Víctor de Currea-Lugo | 28 de octubre de 2023
En una reunión de la semana pasada, en la que participó el presidente Gustavo Petro, el canciller Álvaro Leyva, el embajador palestino Rauf Al-Malki, se habló de varias cosas ante la crisis de Gaza, entre otras la necesidad de brindar ayuda humanitaria, la apertura de la embajada de Colombia ante el Estado de Palestina y, como debía ser, la propuesta presidencial de una conferencia de paz. Esas son las opciones para «echar una mano».
Mediante el gran apoyo de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGR), se transportaron varias toneladas de comida, colchonetas y de kits de aseo hasta el aeropuerto militar de Catam, en Bogotá. Por su parte, la embajada de Palestina ha recibido donaciones de acuerdo con una lista específica elaborada con expertos, teniendo en cuenta las necesidades de Gaza y que ameritarán un segundo envío.
Por la prisa que imponen las necesidades humanitarias, el miércoles 25 de octubre, partimos en un viaje de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) hasta Al-Arish, en Egipto, un pequeño aeropuerto en la península del Sinaí, cerca de la frontera sur de la Franja de Gaza.
Los militares fueron muy solidarios, me llamó la atención la ausencia de tanto verticalismo y código militar, primando más bien su espíritu de equipo y de respeto. Se respiraba un ánimo permanente de trabajo colectivo.
Allí, en El Arish, la Media Luna Roja de Egipto recibió las donaciones, con la presencia de la embajadora de Colombia ante el Gobierno egipcio, Ana Milena Muñoz, y parte de su equipo diplomático. Para ello viajó una delegada de Cruz Roja Colombiana.
De regreso, el vuelo se detuvo en Tel Aviv, capital de Israel, a recoger casi un centenar de colombianos y de vecinos de países cercanos dispuestos a regresar a casa. Una media hora ante del despegue, nos despedimos de la embajadora de Colombia ante Israel, Margarita Manjarrez.
La embajadora logró, por ejemplo, el permiso para que una colombiana residente en Ramallah (en Cisjordania ocupada) pudiera llegar hasta Tel Aviv, pero no tuvo la misma suerte con otros casos. Los colombianos atrapados en Gaza siguen allí, atrapados.
Cuando ya todo estaba listo, sonaron unas explosiones en el cielo que eran cohetes lanzados sobre el aeropuerto de Ben Gurión y que fueron interceptados en el aire. Eso activó las alarmas antiaéreas y detuvo las operaciones por un rato. Dos colegas de RTVC lograron algunas imágenes del ataque.
Finalmente, salimos de regreso a Colombia con decenas de latinoamericanos. Escuché historias de cómo ven el conflicto, algunas opuestas, pero no por eso menos humanas. No se trataba de atender buenos ni malos, sino de ayudar personas.
Gracias de verdad al presidente Petro, ministerio de Relaciones Exteriores, Fuerza Aérea Colombiana, Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, comunidad colombo-palestina, RTVC, embajadoras ante Egipto e Israel, embajada de Palestina en Colombia, pueblo colombiano. Eso significa ser presidente de todo el país, no solo de una parte; eso es ayudar frente a un conflicto echando una mano y no amparando crímenes.
¿Qué hacía yo en ese vuelo?
Eso se preguntó, con mucho de mala leche, la revista “Semana” y hasta se inventaron una entrevista conmigo que nunca di. “Semana” mintió nuevamente. Por eso, vale esta nota de aclaración:
1. Mi presencia en la delegación humanitaria hacia Palestina fue una decisión autónoma de la embajada de Palestina y pedida directamente al presidente Petro. Mi experticia como médico, trabajador humanitario y experto en Oriente Medio determinó mi inclusión. La foto que publicó «Semana» no puede ser de ellos porque no había periodistas de ellos en ese vuelo. Nunca di ninguna entrevista a la revista «Semana», de nuevo mienten.
2. Toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario. El derecho al trabajo y a la libertad de expresión son derechos humanos, reconocidos en nuestra Constitución y de los que gozan hasta los condenados. La cancelación es una violación de derechos fundamentales.
3. Cuesta aceptar que para algunos es muy difícil entender la frase aquella de que: «es más fácil tomar trincheras en un café que café en una trinchera». Por eso arreglan el mundo tomando tinto, mientras critican al que hace algo. Pero como dijo el poeta: «las palabras no sirven, tan solo son palabras»; hay que actuar, no solo vomitar «narrativas» promovidas por héroes de biblioteca, enredados en debates semánticos.
4. A la crítica por mi presencia se sumó la superioridad moral de los sionistas, el fanatismo algunas pseudo-feministas, los enemigos de la paz y la derecha anti-petrista a rabiar. Insisten en que hay que ser inmaculados para hablar y para actuar, así sea en medio de una matanza. Qué curioso, buena parte de los que critican mi compromiso político y humanitario, y ponen en duda mi autoridad moral para actuar o hablar son, precisamente, los que callan o peor aún aplauden un genocidio.
5. Mi compromiso con la causa palestina, de más de 20 años de lucha, tanto allá como aquí, en lo humanitario y en lo político, no necesita más que la validación del pueblo palestino y esa ya la tengo. Fin del comunicado.