4 de junio de 2022
A la primera ciudad a la que Víctor De Currea-Lugo arribó fue a Bucarest, en Rumania, donde estuvo con refugiados. Luego, se trasladó en carro a Odesa, ya en Ucrania, y se desplazó en tren hasta su capital, Kiev.
Seguidamente pasó a Irpín y Bucha, luego a Leópolis y culminó su travesía saliendo por la frontera polaca para estar con los expatriados en Varsovia.
Como reportero de guerra tuvo el permiso del Ministerio de Defensa para acompañar al Ejército ucraniano, aunque estuvo más tiempo con la población civil. En su correría durmió en 17 camas distintas y en hostales que encontró gracias a portales web.
Su experiencia en Irak, Afganistán y Siria le ayudó a adaptarse a los cambios en el clima, la comida y los idiomas. Su sostenimiento corrió por cuenta propia. Compraba sus alimentos en pequeños restaurantes y mercados de barrio que aún se mantenían abiertos.
Durante los cuarenta días de travesía, estuvo tenso cuando oyó caer cohetes en Odesa o cuando sonaban las sirenas que alertaban sobre bombardeos aéreos que alteraban las rutinas de las ciudades. Fue con el conocimiento que le da haber estudiado este conflicto y haber cubierto otros. En la página www.victordecurrealugo.com puede verse su trabajo. VOZ habló con él.
La realidad real
– ¿Qué lo motivó a viajar para hacer esa reportería?
– El principal reto fue tratar de acceder a la verdad o por lo menos a un pedazo de ella. Cómo olfatear la realidad en una guerra donde la mentira es la regla. Si tú sigues los canales de radio, de televisión de los dos lados, sobre todo los medios occidentales, dan cuenta de una realidad que no es así. Pero, además, se ve la rabia con la que se ha construido una rusofobia brutal, la persecución a ciudadanos porque tienen un pasaporte ruso, y se ve el encumbramiento y casi santificación del ucraniano como si fuera algo sagrado.
A partir de esa mezcla entre el bueno y el malo, el aliado y el enemigo, o el satanás y el dios se construye el enemigo. Y el problema es que parte de la humanidad ha creído todo lo que le dicen de acuerdo a la agenda, especialmente de la OTAN, es decir, de Estados Unidos en esa guerra.
Por lo tanto, en mi afán personal, que es lo que he hecho en las guerras de Irak, Afganistán y Siria, tomé la decisión de ir y mirar, acercarme un poco y ayudar a acercar a otra gente a esa realidad que no sale en los medios.
– En esas dualidades creadas en los imaginarios colectivos, hay quienes le han creído a la prensa occidental de que Putin es el diablo, pero hay otros que creen que es otro Stalin salvando al mundo del nazismo. ¿Qué hay de cierto o falso en esas dos visiones?
– Una de las reflexiones que publiqué desde allá a los ojos de un buen historiador o de un académico es una expresión básica, pero es bueno decirla y es “Rusia no es la Unión Soviética”. Parece una tontería, pero lo que pasa es que, desde algunos medios alternativos, desde alguna izquierda se piensa que la guerra es una pelea entre dos sistemas económicos. No. Rusia es un país capitalista. Además, con un historial de influencia de la mafia en el Parlamento ruso muy alta. Pero tampoco se podía negar que Rusia se sintiera atacada por el avance de la OTAN.
Por el otro lado, efectivamente hay una ocupación, ese es el término jurídico, de Ucrania por parte de Rusia. Eso está fuera de discusión, y dentro de esa idea Ucrania tiene derecho a su legítima defensa. Ahora, ¿eso quiere decir que uno está de acuerdo con todo lo que sucede ahí? No.
La rusofobia
– Pero sí hay una gran presencia de neonazis en Ucrania, sobre todo en el ejército.
– Sí hay expresiones neonazis. El neonazismo y las expresiones fascistas no están solamente en Ucrania. En Colombia hay nazis, en Venezuela hay neonazis, en Estados Unidos hay neonazis. El problema central no es la presencia de neonazis, sino cómo ellos juegan en el poder político y militar del país. Desafortunadamente en Ucrania hubo un líder neonazi en el año 2014, al que se le entregó el Ministerio de Defensa. Años después se incorporaron a algunos batallones de milicias neonazis en la estructura del Ejército ucraniano. Ese es el problema. Ahora, como fascistas están resistiendo. En Kiev había gente que lucía insignias nazis.
Tuve la oportunidad de hablar con gente a favor de Putin, dentro del territorio. Lo otro que uno observa es la deshumanización. Desde el lado prorruso se trata de resolver todo diciendo “los ucronazis”.
Efectivamente hay un pueblo que sí ha apoyado a Zelenski. Vi a cualquier cantidad de gente que de manera espontánea ayudaba a hacer barricadas porque iban a llegar los rusos. No se puede negar ese clamor que sí es real, que se observa en la Plaza Maidan, en Kiev, o que se observa en Odesa. Es una gran movilización a favor del presidente Zelenski. ¿Dentro de eso hay neonazis? Pues sí. Pero decir es que todos son neonazis y por eso merecen ser ocupados, es una perversión.
