Hoy, 1º de agosto, se cumple otro aniversario del levantamiento del pueblo de Varsovia en 1944, frente al ocupante alemán. A pesar del fracaso de la heroica resistencia del gueto judío de 1943 y de la desventaja militar, los polacos se sublevaron.
Mientras luchaban, los soviéticos contemplaban la batalla desde el otro lado del río Vístula, dejando al pueblo polaco abandonado a su suerte, no obstante las promesas de ayuda de Stalin, que nunca se cumplieron. 200.000 personas murieron y el 85% de la ciudad fue destruida. En la posguerra, el Partido Comunista persiguió a los que se habían levantado contra el fascismo y trató de erradicar el levantamiento de la historia polaca.
Si bien es cierto que hay un abismo entre Varsovia y Damasco, hay similitudes entre los dos hechos. Guardando las distancias de que Polonia ya estaba inmersa en una guerra internacional, y que en Siria el conflicto es todavía un asunto interno, las decisiones morales frente a la vida de miles de seres humanos y el derecho de éstos a la resistencia sí son comparables.
Los ataques masivos contra la población civil, la política de tierra arrasada, la no distinción entre civiles y combatientes, el uso de armamento pesado de manera indiscriminada son, esencialmente, los mismos fenómenos en ambos casos, aunque las consecuencias hayan sido más devastadoras en el caso polaco. Las decisiones nazis de rematar heridos, de asesinar al personal de salud que atendía a los rebeldes, de no dejar con vida a los que se rendían, se repite en el caso sirio.
En ambos casos los rebeldes fueron objeto de manipulaciones discursivas: Stalin acusó a la resistencia de estar a órdenes de Londres y de servir a la burguesía polaca. Putin hace esencialmente lo mismo al afirmar que todo en Siria es obra de Occidente. Y el abandono del resto de Europa y de los Estados Unidos al pueblo de Varsovia se repite ahora con el pueblo sirio.
Nadie se atrevería a preguntarles a los polacos levantados en armas durante la Segunda Guerra, sobre qué tipo de país querían construir para entonces dar por válida (o no) su lucha. Nadie se atrevería a decir que su lucha no era válida porque había un grupo religioso —los judíos— entre las víctimas. Que una parte de la resistencia polaca haya sido judía, no desdice de la justicia de su resistencia, del mismo modo que no se puede deslegitimar la resistencia siria por el hecho de que la mayoría sean musulmanes.
Abandonar a los polacos rebeldes contribuyó a que no fueran un actor político en la construcción de su país, a que su voz se diluyera en el ajedrez internacional del momento; abandonar a los sirios ahora e imponerles un plan de transición externo, tendrá también un costo político. Finalmente el levantamiento polaco terminó aplastado y fue necesaria la presencia de tropas extranjeras, ya no para salvar al pueblo, sino para repartirse el territorio. Ojalá no pase lo mismo con Siria.