Antes de su asesinato el general Fernando Landazábal dijo proféticamente que la paz en Colombia solo sería posible el día en que los militares se sentaran cara a cara con la guerrilla.
Un mes antes del asesinato del general Fernando Landazábal, éste le dijo al profesor Medófilo Medina, palabras más o menos, que la paz en Colombia solo sería posible el día en que los militares se sentaran cara a cara con su enemigo: la guerrilla.
Una década antes, visitando Casa Verde (el antiguo campamento de las FARC), el mismo profesor escuchó un comentario similar de parte de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas. Tenemos que hablar es con los militares, decía Marulanda; mientras Jacobo reforzaba la idea diciendo “de general a general”. Por eso cuando en 2014 el presidente Santos anunció que en el equipo negociador se incorporarían militares activos, el profesor Medina asumió que de verdad había llegado la hora de la negociación con las FARC.
He tenido la oportunidad de sentarme a hablar con algunos generales, como Rafael Colón Torres, quien combatió a las FARC en muchas partes y las acabó en Montes de María, y con Tito Saúl Pinilla, quien fue comandante de la Fuerza Aérea y participó en operaciones contra Raúl Reyes y el Mono Jojoy. Ambos, hoy defensores del proceso de paz.
Un general decía, camino a La Habana, que nunca les daría la mano a “los terroristas de las FARC”, pero tres días después, salió entendiendo la propuesta de paz y despidiéndose de los guerrilleros.
Supe de otro general que de camino a La Habana aclaraba que nunca les daría siquiera la mano a “los terroristas de las FARC», pero que tres días después, salió entendiendo la propuesta de paz y despidiéndose de los guerrilleros. Dicen los chismes del gran respeto que tienen los mandos de las FARC al general Mora. Y no creo que esos oficiales se hayan vuelto castrochavistas
Pienso que, a pesar de que no se ha discutido la doctrina militar (que sí es un tema pendiente para avanzar en la paz), sí hay un giro en la percepción de las Fuerzas Armadas sobre la guerra y la paz. Queda pendiente que el ejército se reencuentre con su mandato constitucional, que la policía deje de ser una “prolongación militar”, y que la doctrina del enemigo interno deje de ser la prevalente a la hora de analizar los conflictos sociales. Estos cambios, necesarios por demás, no dependerán solamente del cambio en la óptica de algunos oficiales, sino en cambios estructurales del propio Estado y de su concepción del uso de la fuerza.
P.D. Hace pocos días, en un programa de televisión, el presidente de la Acore (Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares), el general (ya retirado) Jaime Ruiz Barrera, el mismo que acusó a Manuel Cepeda de ser un “reconocido guerrillero de las FARC”, se refirió a la conocida ONG de derechos humanos Cinep como “el enemigo”. Parece que los que portan el uniforme entienden más y mejor el paso a la paz y algunos de los que están en el retiro viven del pasado de la guerra.
Publicado originalmente en Las 2 Orillas