Sobre mi designación como embajador y las calumnias en mi contra

Víctor de Currea-Lugo | 16 de enero de 2023

Anuncié en las redes sociales mi designación como embajador, del Gobierno del presidente Gustavo Petro, ante Emiratos Árabes Unidos. Inmediatamente recibí cientos de mensajes de apoyo en los que recalcaron mi conocimiento sobre Oriente Medio, mi formación política y mi compromiso con el cambio. Sin embargo, también hubo algunos mensajes en los que me acusaban de “acosador sexual”. Gracias a los que creen en mis posibilidades, pero me voy a referir a los que insisten en dichas acusaciones.

Dichas acusaciones en mi contra datan de 2014, cuando era profesor de la Pontificia Universidad Javeriana. Estos señalamientos siguieron durante mi paso por la Universidad Nacional de Colombia. Sobre estos temas escribí una detallada columna, publicada en la revista Semana en febrero de 2018, en este link explico en detalle cómo se construyeron las calumnias en mi contra: https://www.semana.com/columna-de-victor-de-currea-de-la-caceria-de-brujas-y-la-violencia-sexual/554599/ reproducida también en esta página web.

En todos los momentos posibles les he planteado a mis contradictoras que demos el debate político, sobre el acoso, sobre la violencia sexual, sobre lo que los hombres tenemos que decir, pero nunca, nunca, han abierto el mínimo espacio de debate democrático, sino que han desarrollado una política de “cancelación” en espacios políticos, en medios de comunicación y más recientemente ante la oferta de ser embajador.

Muchas acusaciones y el matoneo han venido también de grupos de izquierda, dogmáticos, cerrados y puristas. Incluso ONG de derechos humanos se han sumado a la tendencia de condenar y después preguntar. Eso implica un problema mayúsculo para ellas, existencial: si creen en los Derechos Humanos, como aparentemente lo hacen, deberían respetar la presunción de inocencia y el debido proceso. Pero eso se resuelve diciendo “le creo a la víctima”, una premisa que ya, de antemano, designa quién es víctima y quién es victimario.

Con mi designación como embajador reaparecieron los rumores, esta vez, cargados de acusaciones aún más asombrosas. Por ejemplo, menciones de “procesos penales en mi contra” y adjudicándome las acusaciones que pesan sobre el excongresista Víctor Correa (casi homónimo mío). Por eso no pude haber «abusado de la secretaria de la UTL» porque nunca he tenido una UTL.

En esta línea se pronunció, por ejemplo, la representante del Moir, Jennifer Pedraza, que agregó además la palabra “abuso”, cuando los rumores siempre habían estado en el nivel de acoso. Creo que ella sabe que “denuncia” implica, necesariamente, la existencia de un proceso penal y que mentir de esa manera constituye un delito que puede dar lugar a una pena de cárcel. Así que, desde ya, la conmino a que se retracte o asuma las consecuencias legales.

Ese mensaje fue apoyado por personas como Sara Tufano, enemiga declarada del Gobierno de Petro, y por otras personas que están buscando cualquier antecedente, real o no, para denostar de los nombramientos del presidente. Como le dije a la señora Tufano, en un chat: “Respeto tu condición de víctima, pero no supongas mi condición de victimario”.

Mi trabajo a favor de las víctimas de violencia sexual y mis posturas son igualmente conocidas; de hecho, en mi página web hay una sección sobre el tema, lo que demuestra que (aunque no cumpla con los estándares de ciertos feminismos) no soy un enemigo de esos debates: https://victordecurrealugo.com/genero/. Así que, mientras muchas hablaban de género en cafeterías, yo estaba en otros países trabajando a favor de las víctimas de violencia sexual.

Vale aclarar que no pienso pedir perdón por ser varón heterosexual y me parece muy bajo definir a una persona sobre la edad de su pareja. Sí, me cuesta trabajo aceptar como feminismo real a esa legión que se cree con superioridad moral para decir quién tiene derecho a qué y van dañando gente por el mundo con total impunidad, cercenando su derecho a la libertad de expresión y su derecho al trabajo.

Por supuesto que tengo prácticas machistas de las que me arrepiento, soy un hombre de mi época y no soy perfecto; claro que reconozco las grandes y justas banderas del feminismo. Pero tengo dudas de si quienes me persiguen a nombre del feminismo son herederas de las brujas que quemaron o más bien de los inquisidores que las quemaron.

