Víctor de Currea-Lugo | 27 de abril de 2022
Colombia tiene razones para un paro nacional desde hace décadas: la exclusión económica y social, como lo demuestra el índice Gini, incluido el abandono de regiones enteras del territorio. Y la exclusión política, una larga historia marcada recientemente por el Frente Nacional, el genocidio contra la Unión Patriótica, la parapolítica y el asesinato del liderazgo social.
Prácticamente, todos los procesos de paz han terminado con la persecución y el asesinato de los desmovilizados. La promesa de Estado social de derecho de la Constitución de 1991 es hoy (casi) letra muerta.
El paro de 2021 puede explicarse usando de metáfora las capas de una cebolla: la primera es la exclusión histórica, agravada por las políticas neoliberales desde 1990; la segunda es la llegada al poder de Iván Duque, con su promesa de destruir el proceso de paz, sus políticas fiscales neoliberales y su total falta de sensibilidad frente a los problemas; y la tercera, la pésima gestión de la pandemia.
Décadas de organización y movilización social, más décadas de pobreza e inequidad, fueron constituyendo un sujeto político que no es solo el obrero, el campesino, ni el indígena. Es una masa plural y heterogénea en la que, además de los sectores ya citados, llegan desempleados y jóvenes de sectores populares.
Las marchas surgen convocadas por muchas voces, en muchas rutas y con diferentes agendas. Hay batucadas, teatro, títeres, clases en la calle, conciertos, poemas, plantones, ollas comunitarias, actividades deportivas y cacerolazos. Nadie puede ser el dueño de una causa que es común a todas las personas excluidas.
Ese sujeto político, además, renuncia a la conformación de una vanguardia o de un pensamiento único. Más allá de lo que se diga, lo cierto es que hay una crisis existencial de los jóvenes; lo digo con todo el respeto del caso, no para demeritar su lucha sino precisamente para revalorarla. Y esto no es poca cosa, máxime cuando afecta a una generación empobrecida, excluida y hoy estigmatizada en medio de las protestas.
Este libro recoge el cubrimiento del paro en varias ciudades del país, entre abril y julio de 2021. La primera parte está dedicada a las marchas de 2019 y 2020, motor del paro nacional, con fotos de esas jornadas.
Después, las reflexiones e imágenes nacidas de recorrer, en 2021, las ciudades de Bogotá, Cali, Quibdó, Medellín, Facatativá, Cartago, Armenia y Pereira. Aprovecho aquí para dar las gracias a todas las personas que con su ayuda hicieron posible este esfuerzo por contar la rebeldía del pueblo colombiano.
El libro puede ser adquirido a través de Icono Editorial.