Presentación de Luis Fernando Arias (QEPD). Consejero Mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)
Ser indígena, campesino, negro, raizal y palenquero, es un orgullo, un desafío y una pregunta sin respuesta permanente para nosotros los pueblos en Colombia. ¿Dónde está la justicia, dónde está el respecto a la vida de las comunidades, a sus territorios, a la historia, dónde está el Estado y Gobierno Colombiano? Por eso, la Minga continúa…
Sin embargo y sobreponiéndose frente a todas las adversidades, miles de comuneras y comuneros con sus bastones y palabra caminaron las montañas; pasaron los ríos; calles y carreteras, es entonces como llegaron hasta el territorio muisca. Atravesando el país en octubre del 2020, a casi un año del Gran Paro Nacional y luego de siete meses iniciada la pandemia en Colombia y en el mundo.
De mañanita el domingo 18 de octubre llegó a Bacatá “La Minga Por la Vida, la Paz, la Justicia y la Democracia” buscando tejer con el Gobierno de Iván Duque un diálogo político, respetuoso y transparente, sobre la grave situación que atraviesa el país, exigiendo garantías para el más elemental de los derechos: la vida.
Las autoridades estatales cerraron la puerta, no dieron la cara, pero en cambio y sin pedirlo, miles de personas abrieron sus casas y sus corazones a su paso. En Bacatá, Bogotá, donde fueron tomadas las fotos de este libro, la Minga se hermanó con otros, con el país urbano, popular y social, allí se plasmaron sus consignas, los bastones iluminaron la ciudad, llenaron de pasión las avenidas, más allá de no conseguir una reunión con los funcionarios públicos, la ciudadanía lo amplifico, lo tomó, lo revistió de muchedumbre, sabiduría y dignidad.
A una sola voz por la vida, la fiesta de la dignidad se tejió con el sentir y urgente llamado a revivir el Paro Nacional, atizando el camino de la esperanza: “De La Minga Al Paro 2020” y como dice este libro, a ritmo de tambor, por las principales avenidas de la capital se escuchó la marcha con el profesorado, el movimiento estudiantil, sindical, de mujeres, junto con las comunidades urbanas, con otras personas del común preocupadas por la paz y la justicia en Colombia.
La Minga cumplió, caminó la palabra, se tomó las calles, desafió las adversidades, destruyó el imaginario estigmatizante de una ideología dominante, y trajo consigo a la Colombia rural, profunda y viva, llena de colores al son de la Madre Tierra, del Padre Creador y de quienes cada día despiertan. Esta ha sido ejemplo de respeto, orden y cuidado. En la historia quedará plasmada, en la memoria de los maestros, líderes y lideresa sociales, defensores de derechos humanos, líderes y lideresas ambientales, autoridades espirituales, y la ciudadanía en general. De regreso a sus territorios con la convicción de que la lucha y la resistencia siguen vivas, los y las mingueras continúan en la Minga por la vida y la esperanza colectiva.
A Víctor de Currea-Lugo, gracias por su incansable labor que nos lleva por el
camino de los colores, las formas, sentires y estéticas, que constituyen a la minga,
para transmitirla y tejer con las comunidades la memoria de los pueblos en imágenes,
a través de este grito de dignidad para curar el pasado, el presente, el futuro,
con reparación y sin repetición, hasta que la dignidad se nos haga costumbre.
Para descargar el libro haz clic aquí: Y la Minga continúa…