Me hubiera gustado hacer parte de un debate democrático sobre violencia sexual, pero en estos años lo que he recibido es persecución. Por tanto, creo que pasó el momento de los debates y las citas a pie de página y empieza el espacio del debate político público y de las acciones judiciales. Conozco las cifras y los datos y los testimonios de violencia sexual, pero no me pasen a mí la factura de los responsables. Me sorprende el fanatismo (sobre eso escribí esta columna pensando de manera deliberada en ciertos feminismos: https://victordecurrealugo.com/fanatismo/).

Desde esa columna de 2018 hasta nuestros días varios han usado el argumento del acoso para confrontar mis debates. Por ejemplo, el sionista Marcos Peckel, había usado el mismo tipo de tesis solo para atacar la lucha Palestina. Varios sionistas han hecho lo mismo, porque de lo que se trata no es del tema sino de cancelar a la persona. Tan así que el mismo Peckel retiró a los pocos minutos su tuit.

De eso también han sacado ventaja los que condenan mi búsqueda de la paz con el ELN, ante su incapacidad para encontrar prueba alguna que me vincule con tal grupo, también han echado mano de este argumento. Yo he apoyado de manera comprometida la paz con los elenos, no me arrepiento de mis esfuerzos, pero apoyar la paz con ellos no me hace ni eleno ni acosador.

Debido a mi cobertura como periodista del paro nacional el año 2021 tuve que irme al exilio y uno de los argumentos que se usó en mi contra es que yo acusaba a todos los uribistas «de ser asesinos» y, de nuevo, que era un acosador sexual.

Creo que ya hay suficiente ilustración. Y como yo sí quiero el bienestar del país y no su destrucción, dejo en manos del presidente Gustavo Petro si continúa con la designación o decide retirarla, está en todo su derecho de apoyarme o no; lo cierto es que desde donde esté, como lo he probado por años, seguiré haciendo lo que considere útil para el país.

El problema no soy yo, el problema es si las designaciones necesitan de la anuencia de las inquisiciones de derecha y de izquierda, el problema es si los comités de la policía de la moral son partes y jueces y a la vez verdugos.

Dejar la decisión final en manos del presidente no implica, de ninguna manera, una aceptación implícita de culpabilidad de mi parte, sino simplemente una priorización de mi salud mental. Callaron por años y ahora resucitan el tema ¿por qué ahora?

El daño que le hacen al feminismo real es brutal, cada día más hechos de violencia sexual quedan marginados del debate por andar de puristas enredados en problemas semánticos. Presidente Petro, pongo a su disposición mi capacidad, mis conocimientos sobre Oriente Medio, pero solo si usted considera que soy digno representante de sus políticas. Al margen de la decisión presidencial, desde ya anuncio la apertura de los procesos penales necesarios.

La enseñanza de la construcción de paz en Colombia ha abierto las puertas a diálogos democráticos desde orillas opuestas, incluso entre víctimas y victimarios como lo hace la JEP. Es indispensable imaginarse un espacio político así para los debates sobre violencia de género, máxime cuando la sociedad necesita enfrentar ese tema sin dogmatismos.

Invito de nuevo a la escuela de género de la Universidad Nacional de Colombia para que examine mi comportamiento durante mi tiempo como profesor y pido a la Pontificia Universidad Javeriana que explique en detalle las causas de mi retiro voluntario a mi trabajo como profesor.

Si la cancelación de personas se impone como práctica política, la sociedad se verá abocada a una nueva ola de dogmatismo y de persecución, la búsqueda del puro y la renuncia a la libertad de expresión.

Hay temor en muchos hombres de decir humanamente lo que piensan porque inmediatamente serán juzgados de violadores, no soy yo, son muchos que merecen ser oídos. Siempre creí que, como aprendí de Norma Enríquez, el feminismo era un camino compartido para que todas las personas crezcamos, pero parte de él se ha convertido en una falacia que pertenece a unas autodesignadas para condenar y lapidar.

Toda una vida de lucha por el derecho a la salud, estudiando y viviendo las guerras de Oriente Medio, apoyando la paz con el ELN, siendo periodista independiente en diferentes guerras, todo queda reducido al rumor de «acosador», nacida de rencillas del poder académico y nutrida por fanáticos y fanáticas. Pero no me van a callar.

PD: Es de esperar que mañana o pasado mañana surjan nuevas supuestas víctimas y pienso en la profesora de la Universidad Javeriana que reclutó estudiantes con el fin de calumniarme. Años de silencio que solo se rompen no para buscar justicia sino para clamar venganza.