Víctor de Currea-Lugo | 6 de mayo de 2019
Especial desde Caracas. Entrevista con el empresario venezolano Jorge Botti
En medio de la crisis venezolana, de apagones y de marchas a favor y en contra del gobierno, entrevisté en Caracas al empresario Jorge Botti. Él fue presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) que es la principal organización de empresarios. Declarado opositor, habló de los posibles diálogos, el papel de los militares, Juan Guaidó y un eventual gobierno de transición.
La coyuntura actual
VDCL: ¿Qué es lo que más les preocupa hoy a los venezolanos?
JB: Sin temor a equivocarme, tratando de leer al venezolano de a pie, pero incluyendo también la visión de mi ocupación diaria, que es la de ser empresario y ver lo que está pasando en el día a día, yo no creo que haya ninguna otra cosa en la mente de los venezolanos que no sea terminar esta pesadilla, buscar una solución a este conflicto. Habrá algunos que piensan que solucionarlo implica barrer con el otro, pero estoy convencido que en la mente del venezolano común y así lo señalan inclusive los sondeos serios de opinión, esta siempre la idea de una negociación.
VDCL: ¿Qué tan crudo está ese proceso de diálogo?
JB: Creo que está muy crudo, tuvo avances en algún momento en el pasado, tuvo incluso unas puestas en escena públicas que lamentablemente no cristalizaron en acuerdos. Luego entró en una fase, en los últimos cinco meses de 2018, interesante porque no era pública y nadie sabía que estaba sucediendo; pocos sabían que había contacto serio de alto nivel tratando de buscar algún tipo de acuerdo, me refiero a acercamientos posteriores al hecho político más trascendente que desata esta última fase de la crisis, que es tan cuestionada elección presidencial del año pasado.
Después de ese evento, aun cuando el chavismo (y el madurismo), hayan pensado que el pais les dio un claro mandato por seis años, la realidad era que los últimos meses del año pasado había contacto con gente muy cercana a Maduro y gente de bastante alto nivel en la posición para buscar algún tipo de acuerdo. Y esos contactos secretos avanzaron poco, pero por lo menos se vieron las caras.
VDCL: ¿La oposición realmente quiere negociar o solamente es parte del check-list, así como lo humanitario, para luego llamar una intervención armada? Y ¿qué tan serias son las ofertas de Maduro de llegar a un dialogo, o solo está ganando tiempo como dicen algunos?
JB: Comenzando por la oposición, tengo conocimiento directamente por mi actividad, que en la dirección política actual hay la mejor disposición de buscar acuerdos. No se está cerrado a encontrar acuerdos que nos lleven a una elección competitiva que abra las puertas a un desenlace democrático y pacífico de este conflicto. En los primeros treinta días del conflicto de este año, no se produjo ese ansiado quiebre para que entonces se negociara otra salida, es entonces evidente que debe buscarse algún tipo de negociación.
De lo que no estoy convencido para nada, y a lo mejor me equivoco, es que en el centro del poder del lado del gobierno haya esa misma voluntad. Lo que sí se empieza a percibir es que, si Maduro no quiere negociar para nada, habrá otro que sí quiere negociar y yo creo estas últimas semanas y después de los apagones, podemos estar en la antesala de algún tipo de acercamiento de tipo secreto para que comiencen a buscar alguna salida.
Con relación a la percepción de la necesidad de una intervención de un tercero armado, la percibo cada día menos probable. La reciente actuación y declaraciones del denominado Grupo de Lima, así como la Unión Europea, apuntan en un sentido distinto al del uso de la fuerza. Pienso que aquella parte de la oposición que la desea, no tiene idea de sus consecuencias en el plano político y de estabilidad futura.
VDCL: Hablas de un quiebre fallido en 2019 ¿En qué fallo el quiebre?
JB: Pienso que ha habido un error de análisis o de medición en los últimos cuatro años. Se percibe que con elementos de presión, cada vez distintos; con 150 muertos en la calle en 2017, o con un deslave social o, ahora, con un liderazgo extraordinario como el de Guaidó y una amenaza de intervención extranjera, entonces sí iba a ocurrir el quiebre de los militares, que alguien le iba a pedir a Maduro “váyase” y nosotros íbamos a negociar un nuevo país. Las evidencias, al menos hasta ahora, han demostrado lo contrario. La Fuerza Armada parece estar desarticulada para operar un quiebre, o bien está alineada como actor clave dentro del andamiaje de poder
VDCL: ¿Ustedes ponen la esperanza en las Fuerzas Militares?
