Daniel Amirola R. | 10 de noviembre de 2014
Odiado por gran parte de Israel, aclamado por buena parte del mundo, fue el primero en tocar las conciencias a nivel internacional y alertarlas sobre el drama que viven los palestinos a diario, bien sea en territorios ocupados e irrespetados por los colonos judíos, o fuera de su sufrida nación, como refugiados. Yasser Arafat encarnó la vocería que necesitaba el país, para ser, por lo menos, reconocida por la mayoría.
Hoy, 10 años tras su extraña muerte (aún se discute si fue asesinado o no), muy pocos de esos flagelos que sufren sus compatriotas han cambiado. Sigue habiendo muerte, segregación, xenofobia y rencor. Pero este se hubiera sorprendido con la coalición actual de Fatah con Hamas para un gobierno de unidad.
Para Víctor de Currea-Lugo, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, Arafat era un personaje con tanta influencia en la región, tan decisivo, que lo más probable es que fuera asesinado por los enemigos de su consabida causa, el 11 de noviembre de 2004.
“Para nadie es un secreto que hallaron rastros de material supremamente radioactivo en su cuerpo, como Polonio, más allá de cualquier límite normal.
Sobre ¿qué interés había de asesinarlo? Qué representó durante décadas la unidad palestina”, el experto comentó que “a pesar de las diferencias que tenía con Hamas, dicho grupo lo respetaba profundamente y había intercambio de ideas. Lo que buscó la extrema derecha israelí y el Mosad fue romper la unidad palestina, algo que termina explicando el enfrentamiento entre palestinos en la Franja de Gaza, de 2005 a 2008”, agregó.
Un Arafat presente
Más allá de los motivos de su deceso, el líder histórico de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que luchó siempre tanto por el reconocimiento internacional a su país, como por la unidad de sus facciones políticas, y en sus últimos años por la paz, estaría contento por los dos primeros puntos, aunque no tanto por los truncados y sucesivos intentos de diálogo con Israel. Así lo cree De Currea:
“Arafat ya se hubiera levantado hace mucho tiempo de la mesa. No se ha avanzado absolutamente nada y sin duda hubiera tenido una postura bastante radical frente a hechos como la Operación Plomo Fundido (1800 muertos), el asalto al barco Mavi Marmara (10 activistas asesinados), donde una flotilla internacional intentaba llevar ayuda humanitaria a Gaza y fue atacada por Israel en aguas internacionales, y por último la Operación Margen Protector (2,209 muertos)”.
“No obstante, respecto a la creciente unidad en el país y los apoyos que recibe a nivel internacional, estaría bastante contento por los avances, considerándolos un baluarte para el progreso del Estado palestino”, recalcó.
Pero es claro que, con su líder vivo, los palestinos tal vez no estarían transitando por los caminos de espera y sangre por los que pasan en este momento. “La causa palestina ha recibido un influjo negativo tras la muerte de Arafat, e Israel cree que puede expandir los asentamientos libremente y retrasar la firma de un acuerdo de paz permanente que ponga fin a la ocupación”, aseguró a Efe Hilal Jaradat, exprisionero palestino.
Por todo esto, Arafat sigue siendo el símbolo de esa libertad que no ha llegado.