Víctor de Currea-Lugo | 2 de octubre de 2024
Solo como ejercicio: cuando lean una columna revisen la intención y descubrirán muchas cosas. Cuando el “experto” dice, por ejemplo, que Jerusalén es la capital de Israel solo hay dos opciones: no sabe (con lo cual no es de fiar) o repite el cántico sionista (con lo cual no es de fiar). Así, cuando se habla sobre el ataque de Irán a Israel.
¿Es un ataque o una respuesta a ataques previos? Irán ha sido atacado por el sionismo muchas veces. Le han matado desde científicos hasta generales. Tan grande había sido la contención de Irán que muchos creían que Irán era solo amenazas.
La primera demostración de fuerza fue en abril pasado, como respuesta a la agresión israelí al consulado de Irán en Damasco, la capital de Siria. Ese hecho fue el detonante, pero como iban las cosas, Irán necesitaba enviar un mensaje a Israel y lo hizo.
Envió un escuadrón de drones que activaron el sistema de defensa israelí y su visualización permitió a Irán colarle varios misiles que impactaron en dos bases militares. Eso demostró que Irán iba en serio, que Israel era vulnerable y que Irán estaba dispuesto a pasar de las palabras a los hechos.
El 31 de julio, Israel asesinó al líder de Hamas y jefe negociador Ismail Haniya, quien estaba de visita oficial en Teherán, capital de Irán. Y el 27 de septiembre, se dio el ataque a Hizbollah en Beirut, capital del Líbano, que llevó a la muerte del líder Nasrallah; quien estaba acompañado de un general iraní: Abbas Nilforushan.
¿Qué debería hacer Irán frente a Israel?
Es curioso cómo el mundo llamó a Irán a decirle, palabras más o menos, que se aguantara luego de la muerte de Haniya. Parece que el nuevo presidente de Irán también abogó por moderar la respuesta, hasta que vino la muerte de Nasrallah.
Irán estaba entre la contención (para evitar una escalada) o enviar un mensaje contundente a Israel. En este caso, debía ir más allá del efectuado en abril pasado, como respuesta al ataque a su consulado.
Días antes, Israel había bombardeado muchas zonas civiles en el Líbano, centros de combustible en Yemen y zonas de Siria. Estada desatado, mientras el mundo lo dejaba (como si fuera un adolescente rebelde) hacer lo que le saliera de las narices.
Se esperaba, tanto por mandato como por lógica diplomática, que la ONU impusiera medidas para evitar las tropelías de Israel, pero no lo hizo, ni siquiera lo intentó. Es más, los medios (los mismos que dicen que Jerusalén es la capital de Israel) subieron el volumen al argumento falaz de que un genocida tiene derecho a defenderse.
Y ante la alcahuetería de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, por no citar más países, parte del mundo esperaba que alguien le diera al sionismo su “tatequieto”. Si al mundo le importa poco (por no decir nada) un genocidio, a alguien parece que sí le importa. Y ese alguien se llama “resistencia”, con todas sus ramas.
Así que Irán decidió atacar con varias particularidades. Es la primera vez que usa misiles hipersónicos que llegaron a territorio israelí en 15 minutos. El ataque estuvo acompañado de un ataque cibernético que afectó seriamente la capacidad de reacción de Israel. Es decir, Irán sí tiene con qué, así como Israel sí es vulnerable.
No hubo muertos civiles y eso es bueno. Occidente se pavonea hablando del respeto a los civiles, mientras calla frente al genocidio palestino. Digámoslo de otra manera: toda esa cantidad de normas internacionales que Israel no respeta, sí fueron respetadas por Irán. En efecto, atacaron solo objetivos militares. Toda una clase de DIH al mundo.
En Occidente, ha hecho carrera la perversidad de medir los triunfos de una guerra por el número de muertos solamente. Si eso fuera cierto, entonces diríamos que Vietnam perdió la guerra y que Estados Unidos la ganó.
Irán debía actuar. La ocupación de Palestina ha demostrado hasta la saciedad que no se trata de tener razón, sino de tener fuerza; estamos en una guerra, no es una tribuna donde los oradores sirvan de mucho.
Yo quiero que alguien, el que sea, detenga de una vez por todas al sionismo y su reguero de crímenes y este momento no es para deseos sino para las acciones. Lo sucedido demuestra que el apoyo de Irán a la causa palestina es de verdad, que su capacidad militar no es un chiste y que su decisión de parar a Israel es real.
¿Qué sigue?
Israel necesita de la guerra, ellos mismos en su locura la han ido convirtiendo en una guerra de todo o nada, y el panorama actual muestra que es muy difícil que salgan como los únicos ganadores.
Muchos se preguntan si Israel atacará directamente a Irán. Esto depende de qué tan desesperado esté el sionismo. Las muertes de Haniya y de Nasrallah, así como las explosiones de los buscapersonas, parecen más actos de desesperación que parte de una estrategia clara.
La respuesta más que en Tel Aviv hay que buscarla en Washington: si Estados Unidos está dispuesto a ir más allá de todo lo que ya le ha alcahueteado a Israel, porque si Israel golpea de nuevo, sin duda Irán respondería. Según se deduce de declaraciones oficiales, Irán ya no se limitará a objetivos militares, sino que incluiría objetivos económicos estratégicos, de los que sirven como logística de la guerra.
¿Rusia dirá algo? Al igual que China, sus cálculos van más allá de la región, aunque claro que se benefician de la pérdida de poder de Estados Unidos en Oriente Medio. Hacen sumas y restas, no solo en lo militar, sino, sobre todo, en lo económico.
La diplomacia ha sido inútil, tanto como el derecho internacional. Desde hace 11 meses, Oriente Medio se guía por la fuerza y por lo mismo Hizbollah e Irán actúan en consecuencia. La política corre detrás de la realidad militar.
No es claro, por lo menos para mí, la estrategia de Israel: cuál es su objetivo final. Y esa ausencia de estrategia la llena con tareas a corto plazo, con decisiones tácticas: masacrar en Gaza, bombardear Líbano, desafiar al mundo, matar líderes de las resistencia, sin que esos hechos le permitan tener avances esenciales.
La falta de una estrategia o asumir que Israel esté centrado en golpes tácticos, no disminuye su capacidad de dañar tanto a la resistencia como a la población civil. Israel sigue en pie y lo seguirá mientras Estados Unidos lo apoye, con lo cual la paz de la región sigue en vilo.
Israel se va despoblando, los que quedan duermen en refugios antiaéreos, la mano de obra se ha ido a la guerra y la economía tiembla. El sionismo que un día prometió construir un hogar seguro para los judíos, hoy se ha quitado la máscara: sembró vientos y hoy recoge tempestades.
PD: Les recomiendo mi columna sobre la muerte de Nasrallah: Hizbollah versus Israel: tras la muerte de Nasrallah Y para los que estén en Bogotá, este viernes 4 de octubre, cordialmente invitados: