Víctor de Currea-Lugo | 13 de mayo de 2019
Especial desde Caracas. La primera entrega puede leerse en: “la única posibilidad es tener una sociedad productiva” (primera parte)
La experiencia chavista
VDCL: A propósito de frenos políticos, se habla mucho de fraude electoral por parte de Chávez.
JB: Chávez contó por más de una década con una mayoría política envidiable e irrefutable. Ganó el referendo revocatorio en el 2004 y volvió a ganar en el 2006, otra cosa es que haya abusado de los instrumentos del poder, pero eso lo hacen todos los presidentes donde el estado de derecho es débil. Es estúpido negar que Chávez tuvo una contundente mayoría electoral, una contundente mayoría social y una masa crítica que lo seguía; quienes se nieguen a sí mismos esa realidad y pretenden hacer política basados en esa falsa premisa van a estar siempre equivocados y no van a entender el chavismo como hecho político. Maduro ciertamente lo está destruyendo a pasos agigantados, pero el chavismo sigue siendo importante
VDCL: Ese fenómeno no es culpable de todo ¿Qué responsabilidad de los empresarios que se alimentaron también del Estado, por ejemplo, accediendo a los dólares preferenciales?
JB: Yo creo que hay una enorme responsabilidad; por eso difiero de aquellos que dicen que “llevamos veinte años sufriendo la dictadura del chavismo”; eso es solo una media verdad. El verdadero sufrimiento empezó hace dos años y medio. Desde el 2004 hasta el 2013 incluso, se vivió una gigantesca fiesta de petrodólares. Apartando a quienes perdieron la vida por el hampa y la violencia política, a quienes fueron expropiados o expulsados de sus trabajos, aquí el empresariado durante 6 a 8 años consecutivos, ganó más dinero que en los anteriores 20.
Eso hay que decirlo con toda sinceridad, básicamente lo que estábamos haciendo era chupando la riqueza del Estado, estábamos dejando a la vaca no solo sin leche, sino sin carne y de vaina le dejamos el pellejo. Eso hay que entenderlo y eso, simplemente, no puede seguir: los empresarios no pueden seguir soñando con dólares preferenciales ¡es un absurdo!
VDCL: Muchos empresarios decidieron cerrar sus fábricas y desde el gobierno se planteó la consigna de “fabrica cerrada, fabrica tomada” por parte de los trabajadores ¿a qué se debe fundamentalmente el fracaso de esas tomas?
JB: La primera frase que se me viene a la cabeza, ya actuando como empresario, pensando cómo piensan mis colegas es que el “miedo es libre”. Evidentemente algunos perdieron sus empresas pues fueron confiscados, no se les pago nada; pero quienes se atrevieron a continuar a pesar de los riesgos, lograron seguir de pie. Otra cosa es el fenómeno de los últimos 18 meses, la hiperinflación está quebrando empresas, no porque me fueran a expropiar, no, nos está quebrando y punto.
El fenómeno de cerrar las fábricas comienza sobre todo en 2006, por el enorme impulso de la nefasta política de expropiaciones. La respuesta empresarial de cerrar e irse fue una natural consecuencia por el miedo a esta realidad. Cada vez que algún empresario retrocedía Chávez avanzaba, si tu dejas espacios el Estado los tomaba, y algunos lo utilizaban para hacer negocio. Pero no es menos cierto que la amenaza era real, estaba allí, hoy mismo me pasaron una lista de la reunión que tuve esta mañana de más de 500 empresas tomadas por el Estado.
VDCL: Y esas empresas en su mayoría han fracasado en su gestión ¿Por qué?
JB: Me atrevería a decir que el 100% fracasó. Se demostró una vez más, la propiedad en manos del Estado, el colectivismo y el eufemismo de la “propiedad social” no tiene dolientes. Pueden ser rentables siempre y cuando la gestión sea con visión de empresa y eso casi nunca sucede (al menos no en el llamado Socialismo del Siglo XXI); acá el empeño de colectivizar e imponer la ideología sobre el conocimiento, fue un fracaso gigantesco. Ello además, apuntalado por la corrupción. En cada uno de esas empresas hay un militar y lamentablemente lo que buscaban era negocios para ellos.