JB: Creo que la oposición ha sentado mucho la esperanza en que ellos, los militares, son los que deben al final pronunciarse, y si tú sigues el discurso del liderazgo del campo democrático desde el 5 de enero es permanentemente un discurso de invitación a actuar a los militares y un discurso de amnistía. Hasta Trump le ha hablado directamente a los militares, todo el mundo piensa que ellos son los que tienen la llave; pero pienso que allí ha estado parte del error, porque se sigue considerando a la Fuerza Armada como un árbitro y no lo es: la Fuerza Armada es parte del poder por lo tanto no puede esperarse que sea un árbitro, y se le está pidiendo entonces algo que no va a hacer.
VDCL: En una perspectiva mayor ¿es la oposición o las oposiciones? ¿Por qué no logran consolidar un bloque? ¿Es la cultura política de caciquismos y de caudillismo?
JB: Tal vez tenga algo que ver con nuestro ADN, con nuestra historia, aun cuando no siempre ha sido así. El único periodo cuando Venezuela conoció paz política y grandes acuerdos fue en 1958 y los treinta años siguientes, de manera que sí somos capaces de ponernos de acuerdo. No es verdad eso de que jamás nos hemos puesto de acuerdo políticamente ¡no!, sí lo hemos logrado hacer, y creo que en estos momentos, contrario a lo que pudiera percibirse, hay mucha más alineación alrededor de la política central que ha marcado Guaidó y su equipo, por parte del resto de los lideres fundamentales.
Yo percibo dos coaliciones políticas dentro del campo opositor en este momento: una que pudiéramos calificar como “rupturista”, que es la que aspira al quiebre absoluto y la salida total del poder del chavismo (me refiero a las fuerzas que están alrededor de María Corina Machado y otros dirigentes como Antonio Ledezma). Y una segunda coalición, aunque con matices, alineada alrededor de la política que hoy representa Juan Guaidó. Hay tensiones, como es natural, pero están unidos.
VDLC: ¿Qué tan desinflado está Guaidó?
JD: Bastante menos de lo que la gente cree; Guaidó está representando una esperanza, yo creo que eso es clave. El Gobierno, que mide muy bien las acciones políticas,sabe que después de Chávez no se había presentado un liderazgo que despertara tanta esperanza en el pueblo llano como el que ha encarnado Juan Guaidó. Independientemente de su experiencia política, ha demostrado tener las cualidades para hacerlo. Guaidó representa algo más que sencillamente un camino, es alguien que vino a, literalmente, salvarte la vida. Es un fenómeno que la gente está sintiendo por primera vez. Seguían a Chávez porque era una esperanza, un vengador, pero cuando se esta tan mal ese vengador se transforma en el salvador de tu propia vida y ese fenómeno está mucho mejor de lo que la gente piensa.
Agenda estructural
VDCL: Volvamos a lo estructural ¿Porque no se logró la amenaza (ME ATREVO A SUGERIR QUE LA PALABRA ES “promesa” y no “amenaza”) de sembrar el petróleo?, aquí se ha hablado mucho de eso, todos han dicho de alguna manera que lo iban a hacer, todos los partidos, desde el Estado y desde lo privado, pero lo que se ve es que todos han fracasado.
JB: La respuesta es sencilla, la renta es demasiado apetitosa para todos: para políticos, empresarios, militares y pueblo en general, ha sido demasiado apetitosa y creo que no ha sido hasta ahora, cuando se ha destruido a la gallina de huevos de oro, que la sociedad venezolana se va a dar cuenta que tiene que dejar atrás su pensamiento rentista, todos, empresarios incluidos.
Estando en la presidencia de Fedecámaras en más de una vez coincidí con Chávez y nos lo dijimos públicamente; Chávez hablaba de dejar atrás el rentismo y yo le decía: eso es exactamente lo que yo quiero, pero estamos haciendo todo lo contrario. Chávez seguía regalando y regalando y regalando y haciéndonos creer que todos éramos ricos, cuando lo único que estaba haciendo era repartiendo renta. La sociedad venezolana, que es muy dada a la cacería de rentas desde la aparición del fenómeno petrolero, se acostumbró a eso y ni siquiera entiende porqué, pero ahora nos estamos dando cuenta que sin el petróleo la única posibilidad es tener una sociedad productiva, la causa está en la raíz, en la medula de nuestra forma de relacionarnos con el Estado.
