Víctor de Currea-Lugo | 30 de enero de 2015
Una pequeña ciudad siria, muy cerca de la frontera con Turquía, se ha convertido en la prueba de que es posible detener y derrotar al Estado Islámico. Luego de más de cuatro meses de lucha, milicias kurdas y sirias lograron recuperar Kobane del aparentemente indetenible avance del Estado Islámico en el norte de Siria. La victoria (parcial, porque la guerra sigue) fue posible gracias a una suma de elementos.
Sin duda importó mucho la convicción kurda de defender su tierra, no por simple voluntad sino porque era una situación de vida o muerte, una guerra de supervivencia. Pero no solo es obra de los valientes kurdos de Siria sino también de los de Turquía e Irak (los Peshmerga) que corrieron en su ayuda (aunque algunos lo hubieran hecho por oportunismo político), destacando la valerosa acción en la lucha armada de unidades de mujeres.
A esto debemos agregar la solidaridad (así hubiera sido simbólica) de las ahora diezmadas fuerzas del Ejército Libre Sirio, los rebeldes que pelean tanto contra el régimen de Bashar al Asad como contra el EI. El apoyo de los bombardeos de la coalición internacional fue fundamental, lo que no convierte de ninguna manera a los kurdos en agentes de los Estados Unidos o de Europa, de la misma manera que la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial recibió apoyo estadounidense sin perder por ello sus banderas (pero los bombardeos por sí solos no hubieran funcionado).
Ya los kurdos habían demostrado en junio de 2014 la posibilidad de detener el avance del Estado Islámico en el norte de Irak. El triunfo dependió de haber superado las tensiones internas para defender Kobane, perder el miedo ante el Estado Islámico (del que sufre el ejército iraquí), aprovechar la ayuda internacional sin vender el alma al diablo, y la capacidad de entender las diferentes fases de la guerra y desarrollar una razonable política de alianzas.
Los kurdos salen ganadores tanto militar como políticamente. Eso no deja de ser un dolor de cabeza para los regímenes de Irak, Turquía y Siria, a pesar de sus aparentes preocupaciones compartidas ante el EI.
Mosul en Irak y Raqqa en Siria siguen siendo las capitales del Estado Islámico que continúa controlando regiones, impartiendo justicia (sic), cobrando impuestos y consolidando su propuesta de Estado. Los kurdos mostraron el camino en Kobane y me dicen que ahora preparan el asalto a Mosul. Lo complicado es saber cómo será la segunda fase y qué pasará con esas alianzas ante un enemigo común con banderas diferentes.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/y-kobane-resistio-columna-541181