Te pongo un ejemplo muy reciente: acá hay 9 empresas cementeras, todas tiene sus activos intactos, pero ninguna produce más de su 11% en promedio de su capacidad instalada. Y no es por las sanciones y tampoco porque le falten capacidades, sencillamente las destruyeron porque a nadie le interesaba seguir produciendo. Ni siquiera tuvieron la astucia para entender que, si producían más cemento, podían robar aún más. Hay una gran dosis de estupidez en todo esto.
VDCL: ¿No hay algo de mito de la persecución de los medios de comunicación?
JB: Eso es ciertamente difícil de entender para los foráneos, pues este sigue siendo un país donde puedes decir lo que quieras, pero no sin consecuencias. Hay infinidad de casos de programas de radio cerrados, plantas de televisión tomadas o maniatadas. Si ellos sienten que hay algo en particular les hace daño, van contra ello. Si sienten que no, lo dejan hablar.
VDCL: Estuve en las marchas chavistas, son una realidad política. Me parece que unas de las grandes tonterías que se ha hecho en la historia es negar al contradictor.
JB: Creo que es bien importante el reconocimiento del otro, yo siento que eso está en entredicho acá, yo no siento que, en general, el discurso político tiene la terrible tendencia a desconocer o menospreciar al otro. Solo de vez en cuando se oye algún tipo de vocero que como que lo reconoce. Eso tiene que venir del liderazgo, insisto de todo el liderazgo, pues con frecuencia nos olvidamos que el otro existe.
Sobre el chavismo, se tiene la percepción (desde parte del campo opositor), que prácticamente ya no existe, que debe simplemente desparecer. Es horrible; y eso no es verdad, el chavismo sigue teniendo, a mi juicio, 3 o 4 millones de seguidores sólidos. Si pones al chavismo como un espectro y a Chávez como fenómeno, eso suma tal vez 2 millones más. Si algún líder político del chavismo lograse encarnar de nuevo las ideas de Chávez (equivocadas o no), tendría un capital político envidiable, todavía hoy después de este desastre y yo creo que ahí está la clave para que el chavismo entienda que debemos sentarnos a negociar, que tiene futuro político.
Tensiones a resolver
VDCL: El Fondo Monetario Internacional pidió perdón por sus políticas en África y Joseph Stiglitz, que fue vicepresidente del Banco Mundial, dijo que esas políticas son un fracaso ¿es el neoliberalismo una alternativa a pesar de todo?
JB: Yo creo que la etiqueta neoliberal está agotada, creo que hay que volver a las raíces originales de las propuestas liberales, porque el neoliberalismo se identificó demasiado con esas reformas y con el denominado Consenso de Washington de principio de los noventa. Fue tan cuestionado, que hoy mismo hasta el propio Fondo Monetario se ha dado cuenta. Que eran reformas liberales de laboratorio y que se olvidaron de la gente (al menos así fue interpretado por la izquierda en toda la región). Le faltaba corazón a aquello. De hecho, en las conversaciones que hay sobre el cambio en Venezuela, el Fondo Monetario pone el dedo fundamentalmente en atender la emergencia humanitaria, en garantizar que la gente tenga comida, tenga ingresos. No solo en las necesarias reformas macroeconómicas.
VDCL: El error de Carlos Andrés Pérez, de febrero de 1989, fue sugerir que el Fondo Monetario iba a salvar esto y originó el Caracazo. Eso se alimentó mucho en la invocación al libre mercado.
JB: Sin duda alguna, y por eso el neoliberalismo es una palabra que es casi un pecado. Por eso digo que habría que quitarla del léxico porque se identifica mucho con aquellos años del Consenso en Washington. En los noventa, el FMI hizo una reforma absoluta, integral tipo shock. La gente “que se aguante” que poco a poco se adaptarán. Pienso que hay que rescatar las teorías liberales, digamos principistas de verdadero libre mercado, no de capitalismo mercantilista, que ha sido lo que tanto daño le ha hecho a Venezuela y a toda la región. (Hay que rechazar) el atenazamiento de los recursos económicos por parte de pequeños grupos económicos que impiden que los demás salgan adelante.
VDCL: Las democracias más estables del mundo reconocen un papel regulador del Estado y allí donde el Estado ha caído en privatización, hay un alto índice de exclusión social y además de violencia ¿Cuál sería el papel de Estado en una nueva Venezuela?
