Víctor de Currea-Lugo | 15 de octubre de 2019
Mientras Palestina celebró la Opinión Consultiva en La Haya (9 de julio de 2004), el gobierno israelí se negó a aplicar las recomendaciones contenidas en ella. ¿Hay realmente algo para celebrar?
La respuesta es sí y no. Sí, porque la Opinión Consultiva contribuye en gran medida a aclarar el debate legal sobre la ocupación. Sin embargo, si la Opinión Consultiva se agrega a la larga lista de condenas internacionales ignoradas por Israel, la respuesta es No.
En el último caso, la Corte Internacional de Justicia, CIJ, trae esperanza pero no justicia. El derecho internacional ha sido una característica constante del conflicto, desde el Plan de Partición (1947) hasta la Opinión Consultiva de la CIJ (2004).
«La responsabilidad de las Naciones Unidas en este asunto también tiene su origen en el Mandato y en la Resolución de Partición sobre Palestina… esta responsabilidad especial se descargó durante cinco décadas sin tener debidamente en cuenta el estado de derecho».
El derecho internacional ayuda a analizar la confrontación entre principios e intereses; ayuda a aclarar qué se puede y qué no se puede negociar. Pero el derecho internacional debe ser más que una propuesta moral para merecer ser llamado «derecho», necesita mecanismos reales para garantizar su implementación, necesita responder a las víctimas y prevenir la impunidad de los criminales.
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