ELN: mirando al Catatumbo

Víctor de Currea-Lugo ebrero de 2017

La cárcel de Cúcuta alberga a un grupo de “elenos” que se reúnen en el marco de un diplomado sobre derechos humanos. El debate es franco y con menciones directas a lo que se vive afuera de la cárcel, en la cercana región de Catatumbo.

Allí, en Catatumbo, las FARC han visto torpedeada su concentración en la Zona de Caño Indio por grupos paramilitares, la coca sigue siendo parte de la economía, la política de sustitución del Acuerdo no ofrece garantías, y los paramilitares han ido copando -así lo sostienen los presos políticos- los espacios que han ido dejando las FARC.

Hablar de paz con este panorama es difícil porque las evidencias de la realidad inmediata se imponen. “El balance de la paz hasta ahora se mide en muertos”, dice un guerrillero detenido. Pero lo inmediato no necesariamente es respuesta a las preguntas a largo plazo.

La delegación del ELN en Quito coincide con la del gobierno en que haya “reformas para la paz”, pero esa coincidencia no basta para los detenidos pues “si nos matan, ¿con quién hacemos las transformaciones?”. Los guerrilleros que estuvieron en la región del Catatumbo recuerdan los horrores del paramilitarismo de la década pasada y les preocupa su repetición.

Los problemas de la Zona Veredal de Caño Indio alimentan el pesimismo, según ellos “las Fuerzas Armadas no actúan frente a la amenaza paramilitar; a las FARC el gobierno no les cumplen, y eso que ni siquiera han entregado los fusiles”.

A pesar de los argumentos a favor de la paz, algunos presos son tajantes: “no hay garantías políticas para el diálogo”. La desconfianza frente al gobierno no es nueva: va desde el asesinato de negociadores de diferentes guerrillas en el siglo pasado hasta el incumplimiento a los más de 110 acuerdos con campesinos del Catatumbo en años recientes.

Sobre su situación de detenidos precisa uno de ellos: “no estamos preguntando qué hay para los presos en esta negociación; nosotros no tenemos prisa y eso que estamos en la cárcel, menos prisa tendrán los compañeros que están por fuera”.

Saben que el Acuerdo va más allá de las Zonas Veredales Transitorias, pero es difícil defender eso cuando lo que se ve es desidia, burocracia y excusas. “Si el gobierno tuviera vocación de paz, estaría haciendo reformas y obras de desarrollo por todo el país”.

El Estado central parece no entender que su mensaje de inacción frente al paramilitarismo es decisivo para el ELN. Pero Catatumbo no es la única región donde los “paras” avanzan: según Indepaz, en 2016 hubo actividad paramilitar en 351 municipios. Los elenos de esta cárcel dicen que obedecerán a sus mandos (a pesar de todo hay argumentos a favor de la paz), pero dudan que el gobierno esté hablando en serio.

 

La clave parece estar más en el gobierno que en el ELN:
bastaría un mensaje, con hechos y no con palabras,
de compromiso para proteger a los civiles

 

Esto no quiere decir que la paz esté perdida, ni que el ELN esté mintiendo en la Mesa. Muchos quieren que la paz sea posible, pero el mensaje que les llega del Catatumbo los desanima. La clave parece estar más en el gobierno que en el ELN: bastaría un mensaje, con hechos y no con palabras, de compromiso para proteger a los civiles. La propuesta para que la paz sea tomada en serio es que “por lo menos dejen de matar gente, como un punto de partida”.

A los escépticos no les hace mella decir que la guerra no les llevará al triunfo, cuando piensan que la paz les puede llevar a la tumba. Si se avanza en pactos regionales y acuerdos parciales, que den realidades de paz (y no solo papeles) es muy posible que esos escépticos revisen sus posturas.

Los errores de negociaciones anteriores (incluyendo la de La Habana) deben ser superados con algo más que promesas; y la táctica gubernamental de forzar una ruptura dentro del ELN para “negociar frente por frente” es torpe porque la unidad de esa guerrilla ha costado mucho para creer que la van a botar a la basura por un proceso de negociación incierto. La clave es simple: volver esto un proceso de certezas.

Publicado originalmente en Las 2 Orillas