Víctor de Currea-Lugo | 26 de noviembre de 2024
Este artículo es un extracto de mi libro “Kurdistán, la nación soñada” (Periferia, Medellín, 2019). Lo publico por separado por el debate sobre las relaciones entre los kurdos y los palestinos. No sobra decir que es mejor leer todo el libro para entender ciertos debates.
Ha circulado, de manera creciente, varios análisis que ubican a los kurdos, como si fueran un todo homogéneo, y no solo como aliados de Estados Unidos sino, incluso, como partidarios de la ocupación israelí de territorios sirios, como son los Altos del Golán (1).
Es conocido el apoyo militar brindado por Estados Unidos de manera directa a la formación de grupos kurdos en Irak, así como la conjunción de esfuerzos de Estados Unidos y de los kurdos, entre otras fuerzas, en la coalición contra el Estado Islámico. También pesa el apoyo explícito del gobierno israelí al referéndum de independencia hecho por los kurdos en 2017.
De igual manera, la lucha del pueblo kurdo contra el Daesh (el Estado Islámico) se ha visto empañada, en ciertos foros, por el apoyo jugado por Estados Unidos e Israel. El PKK, organización kurda armada, que sabe de las necesidades tácticas y de los riesgos estratégicos, define así su postura frente a estos dos países:
“De tiempo en tiempo, según lo requieran sus propios intereses, estos países hacen declaraciones similares. De hecho, como coalición internacional, han apoyado tácticamente la resistencia legítima del pueblo kurdo contra el Estado Islámico. Los kurdos han hecho grandes sacrificios por todo el mundo contra un poder inhumano como el Estado Islámico, solo en Rojava, en el norte de Siria, 11.000 personas cayeron mártires mientras luchaban contra ellos y contra grupos similares, decenas de miles más resultaron heridos o quedaron discapacitados por las heridas. Proporcionar un apoyo limitado a los kurdos, quienes claramente hicieron enormes sacrificios por la paz, la calma y la seguridad para toda la humanidad, no está relacionado con los intereses estratégicos de estos Estados. Este apoyo fue táctico y resultado de una intensa presión pública. En cierto modo, fue forzado que actuaran así” (2)
Una manera de negar la naturaleza de un actor político es pedirle homogeneidad, más en Oriente Medio. Los kurdos no lo son, y tampoco son homogéneos sobre cómo perciben las eventuales relaciones con Estados Unidos y con Israel, pero eso no quiere decir que haya unos parámetros estratégicos y tácticos para dar este debate.
Los kurdos suelen responder estos cuestionamientos en dos planos: el de los principios y el de lo táctico en la guerra. Sobre lo primero, los principios estratégicos, Fowza Al-Yussef me dice: “No haremos nada contra nuestros principios y por eso no tenemos relaciones oficiales con Israel”, lo dice en relación con los kurdos de Siria y de muchas otras partes.
Los principios incluyen el respeto a la democracia, lo que es incompatible con el sionismo, que ellos diferencian claramente del judaísmo. De hecho, su líder Abdullah Öcalan fue capturado por el Mosad, el servicio de inteligencia de Israel y eso no lo olvidan los kurdos.
Kurdos de muchas tendencias
En Turquía, me contaron que los primeros nueve muertos del PKK fueron a comienzos de los años ochenta, cuando se preparaban para dar el paso a la lucha armada. Murieron por un ataque israelí a un ataque a un campamento palestino, donde los kurdos entrenaban.
Lo otro es el debate de lo táctico: de la misma manera que la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial recibió apoyo estadounidense sin perder por ello sus banderas o que Bolívar recibió apoyo de los británicos, los kurdos reconocen que hicieron parte en Siria de la coalición contra Daesh, lo que implicó recibir recursos de los Estados Unidos.
La mirada del PKK sobre lo táctico es relevante, ante un enemigo común los unió de manera temporal, pero no por eso se puede decir que los kurdos, como dice la expresión popular “vendieron su alma al diablo”.
Dicha alianza, según Serhat Varto: “Es un método al que muchos poderes en la historia han tenido que recurrir en ciertos momentos. Basta con mirar la alianza entre los Estados Unidos y la Unión Soviética contra el fascismo de Hitler”.
Cuando se estudia el caso de Kobane, una guerra por la supervivencia, es absolutamente claro lo esencial que fue el apoyo de la Coalición. ¿Momento para purismos? Eso nos lleva a otro debate que ellos mismos abren: ¿cómo ver el mundo de hoy?
Me dice Fowza Al-Yussef que a veces, por razones tácticas, tenemos que hacer alianzas más allá de la izquierda porque, además, “no podemos explicar la complejidad del mundo de hoy solo a través de categorías clásicas; la izquierda mundial tiene un serio problema con los paradigmas, y fácilmente cae en el dogma”.
Pero sí es diferente, y esto es lo central, el tipo de relación de los kurdos de Siria y los kurdos de Irak, con Estados Unidos. En Irak, un sector, el de Barzani, tuvo apoyo de los Estados Unidos, y algunos de ellos encarnan las agendas sionistas y estadounidenses en la región; pero sería injusto extenderlo a todos los kurdos iraquíes de allí y más aún a todo el Kurdistán.
