Víctor de Currea-Lugo | 25 de enero de 2024
Además de los hallazgos mencionados y bien documentados en la demanda de Sudáfrica contra Israel por genocidio, muchos autores coinciden en 10 fases, con signos específicos, para caracterizar un genocidio.
Responder a la existencia o no de un genocidio no es solo un debate jurídico, sino también político. ¿Hay un genocidio contra los palestinos? La mejor manera de responder es usando categorías o señales que han sido comunes a otros genocidios y que, en el mundo académico, son reconocidas. Es una forma de consultar la realidad que, como se sabe, suele ser terca. Estas consideraciones bien podrían alimentar el debate sobre el proceso que inició Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Este análisis fue originalmente formulado por Gregory Stanto, en 1987, en ocho fases a las que luego se agregaron dos más.
El genocidio implica la intención de destruir un grupo en cuanto tal y eso es lo que está sucediendo en Palestina. Y para tal fin hay una serie de hechos que deben estudiarse como un conjunto. Estas fases, que las retoman los estudiosos del Holocausto nazi, aparecen en el caso palestino de la siguiente manera:
1. Clasificación: la gente se divide entre nosotros y ellos. Y no se necesita que ese “ellos” sea real ni homogéneo. Para los nazis, el otro era el no ario, así fuera judío, gitano, homosexual o migrante. Para el sionista el otro es palestino, beduino, musulmán o cristiano, e incluso judíos no sionistas; es esencialmente un no-sionista; ese es el otro, el enemigo.
Los nazis se centraron en el judío, como ahora los sionistas en los palestinos. El Estado Islámico usó esa misma lógica para distinguir entre ellos y el resto, entre los cuales hubo grupos más vulnerables como el caso de los yazidíes.
2. Simbolización. En el caso de Ruanda, la identificación se hacía en los documentos de identidad. Allí se registraba quién era hutu y quién era tutsi. Los nazis usaron la estrella de David. En Palestina, no se necesita porque la vestimenta es suficiente identificación, así como las zonas donde viven. Si fuera necesario, recurrirían a los documentos de identificación, como lo hacen en los territorios ocupados.
3. Discriminación. La formulación de normas y de prácticas discriminatorias impone la exclusión del ejercicio de ciertos derechos. La exclusión puede ser tanto política como económica, como sucedió con los armenios.
Por ejemplo, los judíos durante el Holocausto no podían usar ciertas calles, así como en Palestina, los árabes están reducidos a una geografía específica. Las normas que son aplicables solo para “no judíos”, como la detención administrativa, la restricción de matrimonios mixtos, las políticas demográficas en Jerusalén son otras pruebas de esa política.
4. Deshumanización. Los tutsi eran cucarachas, los judíos eran piojos. Los palestinos han sido presentados como “no humanos” y tratados en concordancia. Una vez se produce la animalización de los pueblos, su eliminación no genera un desafío ético para el asesino que los ha deshumanizado. Son varios los testimonios de líderes sionistas que presentan a los palestinos como animales.
5. Organización. En el caso de Ruanda, fueron creados los grupos paramilitares llamados Interahamwe (que significa, los que pelean juntos). Ese grupo tenía la tarea específica de la liquidación del “enemigo”. En Darfur esa tarea estuvo destinada a los “Janjaweed” o jinetes del diablo.
En el caso de los nazis, las SS jugaron un papel central, pero todo el Ejército alemán estuvo envuelto. La violencia contra los palestinos es parte de la dinámica sistemática del Ejército israelí, como lo demuestra el proyecto de militares israelíes “Breaking the silence”.
6. Polarización. La polarización contra los palestinos ha sido alimentada en la sociedad israelí desde los inicios del siglo XX, echando mano de discursos nacionalistas, así como de lecturas religiosas (la idea de ser el pueblo elegido, por ejemplo). Recientemente se ha vuelto a echar mano de la retórica de la guerra del bien contra el mal; en palabras de Netanyahu: de la luz contra la oscuridad.
Aquí además ha hecho carrera la idea de que toda crítica a Israel es un riesgo para la existencia misma de la sociedad israelí. Esa mezcla entre la superioridad moral de los sionistas, de ser siempre víctimas y la idea del árabe terrorista cierra el círculo.
