Víctor de Currea-Lugo | 29 de agosto de 2021
Cada vez que estallan conflictos armados, colegas periodistas llaman buscando potenciales entrevistados para sus noticias. Un «experto» es, como decía mi amigo Paco: alguien que viene de afuera o que es capaz de hablar sobre un tema más de 10 minutos. Hasta yo paso por ello.
En este mundo de datos confusos es fácil pasar y posar por “experto”. Aquí van unos consejos a los «académicos» para tener en cuenta en caso de que los llamen a dar su opinión y puedan darla, sin saber y sin sonrojarse.
Esta guía sirve para cumplir con esa presión social de que sepamos y hablemos de todo, aunque no conozcamos nada.
1) Estar pendiente de las noticias en inglés para salir a anunciar los últimos hechos como si usted fuera la fuente.
2) Buscar generalidades en Wikipedia para sorprender incautos.
3) Hacer comparaciones forzadas con el único caso que usted ha estudiado a medias para sacar conclusiones.
4) Si quiere ser cizañero, trate de crear una equivalencia entre los malos de otras guerras y sus enemigos internos en Colombia. Eso le permitirá decir que los talibán son como el ELN o que los paramilitares son como el Ejército Libre Sirio.
5) Llevar todo al terreno de la geopolítica para sentirse más seguro.
6) Poner las teorías de la conspiración en clave de preguntas para parecer interesante.
7) Citar algún autor, preferiblemente extranjero, como argumento de autoridad para impresionar frente a otros «intelectuales», para concluir que todo es muy complejo.
8) Pararse en un marco teórico trans- culti- multi- pluri- que le permita volar alrededor del tema sin precisar absolutamente nada, pero quedando bien con el auditorio.
9) Descartar a todos los contradictores acuñándoles calumnias (así no vengan al caso) o acusándolos desde los prejuicios que a usted más le convengan.
10) Identificar cualquier imprecisión por lejana que parezca para descartar a su interlocutor desviando el debate de lo central a lo marginal.
11) Echar mano de categorías sagradas como «cultura», usar palabras como «episteme» y defender lo local.
12) Citar el drama de las víctimas como algo particular cuando es bien sabido que, en términos generales, las víctimas sufren patrones similares de afectación. No olvide criticar la acción humanitaria (aunque no sepa qué es).
13) En caso de que se sienta perdido, puede hacer «similitudes de escape» sobre conflictos armados, usando algunos de los siguientes casos: Vietnam, Yemen, Siria, Afganistán e Irak.
14) Tenga cuidado de no confundir Afganistán con Pakistán, Libia con Líbano, Irán con Irak, ni suníes con chiíes.
15) Si no sabe mucho del presente, siempre le queda especular sobre lo que pasó en ese territorio hace 2.300 años y sus implicaciones «directas e innegables» en el conflicto de hoy.
16) Puede decir que todo es por petróleo si es en Asia (nadie notará si allá hay hidrocarburos), por religión si es en Oriente Medio (aunque no tenga nada que ver) o por la cultura si es en África (no importa que no sea cierto).
17) Como hacen algunos en el caso colombiano, invente el alias de un comandante que solo usted conoce o un chisme que nadie pueda confirmar ni desmentir (de una fuente que usted no puede revelar).
Es más, puede utilizar un modelo, para rellenarlo ante cada nueva guerra de la siguiente manera: “El ataque que se produjo a ________, corresponde a un mensaje imperial por parte de _______, que muestra la lucha geopolítica en contra de _______ y que afianza el robo de los siguientes recursos naturales: ______, ________ y _______”.
Finalmente, si entra en contradicción entre valores universales y la cultura local, siempre, por más aberrante que sea, defienda lo local y la cultura, porque, aunque pierda la humanidad al renunciar a lo universal, lo importante es quedar bien ante los posmodernos y Nueva Era que abundan en la academia, quienes serían los únicos potenciales receptores de su mensaje. Claro, es probable que ellos no lo lean porque están ocupados creando su propio mensaje para cuando lo llame un periodista buscando un experto.