Víctor de Currea Lugo | 2 de octubre de 2014
El Estado Islámico (EI), autoproclamado además califato, es una preocupación mundial. En la Asamblea General de las Naciones Unidas fue señalado como una de las mayores amenazas del mundo, entre otras cosas porque, otros grupos yihadistas lo ven como la realización de su propio sueño.
Uno de los primeros grupos en sumarse a la lucha del EI fueron las milicias iraquíes del Baaz, antiguo partido de Sadam Hussein, ilegalizado luego de la ocupación de Estados Unidos a Irak en 2003. Este apoyo se dio no por identidad ideológica sino por compartir enemigo: el gobierno central chiita de Irak. Luego fue el grupo Al Nusra, la rama de Al Qaeda en Siria; esta organización juró lealtad al califato, fortaleciéndolo contra sus dos enemigos en Siria: el Gobierno y los rebeldes moderados, generando un cisma dentro de los radicales islamistas, pues Al Nusra salió de Al Qaeda para pasarse al Estado Islámico.
Posteriormente, Boko Haram proclamó su propio califato. Este grupo radical de Nigeria es conocido por el secuestro de cientos de niñas y sus actividades se remontan más de una década atrás. Si bien Boko Haram no se sumó formalmente al Estado Islámico, su declaración sí se suma a las intenciones salafistas de constituir estructuras de poder real.
Luego, en la convulsa Libia, el grupo Ansar al Sharia empezó la promoción del “Emirato Islámico de Bengazi”. Los grupos islamistas han ido creciendo en muchas regiones en el marco del retroceso de las revueltas árabes, ante las salidas autoritarias y la frustración de las esperanzas democráticas.
En Argelia, recientemente apareció un nuevo grupo, llamado los “Soldados del Califato en Argelia”, nacido de una división dentro de las filas de Al Qaeda del Magreb Islámico. Este grupo juró lealtad a Al Bagdadi, el líder del Estado Islámico. Ahora es el grupo Abu Sayaf, de Filipinas, el que amenaza con ejecutar a dos secuestrados alemanes si Berlín sigue apoyando la coalición contra el Estado Islámico. Este ejemplo podría crecer: expresar el apoyo al califato atacando intereses de los países de la coalición en sus áreas de influencia.
Las ramas de Al Qaeda de la Península Arábiga (AQPA) y del Magreb (AQMI) han llamado a apoyar al Estado Islámico y, por si fuera poco, ha habido actos públicos de apoyo al califato por lo menos en Holanda, Turquía, Jordania e Indonesia. Aunque ningún conflicto es monocausal, vale señalar la torpeza política para gestionar las diferencias religiosas que tiene la arrogancia occidental. Podemos decir, parafraseando el refrán: siembra vientos de islamofobia y cosecharás tempestades de islamismo.
Publicado originalmente en El Espectador:https://www.elespectador.com/opinion/el-mal-ejemplo-del-ei-columna-520338