Alguien llamó al petróleo “el excremento del diablo”. Todos los países que han tenido la bendición de tener un producto que les da tanta riqueza terminan siendo víctimas de esa propia realidad. Chile la vivió con el cobre; es una verdadera maldición y hace falta una sociedad muy culta para entender cómo manejarla.
VDCL: ¿Porque considera usted que el pacto de Punto Fijo dio estabilidad política? Innegable, pero también produjo exclusión política.
JB: Las fuerzas políticas que nos trajeron hasta el “chavismo”, arrastraron el resentimiento político por casi medio siglo; el hecho de que sea justificado o no es otro tema, pero ahí hubo una exclusión, si no la hubiera habido no viviríamos esto. Si la izquierda extrema vino a por el poder después de tanto esperar, buscando venganza por algo de lo que fue excluido, yo creo que es un hecho que hay que estudiar y valorar
Venezuela conoció los más grandes niveles de crecimiento económico y más importante aún de movilidad social; pero eso se vino abajo desde finales de los años setenta y fue cuando empezó a despedazarse el modelo de crecimiento y movilidad social por la vía del excesivo estatismo financiado con ingreso petrolero. Ese deterioro le permitió a la izquierda extrema conducir el desencanto popular, y luego de 40 años, consiguió un líder para llegar al poder. Venezuela no ha tenido alianzas económicas sólidas; a la izquierda le llegó el momento y el país la eligió, de manera que yo sí creo hay que reconocer los errores de exclusión política del 58 y no volverlos a cometer, el pacto social que viene por delante tiene que incluirlos a todos.
VDCL: ¿Hasta qué punto las elites y en el caso del empresariado, no terminaron de entender el Caracazo y el ascenso de Chávez?
JB: Has dado en el clavo; a mí me parece asombroso que esta sociedad, y sobre todo sus elites empresariales, políticas, intelectuales incluso militares, no se dieron cuenta de las señales clarísimas que estaba dando la sociedad para buscar un cambio que abriera el juego político. Si lo ponemos en orden son cinco aldabonazos que la sociedad no entendió: el quiebre económico del año 83, el viernes negro; el quiebre social del año 89, la gran campanada social del Caracazo; el quiebre militar de 1992: dos golpes de Estado; el quiebre institucional del 93, se rompe el bipartidismo y gana Caldera por fuera de los partidos tradicionales; y por último, el golpe del cambio radical por Chávez en 1998. Son cinco grandes señales que esta sociedad le estaba dando a sus elites y no fueron escuchadas, no quisimos cambiar, es una cosa asombrosa, claro para el 98 ya era demasiado tarde. Yo era muy joven, en el 89 tenía 29 años y trabajaba aquí mismo en Petare y vi como saquearon todo esto. Algunas voces decían: “vamos a cambiar las relaciones del Estado con el ciudadano”, pero las elites no entendieron, o no quisieron…
VDCL: ¿Hasta qué punto consideras que en los últimos 20 años Chávez fue capaz de quebrar ese modelo?
JB: A mi juicio no solo lo emuló, sino que lo llevo hasta el paroxismo; es decir los males que ocasionaron estos cinco eventos a los que me he referido, era básicamente el Estado asfixiando al ciudadano. Cercenando la apertura, limitando el desarrollo económico empresarial y las libertades individuales. Chávez lo que hace es profundizarlo aún más y lejos de abrir la sociedad, busca controlarla más, centralizar el poder, restarle espacios al privado y hacer al Estado propietario. Esa visión fue aplaudida por centenares, millones de venezolanos, mientras hubo petróleo con que sostener esa ilusión de bonanza, pero Chávez erró el modelo por completo, habiendo podido cambiarlo de raíz.
VDCL: ¿Cómo se hace para recuperar la capacidad productiva de un país? Incluso crearla porque aquí la empresa era fundamentalmente empacadora, antes que productora.
JB: Ese va a ser uno de los gigantescos retos para Venezuela, la capacidad de agregar valor a nuestra economía siempre ha sido débil. Esta es una economía basada en importaciones y de mucho re empaque o ensamblaje de poco nivel tecnológico. Cómo agregarles valor a nuestras materias primas es un reto enorme, porque es algo más que tener un buen set de políticas públicas. El reto es generar y desarrollar una clase empresarial con criterio de primer mundo. Esa clase empresarial existe, y solo podrá extenderse en la medida en que los poderosos de siempre no se pongan de acuerdo con los políticos para evitar un genuino cambio de modelo de desarrollo.
PD: La segunda entrega se hará el próximo lunes 13 de mayo de 2019.