Víctor de Currea-Lugo | 31 de julio de 2023
Ya están «encima» las elecciones colombianas que van a determinar parte del poder político en las regiones. Muchos sentimos que el proyecto del cambio no tiene la claridad suficiente sobre los nombres, las agendas y las estrategias para consolidar su propuesta. Aquí unos pequeños apuntes para la reflexión:
1) Está en juego los poderes regionales y locales, lo que implica enfrentar mafias y poderes fácticos. Y esos no se pueden enfrentar con los caciques de siempre, aunque ahora posen de progresistas.
Las elecciones de octubre serán, de cierta manera, un tipo de evaluación de la gestión del Gobierno y en eso juega en contra la falta de mecanismos de comunicación para con la sociedad; claro, no es un plebiscito, pero sí es un espacio para medir fuerzas y capacidad de convocatoria,
2) Las estrategias regionales deben ser coherentes con la estrategia nacional de cambio, incluyendo la propuesta política de paz con justicia social y de lucha contra el neoliberalismo. Sería muy decepcionante, para el electorado, que en los sitios en que gane el Pacto Histórico no se refleje la política nacional trazada por el presidente Gustavo Petro,
3) El centralismo en la selección de candidatos/as es un pésimo mensaje para la sociedad; incluyo aquí el nepotismo y otras formas clientelares de designación de candidatos/as. No es posible elaborar listas que les gusten a todos, pero por lo menos sí esforzarse en reflejar el sentir político real de las regiones.
Como bien dijo Gustavo Bolívar: “Intereses van y vienen, nepotismo, venganzas, se castiga al que levanta la voz, se cierra el paso a liderazgos por envidias o conveniencias, se negocian avales…”
4) El llamado fuego amigo, que busca personas puras -según sus estándares-, lleva a perseguir gente de Colombia Humana, pero a aceptar opositores reales como supuestos voceros del cambio. La doble moral y los dobles raseros no ayudan a consolidar un proyecto sólido y coherente.
Las disputas internas no ayudan a crear proyecto sino a deteriorarlo. Citando de nuevo a Gustavo Bolívar: “Ante el rotundo fracaso en la entrega de avales por parte del Pacto Histórico y sus partidos, o se unifican las personerías jurídicas en una sola y se definen mecanismos democráticos para escoger candidatos, o desaparecemos”.
5) Si hacemos política como la derecha, no esperemos que nos vean diferentes. La doble moral y el gamonalismo no ayuda, tampoco el nepotismo en cualquiera de sus formas. Que el proyecto Pacto Histórico siga sin ser un partido consolidado como tal, no deja de ser una desventaja a la hora de hacer política y de producir estrategias,
6) Urge visibilizar los resultados o lo que va en curso para dar prueba de la propuesta de cambio del Gobierno de Petro, por ejemplo: los avances en la economía, la reforma en salud, los golpes a la corrupción y al narcotráfico, las mejoras en la política de subsidios, los avances en la Paz Total, etc.
La gente tiene en cuenta, entre otras cosas, los resultados y como suele decirse: no solamente hay que poner el huevo, sino que hay que cacarearlo; pero el Gobierno sigue con un injustificado y demorado déficit comunicacional, que debe ir más allá del Twitter del presidente,
7) La hipervaloración de las banderas identitarias puede restar más votos que sumar. Hay que mirar las experiencias recientes de Chile y España. Buscar el “sujeto histórico” solo en la identidad no aborda el problema de la lucha de clases. Esa hipervaloración puede llevarnos a cambiar la “transformación como un todo” por la “inclusión sin transformación”,
8) Esperar que la gente vote por una izquierda errática solo para no caer en manos de una derecha extrema, no es una propuesta suficiente. No es el miedo lo que nos debe movilizar. Esa lógica ha hecho que no se presione en las urnas a Gobiernos, como en Venezuela, con la esperanza de que las segundas oportunidades sí sirvan,
9) Las grandes ciudades: Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla no están perdidas sino embolatadas; eso sí, la tarea debe ser titánica para que el Pacto gane en ellas. Si perdemos en las regionales, estaremos dando el primer paso para que la derecha vuelva al Gobierno en 2026 y durante muchos años.
10) No olvidar que, en términos democráticos, el voto de Lisa Simpson vale lo mismo que el de Homero (ya no recuerdo dónde lo leí). Y las elecciones son, en últimas, un proceso que apunta a ganar el respaldo de las mayorías, no solo el de Lisa. Fin del comunicado.