– ¿Cuál es la connotación que usted le da al término resistencia? Porque hay que ver lo que han hecho esas tropas neonazis en el Dombás o en Lugansk.
-Ahí hay una cosa. Yo estoy usando la palabra resistencia en su connotación militar frente a una ocupación. En 2014 empezó una guerra separatista en Donbass y Luhansk. Esas son milicias separatistas o rebeldes armados separatistas. La palabra resistencia la digo con una caracterización jurídica, no como una valoración moral.
– Entonces, ¿la guerra no es por una desnazificación de Ucrania?
– Hay nazis, pero el debate central no es ese. El objetivo central de Putin va mucho más allá. Dicho de manera concreta, Putin no está salvando al mundo del nazismo.
Desinformación y crímenes de guerra
– Con base en la información de los medios de comunicación, ¿Qué encontró diferente cuando llegó allá?
– Que no es cierto que la persecución a la población prorrusa sea solamente de carácter lingüístico, no es una persecución cultural. Es una persecución por motivos políticos, donde lo cultural y lo lingüístico juegan como un elemento más.
Cuando yo llegué a Odesa, por ejemplo, había gente hablando en ruso y había gente hablando en ucraniano, sin ningún problema. También en los puestos de control militar. Entonces, decir que hay una persecución desesperada contra los rusoparlantes no es cierto.
Tampoco es cierto que sea una operación militar quirúrgica. Lo que vi en algunas zonas es que papelerías, edificios civiles, centros comerciales, una farmacia, un consultorio odontológico y bombas de gasolina estaban destruidas por los tanques y los ataques rusos. Sí ha habido violaciones al DIH. Eso no quiere decir que no se haya dado, en la parte oriental, por parte del ejército ucraniano violaciones contra civiles. Sí. De eso hay reportes. Entonces, se encuentra un discurso en el cual mis combatientes no cometen crímenes y son los combatientes enemigos los que cometen todos los crímenes.
– ¿Qué se ha dicho de los crímenes de guerra?
– Hay denuncias de infracciones del DIH tanto del Ejército ruso como del ucraniano. Se trata de una guerra en la que tampoco se respetan las reglas de la guerra. Eso es lo que manifiestan los civiles. Europa ha planteado que algunos tribunales europeos supervisen las pruebas y evalúen posibles crímenes de guerra de Rusia en Ucrania. Pero esas mismas instituciones no han dicho nada sobre potenciales crímenes del Ejército de Ucrania. Que Ucrania sea el país ocupado no le autoriza cometer violaciones de derechos humanos o violaciones al DIH. Y hay videos, pruebas y testimonios que apuntan a que sí las ha habido.
La OTAN, un elemento
– Algunos analistas dicen que Putin ya perdió la guerra porque quería detener a la OTAN, pero ahora esta es más fuerte.
– A nosotros nos han dicho desde el tercer día que al ejército ruso le quedaban dos días de provisiones, pero el Ejército ruso sigue ganando posiciones y avanzando. La economía rusa se mantiene a pesar de los bloqueos y de las sanciones, sigue manteniendo el mercado de hidrocarburos. Además, Putin mantiene una alta popularidad en varias zonas de Rusia. Y aunque más países han manifestado querer ingresar a la OTAN, no se sabe si serán aceptados por todos los miembros plenos: Turquía se opone a que Suecia y Finlandia entren.
– Lo que se vio fue un Putin obligado a entrar en Ucrania por las amenazas de que ese país entrara a la OTAN, lo que significaría que pusieran tropas de la OTAN en la frontera. ¿Cómo lee eso?
– El elemento de la OTAN es apenas uno, pero Lituania, Letonia y Estonia ya hacen parte de la OTAN y sus fronteras están más cerquita a Moscú que la frontera de Ucrania. Lo otro es que la idea de lo ruso, lo ruso nace en Kiev, y cuando la invasión de los mongoles trasladaron la capital de Kiev a Moscú. Hay unos lazos históricos que aparecen ahí.
Por el otro lado, hay un problema de influencia política con buena parte de las protestas que ha habido en el mundo, en las famosas revoluciones de colores… porque tampoco podemos decir que toda la gente que protestó ahí era de la CIA. No. Había gente que abiertamente quería que Ucrania se juntara a Europa. El problema grave es que de ahí salieron fortalecidos fueron los neonazis, lo que no puede decirse es que únicamente fue por la agenda neonazi. Por eso decir que los rusos van a desnazificar es un discurso que tiene muchos límites, lo mismo lo de la OTAN.
Guerra simbólica
– Pero también hay población ucraniana que esperaba que los rusos entraran.
– Conocí familiares de gente que vive en Donetsk, y que me decían que los rusos fueron recibidos como héroes. Pero, por otro lado, a los rusos, tanto civiles como militares, se refieren como los orcos. Es decir, los representan como orcos. La canción Bella Ciao reescrita habla de decapitar al invasor. En Kiev hay unos mapas en la estación del tren sin Rusia. Es la guerra y la persecución a todo lo ruso. Dicen cosas como “es que ellos no saben usar la cuchara, ellos no saben comer en la mesa”. Es la deshumanización por completo del enemigo.