JB: Esta mañana tuve una reunión de conceptualización, sobre esto que se ha llamado el Plan País, que parte de 42 consensos políticos que incluyen todas las fuerzas políticas del campo democrático. Ese Plan contiene los puntos que se acordaron en la ciudad de Boston, el año pasado, donde todos los partidos políticos del espectro opositor están de acuerdo, desde los más izquierda hasta los más derecha.
Lo estaba releyendo esta mañana y hay mucho de respuestas a tu pregunta: es complementariedad entre Estado y mercado. La visión, digamos, del liberalismo extremo no está allí, ni está en el ánimo de los políticos, ni está en el ánimo empresarial, ahí tiene que estar un Estado promotor y no un Estado controlador ni castrador, pero el papel del Estado es fundamental para el reordenamiento de la economía venezolana. Por supuesto, yo creo que este es el principal papel del Estado, diseñar e implementar un set de políticas públicas que le permita al individuo progresar. Entendiendo que el papel de redistribución está, justamente en manos de ese mismo Estado.
VDCL: Hay un modelo generalizado que se conoce como “el bachaqueo” (el mercado negro de productos). Algunos plantean que ahí está participando el empresariado, facilitando por la puerta de atrás productos para ese bachaqueo y para la especulación.
JB: Eso no es sino la consecuencia de una política económica errada y profundamente destructiva. Que algún empresario lo haya hecho de manera deliberada, no es la causa del problema sino su lamentable resultado. Tan pronto tú ordenas la economía y la liberas, y le asignas al Estado el papel que debería tener, el bachaqueo se termina inmediatamente. Pero cuando tú insistes en controlar un producto por debajo de su precio de producción el mercado negro es inevitable. Aquí han desquiciado todos los parámetros de la economía, lo que pasa con los amigos del chavismo, es que insisten mucho en ver las consecuencias y no las causas. Claro que el bachaqueo no lo queremos, por supuesto que el mercado negro es malo, pero la forma de evitarlo no es controlándolos más, mucho menos metiéndolos presos, la forma de acabar un mercado negro es liberarlo.
VDCL: Alguien me decía que el bachaqueo es la prueba de que los venezolanos no son perezosos.
JD: Además son pilas, son vivos, consiguen negocio donde los demás no lo ven; hoy en día tú los ves comprando con dólares hasta las frutas en los abastos del interior. La gente se mueve, resuelve, es falso que seamos perezosos, simplemente hemos tenido un sistema de incentivos equivocado, nos han castrado nuestra capacidad crear. Si sientes que tu trabajo no te produce nada, te vuelves más flojo, hasta el momento que tú dices: Antes de morir de hambre me voy a otro lugar. Yo me peleo con todo el mundo que nos llama flojos, los incentivos de la sociedad son incorrectos y lo han sido por décadas, somos aparentemente más flojos y además más rentistas, pero eso no es verdad, si tú le cambias los incentivos a esta sociedad, cambias su forma de ver.
VDCL: ¿Cómo es la propuesta para despolarizar la sociedad?
JB: Algunos llaman a eso la reconciliación del país. Te confieso que no tengo respuestas desde el ángulo económico; pero de acuerdo a los estudios que hemos hecho, una de las herramientas a echar mano es la del turismo, es uno de los sectores que tiene la capacidad de construir paz social. Centrarse en que podamos desarrollar una matriz de desarrollo económico no es suficiente, creo que hace falta un gran modelaje desde el poder y no me refiero al modelaje del discurso de un eventual próximo Gobierno, creo que tiene que ser un modelaje de los líderes, cuando un empresario o cualquier líder social se para frente a una cámara en televisión a hablar de su área de experiencia, también tiene que modelar en su lenguaje la inclusión y la despolarización.
VDCL: ¿Cómo se logra más allá de que los líderes lo digan? Siento que han implantado un grado importante de odio entre unos sectores de la población.
