Víctor de Currea-Lugo | 6 de marzo de 2024
Dedicado a: (sionista criollo de su preferencia) ___________________
El sionismo no es solo un deseo de ofrecer un hogar al “pueblo judío”; el sionismo es una política de esas que van hasta el tuétano, es una forma de ver el mundo y, por tanto, es también una ideología. Además, genera unas convicciones tan fuertes que no tiene nada que envidiarle a una religión. Eso lo vemos en las marchas donde se junta el uribismo y el sionismo, el sionismo criollo.
Alguien decía que todos tenemos un fascista dentro (salvo “los puros y las puras”); yo eso lo creo, porque hace parte de la hoy descalificada naturaleza humana. Eso somos. Hitler no era un monstruo, era un ser humano y -así las cosas- cualquiera podría cometer los mismos crímenes y hasta peores. Bueno, también tenemos un sionista adentro.
El sionista (o la sionista, para que no suene excluyente) es un ser capaz de creerse, en principio, varias cosas: la primera es que hay un nosotros y un ellos. Nosotros somos los puros, los inmaculados, los que podemos botar la primera piedra, los libre de pecados; para resumir: los elegidos. Somos superiores morales, dicen los sionistas.
Segundo: creen que los elegidos siempre son víctimas, todo lo que les hacen se los hacen por su naturaleza, esa clase de esencialismo posmoderno. Los persiguen por buenos. Si un judío roba y le reclaman es antisemitismo, si una judía mata y le reprueban eso es antisemitismo.
Tercero: en cuanto son elegidos y víctimas, pues también son impunes. Nadie les puede reclamar, estamos por encima de las normas. Ni los principios universales ni el sentido común aplican, ni siquiera algunos judíos antisionistas nos pueden criticar; de hecho, los judíos antisionistas son traidores.
No es lo mismo que, accidentalmente, un gentil atropelle a un judío a que un judío atropelle a un gentil. En el primer caso hay un caso de antisemitismo, en el segundo hay un caso de impunidad. Así la doble moral y el doble rasero se imponen.
Cuarto: el mundo nos debe. Ya sea por la persecución de Nabucodonosor, por las persecuciones de los zares o por el Holocausto (todas reales e innegables) convierten al mundo, como un todo, en culpable.
Quinto: creen que todo es milenario y religioso. Lo milenario es un argumento incontestable, todo viene envuelto en una historia ancestral sagrada, inmutable e incontrovertible. Y todo es religioso, es decir, todo está en unos libros sagrados que solo ellos, los sionistas, entienden. Es más, siempre hay un versículo para tener la razón.
Sexto: el esencialismo los vuelve una “raza”. Resulta curioso que niegan la ciencia, pero echan mano de ella cuando les conviene. Las razas no existen en los humanos y el gen del judaísmo tampoco (sino pues no habría judíos conversos), pero qué bueno es justificarse como sea.
Séptimo: las únicas víctimas son las nuestras, dicen ellos. En el Holocausto nazi no vale la pena resaltar a los negros, a los gitanos, a los comunistas, a los migrantes ni a los homosexuales asesinados. Esos parecieran, según esta narrativa, daños colaterales. Por eso abundan libros y películas sobre los judíos en los campos nazis, pero no sobre otras víctimas.
El discurso sionista
Los y las sionistas tienen derecho a renombrar todo. Así las cosas, lo que sucede en Palestina no es una ocupación sino “una disputa por territorios”, la guerra empezó el 7 de octubre, el problema esencial es el “terrorismo palestino”, los asentamientos no son un crimen de guerra, sino el “crecimiento natural de Israel, la “capital de Israel” es Jerusalén, Israel “tiene derecho a defenderse”.
Aquí tenemos ya un primer indicio. Si a veces se nos sale una frase de esas sin tener consciencia, es porque nuestro sionista interior está tocando la puerta. Pero cuando lo decimos con plena consciencia es porque el sionista interior ya cruzó la puerta. Aquí voy a poner unas frases típicas de las que usan los sionistas, los prosionistas, los sionistas de closet y los filosionistas:
– “Rechazamos la violencia venga de donde venga”; esa frase se la creo a un pacifista que, además, sea anarquista porque el Estado, por definición es violento, representa el monopolio de la violencia. Yo no criticaría a la resistencia violenta del gueto de Varsovia.
