algo y que ese algo se llama «protección». Pero, dolorosamente, no es así.
La ONU, la que repartió el territorio palestino en 1947, fue la misma que en 1982 les dijo a las milicias palestinas que se fueran de los campamentos de civiles palestinos de Beirut y que ella, la ONU, cuidaría a los civiles que dejaran atrás.
Lo cierto es que tres semanas después, en colaboración entre el ejército de Israel y las milicias maronitas, estos cometieron las masacres de Sabrá y Chatila. ¿Deberían los palestinos creer en la ONU?
El 10 de octubre de 2024, Israel atacó a los cascos azules de la FINUL en tres sitios diferentes de Líbano y dejó varios heridos; pero no va a pasar absolutamente nada. El día siguiente, 11 de octubre, Israel volvió a atacar a los cascos azules. Ante el primer ataque, el ministro de Defensa de Italia dijo que ese ataque era “intolerable”. ¿Y? También se ha pronunciado Rusia, India, China, Francia y España.
Esas declaraciones son tan inútiles como lo que dice la Corte Internacional de Justicia, las resoluciones de la ONU o los golpes de pecho de los gobiernos europeos y el estadounidense.
Tan inútil todo como los cascos azules en el sur del Líbano, que solo sirven para ser atacados por Israel y para confirmar la doble moral de la comunidad internacional.