Claro que hay un intento de instrumentalización de lo kurdo por parte de Estados Unidos, pero eso no es una novedad: Estados Unidos proveyó armas químicas usadas para matar kurdos a finales de los años ochenta y pocos años después estaba usando la carta kurda para atacar a Sadam Husein.
Es comprensible y complejo escuchar cómo muchos kurdos celebraron la ocupación de Estados Unidos de 2003, porque más allá de su carácter ilegal y de los crímenes de guerra cometidos, los kurdos veían algo que no veía todo el mundo: la caída del que cometió un genocidio en su contra.
Y vale añadir, que también la causa kurda ha sido usada como arma arrojadiza por las potencias regionales, como lo han hecho con la causa palestina. Es decir, ese oportunismo no es exclusividad de los Estados Unidos.
Tácticas frente a Israel y Estados Unidos
La debilidad militar kurda para enfrentar al Estado Islámico era una realidad, y la imposibilidad de huir de esa batalla también lo era. Pero el apoyo dado por los Estados Unidos no buscaba fortalecer un tipo de fuerzas armadas del Gobierno Regional, sino un aparato militar que enfrentara al Estado Islámico, y que además pudiera ser influenciado por Estados Unidos.
Sería ingenuo pensar que Estados Unidos creara una fuerza armada para apoyar la independencia de un país que controla económicamente y poner en riesgo precisamente uno de los territorios donde más petróleo hay, petróleo que es la razón de ser de su presencia en Irak.
Estados Unidos apoyó unas fuerzas kurdas independientes contra el Estado Islámico porque eso era un hecho; una vez disminuida severamente su poder, Estados Unidos vuelve al statu quo que le conviene.
Por otro lado, el apoyo israelí al referéndum de Irak, hay que leerlo no tanto en cuanto los sionistas se sientan reflejados en los kurdos en su búsqueda de una nación (ya que no lo hacen con otros grupos que también la reclaman, como los saharauis por dar solo un ejemplo), sino en tanto los kurdos representan una eventual carta de división y confrontación al mundo árabe que rodea a Israel.
Y en el caso de Siria, se ha documentado el apoyo logístico de Israel a enemigos de los kurdos, como es el caso del Frente Al-Nusra. El apoyo militar dado a los kurdos en su lucha contra el Daesh no podía, ni debía, ser leído como un apoyo político a la independencia.
El apoyo de Estados Unidos fue un apoyo circunstancial que debe ser leído más en clave instrumental. Recordemos que fueron los Estados Unidos los que dieron armas químicas, en los años ochenta, a Sadam Husein y que este usó contra los kurdos; y que fue Israel quien participó en la captura de Öcalan.
En ambos casos, la agenda kurda no contó ¿por qué habría de contar ahora? Pues cuenta solo y únicamente en la medida en que los kurdos puedan servir para posicionar las agendas estadounidenses e israelíes en la región.
Sabemos que Estados Unidos armó grupos islamistas en Afganistán para confrontar a la otrora Unión Soviética. También sabemos que Israel ha brindado tratamiento médico a islamistas radicales que luchan contra el gobierno sirio.
Esos son dos ejemplos de que su apoyo a otras agendas es oportunista. Si los kurdos ven en algo temporal e instrumental una alianza estratégica, pues se exponen a ser usados y a debilitar sus propias banderas.
La postura real de muchos Estados se mide con relación a su apoyo a Turquía, especialmente a sus medidas represivas y antidemocráticas. Según el ya citado Serhat Varto:
«Los kurdos, y el PKK en particular, son sistemáticamente atacados especialmente por Estados Unidos y otras fuerzas de la modernidad capitalista. Al brindar todo tipo de apoyo militar y político a la guerra sucia del Estado turco, Estados Unidos y la Unión Europea han incluido al PKK en sus listas de terroristas, han secuestrado y entregado a nuestro líder, Abdullah Öcalan, a Turquía en una conspiración internacional en 1999. Recientemente pusieron una recompensa sobre la cabeza de tres líderes del PKK de alto rango. Estas fuerzas brindan todo tipo de apoyo para que el Estado turco mantenga y perpetúe sus políticas”.
Claro, esto es inútil, si ya tenemos claro “quienes son los malos y quienes son los buenos”. O si repetimos que Daesh (el Estado Islámico) es simplemente una creación de Estados Unidos, sin más discusiones de fondo, sin conocimiento del terreno y atrincherado en el dogma. Fin del comunicado.
(1). Ver, por ejemplo, la columna de Rachel Avraham titulada: “Kurds: Golan ‘must remain Israeli”, Israel Hayom, 24de marzo de 2019. Disponible en: https://www.israelhayom.com/opinions/golan-recognition-will-the-kurds-be-next/
(2) Serhat Varto, del Comité de Relaciones Exteriores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Entrevista con el autor, Kurdistán, junio de 2019.