– “Todo es culpa de Hamas”; el problema es que el patrón de crímenes de Israel no empezó cuando se fundó Hamas, sino desde antes de 1948. El atentado terrorista más grave sufrido en Jerusalén fue contra el hotel Rey David. Fue cometido en 1946 por un grupo terrorista de sionistas, dirigido en ese entonces por Menájem Beguín, quien después fue primer ministro de Israel. Así que Hamas no es una explicación suficiente para nada.
– “Quieren borrar a Israel del mapa”; la mayor amenaza a la existencia de Israel como Estado es el propio sionismo, por su naturaleza solo puede aspirar a un Estado teocrático, donde hay creyentes, pero no ciudadanos. Por eso la idea de un Israel democrático les da pánico. Es Netanyahu y compañía quienes están cavando la tumba de Israel, un país que nació dizque como sitio seguro para los judíos y hoy está convertido, gracias al sionismo, en el sitio más inseguro posible.
– “Palestina no aceptó al plan de partición de 1947”; nadie en su pleno uso de razón va a aceptar que unas potencias vengan a partir su territorio con un recién llegado (me refiero a la migración judía que llegó a Palestina, especialmente desde 1897, cuando Hitler tenía solo ocho años). Si se trataba de reparar a las víctimas, bien pudieron devolverle, a los judíos, sus casas en Europa o haber construido Israel en un pedazo de Alemania.
– “La violencia de Hamas es religiosa”; la gente cree que la violencia de un árabe o de un musulmán es en cuanto árabe o musulmán, pero la violencia de un sionista no es religiosa. ¿Qué fueron las cruzadas? ¿Qué es la islamofobia? Pero más allá de eso, ¿qué sabemos de Hamas diferente a lo que vomita la CNN? El derecho a resistir ante una ocupación no desaparece por el hecho de ser, por ejemplo, musulmán o negro.
– “No hay intención genocida por parte de Israel”; la Convención sobre el genocidio tiene un punto central: la intención. También hay resoluciones de la ONU que dejan claro que la intención se puede deducir de los resultados. Generar una hambruna, destruir el 70% de los bienes civiles de Gaza, arrasar hasta los cultivos, borrar del mapa el registro civil de Gaza, bombardear hospitales y destruir cementerios son actos cuyas consecuencias son previsibles y, por tanto, la intención es clara.
– “Siempre hay que oír a las dos partes”; eso me lo creía hasta el 7 de octubre de 2023; de hecho, me senté a debatir con sionistas, pero ese tiempo ya pasó. La realidad es incontestable. No me imagino entrevistando a una víctima del Holocausto en igualdad de condiciones con un oficial de las SS porque “debemos ser neutrales”. Esos “periodistas” me generan, por lo menos, dudas.
– “¿Usted condena a Hamas? Buena parte de la caterva de sionistas criollos (por sus apellidos, por sus declaraciones o por sus silencios los conoceríes, dicen que dicen los libros sagrados) salieron a denunciar a Hamas, pero no han vuelto a decir nada, con tal vehemencia, ante el genocidio de Palestinos.
– “Israel es el pueblo elegido”; Esto me da risa, sí, risa, cuando lo oigo en boca de un “cristiano evangélico”. Les he pedido que me respondan solo dos preguntas: 1) ¿Cómo si su libro sagrado son Los evangelios, usted defiende religiosamente a un pueblo que rechaza Los evangelios? 2) Si su mesías es Jesús, ¿Cómo pueden en su nombre defender un pueblo que no considera a Jesús ni siquiera como un profeta menor?
– “Yo conozco Palestina”; lo dicen porque fueron invitados por el Gobierno de Israel a sobrevolar en helicóptero, con todo pago, la región. Pero no entraron a Gaza, sino que se quedaron en Sderot o Ascalón; vieron Jerusalén Occidental, pero no fueron a Ramallah, visitaron víctimas israelíes, pero no palestinas. No han visto el muro desde adentro, sino desde afuera: está pintado con palmeras y paisajes.
– “Hamas debe respetar el DIH”; una cosa en la que estamos de acuerdo. Pero ¿Israel no? El DIH habla del derecho a la resistencia armada ante una ocupación. Es simple, tomamos el pedacito del derecho que nos conviene, lo recortamos para ser políticamente correctos y lo lanzamos con si fuera una gran proclama.
– Agregue la frase que más usa su sionista criollo favorito: “_________________”.
Basándose en la lista de frases, siéntase libre de ponerle la puntuación que considere y así podrá saber qué tan sionista es su opinador criollo favorito. Eso sí, no olvide que los menos sionistas, dentro de los sionistas, también son sionistas.