7. Preparación. La preparación de un genocidio puede deducirse de una política determinada, así esta se dé en corto plazo o parte de una proyecto que dure décadas. El sionismo, tal como lo conocemos, presupone la limpieza étnica del territorio y, por ende, la expulsión de los palestinos. También ayuda en esto, a nivel mediático, la narrativa de que los judíos son eternas víctimas y los árabes esencialmente terroristas.
8. Persecución. El encarcelamiento de la población bajo control del poder genocida en guetos o campos de concentración puede tener variables. En el caso de Darfur los campos de desplazados eran más bien sitios de control estatal antes que de ayuda humanitaria.
En Cisjordania, el muro constituye un mecanismo de creación de bantustanes, como se vio en Sudáfrica. En el caso de Gaza, su configuración como una cárcel a cielo abierto es contundente. Y en el caso de Jerusalén, la ciudad tiene una política demográfica que busca el desplazamiento de los palestinos y la apropiación de sus casas por israelíes.
9. Exterminación: asesinatos en masa. Vale recordar que un genocidio puede darse incluso sin masacres, como es el caso del traslado de niños o de la esterilización forzada; sin embargo, hay una tendencia a identificar los genocidios más con masacres, como en Indonesia contra comunistas, en Camboya contra los que no se sometían a Pol Pot, en Irak contra los kurdos gaseados por Sadam Husein, los varones musulmanes de Sebrenica, asesinados por los serbios.
En Palestina, las masacres de civiles datan de, por lo menos, los años 30 del siglo pasado. Las incursiones a pueblos y ciudades palestinas han sido una constante y los ataques contra Gaza se han dado con una intensidad creciente en 2008, 2012, 2014, 2016 y 2021. Los datos actuales muestran hasta varias decenas de masacres de civiles en un solo día.
10. Negación. En Darfur, las autoridades solo hablaban de 9.000 víctimas, cuando el número superaba las 300.000. Israel niega su premeditación al atacar hospitales, escuelas, campos de refugiados, centros de las Naciones Unidas; siendo todos estos ataques deliberados y sistemáticos. Israel evade la responsabilidad diciendo que su objetivo no es atacar civiles o que los crímenes son fruto de la resistencia palestina, pero no de sus acciones.
Cualquier estudio juicioso de las violaciones de derechos humanos contra el pueblo palestino mostrará una sistematicidad pasmosa, por ejemplo, con la demolición de casas o el ataque a infraestructura palestina. No son acciones aisladas de los militares sino políticas de Estado, a las que se suman las también sistemáticas acciones contra los palestinos por parte de los colonos, como ha documentado la organización israelí B’Tselem.
El debate sobre la fases del genocidio
Por otro lado, me resulta tramposo discutir si se trata de un genocidio en preparación o un genocidio en curso, como discuten algunos. Sería inconcebible no actuar cuando se decretó la persecución a los judíos incluso antes de la Segunda Guerra Mundial porque tales crímenes “no estaban todavía siendo implementados”.
Como dijo en 2006 Mukesh Kapila, de la delegación de la ONU en Sudán, ante el genocidio de Darfur: “Podemos discutir sobre las palabras, pero eso no sería un consuelo para las personas afectadas”. Es una vergüenza para la humanidad discutir, como en el caso de Ruanda, si estamos frente a un genocidio o frente a “actos genocidas”.
El problema es que aceptar un genocidio implica que los Estados parte de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio tienen que actuar. Según dicha Convención, “Las Partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un delito de derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y a sancionar.”
Pero no sólo es delito la comisión de un genocidio, sino también “La instigación directa y pública a cometer genocidio; La tentativa de genocidio; y La complicidad en el genocidio”. En eso caben muchos de los que defienden a Israel, los que reducen la ocupación palestina a Hamas, y moralmente los que callan y miran para otro lado.
Un total de 153 Estados estarían obligados a: “adoptar, con arreglo a sus Constituciones respectivas, las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, y especialmente a establecer sanciones penales eficaces para castigar a las personas culpables de genocidio…”.
Pedir una investigación contra el Estado de Israel y contra sus dirigentes no es antisemitismo, es simplemente aplicar una Convención que firmó hasta el propio Israel. Así de simple.
Publicado en: Desde Abajo