También se observa la falta de reconocer los elementos del contexto de la guerra, como la discriminación lingüística, la masacre de Odesa de 2014, la exclusión de los prorrusos. Los sectores proucranianos no te cuentan ese pedazo.
Pero a los sectores prorrusos a veces se les olvida esa sensación de superioridad moral con que Rusia invadió a Ucrania, Bielorrusia y Polonia desde la época de Catalina la Grande. Por eso hay un sentimiento muy enquistado, muy sentido en la comunidad ucraniana. Entonces, la rusofobia no apareció ayer. No la estoy justificando, la estoy describiendo.
– ¿Qué pasa con la población prorrusa en el Donbass?
– Cuando se levantaron los independentistas ruso-ucranianos, Putin empezó un proceso de apoyo militar y logística a esas milicias. Se habla de 800 mil pasaportes rusos que se le han ido entregando a los ucranianos del oriente. Es un reconocimiento de una doble nacionalidad. Eso ya lo habían hecho en Georgia, y esperan que aquellos que están a favor de Rusia y están esperando que la independencia de la región del Donbass dé lugar a una autonomía política, pero aquellos que están en contra buscarán reorganizar su vida por el lado occidental de Ucrania.
– ¿Qué pasa con las resistencias al Ejército ucraniano en la región del Donbass y en Luhansk?
– Ellos nacen en 2014 acompañados de la logística de Rusia y ahora se incorporan en coordinación militar con el Ejército ruso. Lo que uno observa es que es más una sumatoria, no frentes de guerra en el que las milicias van por un lado y el Ejército ruso por otro, sino que parten de la misma estrategia.
Por su puesto que también representan a un sector de la sociedad ucraniana, porque a veces cometemos el error de hablar de Ucrania como si Ucrania fuera una, o como si las milicias separatistas no fueran parte de esa misma Ucrania.
Extrema derecha y comunistas
– Pero, en esas milicias se han visto combatientes comunistas, hasta combatientes extranjeros.
– Lo que tengo entendido es que a los comunistas no les ha ido bien. El Partido Comunista ha sido perseguido allí. Ha habido numerosas denuncias fragmentadas sobre persecución a los cuadros comunistas dentro de esas milicias. Es decir, el sueño comunista no es lo que se está constituyendo en Donbass. Hay gente que plantea el sueño comunista simplemente porque algunas tropas han exhibido la bandera de la Unión Soviética durante el accionar militar en esta región, pero no es cierto que las milicias busquen la instauración de algo así como, lo digo de manera irónica, la República Socialista Soviética de Donbass. Incluso, dentro de esos movimientos separatistas hay expresiones militares muy de extrema derecha.
– Con su descripción hay muchos elementos que componen una complejidad con la que se puede concluir que ese conflicto va para largo.
– Para mí lo que hay es una guerra imperial. Una guerra entre imperios o países con vocación imperial, en donde se están repartiendo, por un lado, las áreas de influencia. Claro, tiene mucho que ver con la presencia de la OTAN, que alimenta un conflicto armado por parte de Ucrania, y luego se quedan solos porque la OTAN es absolutamente consciente de que si entra otro país a la confrontación estaríamos inevitablemente en la tercera guerra mundial. En este caso bastaría que alguno de los vecinos se metiera, sea Rumania, sea Polonia o Moldavia y tendríamos un escenario catastrófico.
En términos de la economía mundial, del problema de suministro de alimentos, los precios del mercado de fertilizantes, cereales y de los hidrocarburos, ya es para mí una guerra mundial. En términos de lo militar, sí está circunscrita a los países.
Conflicto entre imperios
– Dice usted que esto es una guerra entre imperios. ¿Cataloga a Rusia de imperialista por haber entrado a Ucrania?
– Rusia es un país con una historia imperial y expansionista muy grande. Desde el siglo XIV, desde cuando a través de los cosacos se extiende hacia el oriente, desde cuando Pedro el Grande garantiza la salida al Mar Báltico, desde cuando con Catalina la Grande se apropian de Crimea, todo eso parte del pensamiento imperial. Así fue la ampliación que hizo Stalin al final de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, están las guerras de Chechenia, de Abjasia y de Osetia del Sur, y la guerra de Siria, en ellas Rusia muestra sus visiones expansionistas que obedecen a cuidar sus intereses económicos en la lógica del mercado. Si eso no es ser imperio, entonces cómo entendemos la definición de imperio.
Hay un elemento expansionista de Rusia y tiene que ver con la recuperación de su figura y del papel estratégico que tiene. No creo que sea nostálgico con el imperio ruso, sino una proyección de la Rusia del siglo XXI que compite en el mercado internacional como China, Francia e Inglaterra.
– Entonces, ¿por un lado están Rusia y por el otro Europa y Estados Unidos en la OTAN?
– Por el otro lado está Estados Unidos. Europa es un vasallo, un virrey de Estados Unidos.
Publicado originalmente en Semanario Voz