Donald Trump decidió golpear al gobierno de Bashar Al-Assad, atacando una base siria aparentemente comprometida en el uso de arma químicas contra población civil. Luego decidió mover tropas y naves para mostrar los dientes al régimen de Corea del Norte, que amenaza con una nueva prueba nuclear. Y después, decidió usar una super-bomba (la más poderosa, sin contar las nucleares) sobre Afganistán, argumentando que el ataque iba dirigido contra una base del Estado Islámico.
Demasiadas acciones en pocos días, descoordinadas en sus objetivos y muy extendidas en su geografía, lo que apunta a que no estamos ante la puesta en práctica de una estrategia sino ante una respuesta errática, en un afán de mostrar resultados. En una entrevista para Fox Business, Trump confundió Siria con Irak, dejando una sensación de no saber exactamente qué país ordenó atacar.
En Siria, hacer lo que no hizo Obama no resuelve la crisis, al contrario: Trump cometió un acto de agresión, unilateral e ilegal, que en vez de fortalecerlo en el escenario internacional, lo debilita. No tiene una estrategia para seguir, salvo no enviar tropas a Siria por el costo político que le representaría. Pero él debe saber que ninguna guerra se gana solo bombardeando.
En Corea del Norte, nada hace pensar que el régimen va a amilanarse por la presencia del poderío militar de los Estados Unidos, que ya está desde hace décadas en Corea del Sur, sin que ello haya impedido las pruebas nucleares norcoreanas. El régimen de Kim Jong-un ya ha amenazado con nuevas pruebas y lo que se avecinaría es una escalada, antes que una disminución en las tensiones.
En Afganistán, bombardear otra vez ese país no hará otra cosa que aumentar el sentimiento anti-estadounidense, sin que en el terreno la correlación de fuerzas se vea mínimamente afectada. Difícil creer que esto no será excusa para futuros ataques terroristas. Incluso el anterior presidente afgano, Hamid Karzai, condenó el ataque definiéndolo como un acto brutal contra la soberanía afgana.
El mundo hoy es más inseguro, en solo pocos días. Las promesas de Trump de incendiar el mundo no era una broma de mal gusto; la decisión de intervenir escalando las tensiones en varias partes del mundo es una realidad; y el riesgo de que esté actuando al tanteo es alto.
Los rusos no morirán defendiendo a Siria, ni los chinos rescatando el régimen de Corea del Norte. Pero ese patrón errático puede llevar a Trump a actuar, por ejemplo, en Ucrania, donde chocaría con Rusia. Mostrar los dientes y ladrar fuerte no son per se una estrategia. Y cuando la histeria es el camino, todo puede ser posible.
Publicado originalmente en El Espectador:https://www.las2orillas.co/la-histeria-estrategia/