JB: Lo que me preocupa a futuro es que quede en la sociedad venezolana un residuo de odio, de algo no resuelto; y no quisiera que tuviéramos que pasar por una guerra civil para decir: oye, no podemos odiar al hermano. Pareciera que si no te caes a golpes no eres capaz de darte cuenta que tienes que dejar de odiar y te confieso, no tengo respuesta para eso, pero creo que se pueden desarrollar políticas sociales que ayuden a la reconciliación
VDCL: ¿Se espera demasiado de las Fuerzas Armadas? Siento que el chavismo le apuesta a que las Fuerzas Armadas son socialistas y siento que desde la oposición esperan unas Fuerzas Armadas como las de otrora.
JB: Creo que todos esperan demasiado de las Fuerzas Armadas. El centro del poder establecido espera demasiado de ellos. Los tienen como una guardia pretoriana. Deben estar cansados de ser utilizados para proteger al poder. Pero también deben estarlo de que se les pida ser una especie de árbitros finales de la democracia. Los civiles no queremos al mundo militar metido en la conducción del poder político, pero irónicamente les solicitamos que vengan a resolver el problema. Hasta que no nos zafemos de eso, no nos vamos a entender. Habrá que buscar el papel que tienen los militares en una nueva Venezuela, que obviamente no es el ejercicio de la política, yo creo que es un enorme error involucrarlos en la contienda partidista.
VDCL: Pero los militares venezolanos han estado en la política hace muchas décadas, en golpes de Estado, hay una tendencia desde los cuarteles a manifestarse políticamente.
JB: De los 200 años de historia republicana, solamente cuarenta y tantos han sido gobiernos civiles; casi todo lo demás han sido guerras intestinas o autocracias militaristas, con muy muy pequeñas interrupciones. Hay una innegable vocación histórica de poder en nuestra Fuerza Armada, y ello no es lo mismo que una vocación política. No les gusta el ejercicio de la política en términos de la figuración pública, de salir a la palestra a discutir ideas. Ellos no discuten ideas ni modelos de desarrollo, a ellos le gusta el poder y punto.
VDCL: Las Fuerzas Armadas ¿están más pendientes, según ustedes, por una amnistía tipo Guaidó o por una solución al problema de corrupción en sus filas?
JB: Siento que les preocupa cómo darse a sí mismos garantías ante un eventual giro en el poder político, de un cambio que los haga responsables en materia de derechos humanos. La percepción generalizada es que la corrupción en Venezuela se perdona o se esconde debajo de la alfombra, pero este tema de los derechos humanos los tiene realmente preocupados. Saben que el mundo no perdona esas faltas. Tarde o temprano, los alcanzará la justicia. Esto complica aún más las negociaciones de una eventual transición
VDCL: ¿Qué viene ahora si Maduro no abre esa mesa de diálogo? Rusia está ahí, China está ahí, Estados Unidos lo va a pensar muchísimo antes de meterse.
JB: Creo que si no se da pronto algún tipo de acuerdo, que sea aceptable por las fuerzas políticas, aun cuando posiblemente la población quede molesta y con reservas, estaremos frente a un periodo de sufrimiento tremendo para los venezolanos. Estados Unidos y Europa no van a retroceder con la imposición de sanciones, posiblemente veamos embargos y mayores operaciones de presión económica y diplomática. Todo ello como disuasivo y siempre manteniendo la amenaza de una acción bélica
VDCL: Se ha demostrado en el caso de Cuba, Irán, Siria y Corea del Norte que los bloqueos económicos no sirven para nada, fastidian es a la población civil.
JB: Si, de hecho, nos preocupa mucho. Entendemos el porqué de las sanciones pero te digo como empresario: antes de ahorcar a Maduro nos van a ahorcar a nosotros. Y aun así puede que no se produzca el anhelado cambio. Entendemos la razón de ser de las sanciones. Tenemos una comunidad internacional decidida a presionar por un cambio político, pero corremos el riesgo de que Maduro logre retener el poder por el efecto que tú mencionaste: por actores como Rusia y China y el juego geopolítico global.
Lo mejor que podríamos ver es que entrásemos con decisión en una negociación para la alternancia en el poder y el otorgamiento de garantías mutuas. Un escenario en el que se deja tranquila a Venezuela para que resuelva sus conflictos. Podría ser una torpeza profundizar las sanciones; habría que buscar otro tipo de presiones para provocar una negociación o, si no, el sufrimiento va a ser mucho mayor para el país y su gente.